2 minutos, 19 segundos con Cejaz Negraz

Viernes, 21 Abril 2017 09:12
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Esta es mi búsqueda de Cejaz Negraz, rapero de la famosa banda bogotana Crack Family, quien no se descubre a los medios como a su música.

Cejaz Negraz|||| Cejaz Negraz|||| DABOOMBAB||||
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En La Séptima es común ver a hombres hacer de humoristas, imitar la voz de algún cantante de salsa o vallenato popular, o repetir los movimientos de Michael Jackson a cambio de un par de monedas. El domingo 19 de Julio de 2009, a eso de las 8:00pm, un hombre de no más de 30 años rapeaba entre la gente que se empujaba por lograr verlo de cerca. era tal la aglomeración que no había espacio para caminar. El hombre que acercaba el micrófono a sus labios, donde iniciaba una cicatriz que se acentuaba a medida que rapeaba con una mirada de enojo, tenía una pañoleta oscura amarrada en la frente, una chaqueta negra y ancha North Face, y producía silbidos y gritos de emoción cuando decía: “más de uno es todo gomelo y picado a calle, ¡fictisio!”. Cuando el celular que estaba filmando lo que sucedía esa noche enfocó hacia arriba, se veía a Colpatria alumbrando de azul y niños de 13 a 15 años trepando un árbol para lograr ver al rapero. La multitud, en su mayoría, llevaba cachuchas de la NY que ocultaban sus ojos, movían su cabeza con una sonrisa tranquila, otros con la mirada perdida, otros la sostenían en el piso moviendo su mano por encima de la cabeza; y con el humo que salía de sus bocas, todos respondieron con el pulgar y el índice estirados, a ese hombre, a Cejaz Negraz, que decía:

“Voy a echar la última canción porque les traje la muestra, se llama Guetto, que es lo que yo represento y todos ustedes representan. Acá en Bogotá de verdad vivimos guerra.

/Yo represento toda la people en los guettos,

En las prisiones y los corregimientos

Los internados donde el cura sonsacado acaricia los niños y no como el viento

Las mamás irresponsables dejan a sus hijos en las tierras de los infiernos

A esos niños apadrino, mamá

A los enfermos en los hospitales,

Esos chingas perdidos en la calle,

En la manga un frasco de “gale”

Su inocencia, un cuchillo del acero inoxidable

Represento el barrio donde las ratas lo rompen en el norte

Represento la olla y los que habitan en ella/

Solo calle. No porque seamos crack ni porque fumemos bazuca, Crack Family porque somos adicción pa´ más de uno. Porque de verdad vivimos la calle, perrito, no vivimos todavía con riqueza ni puta mierda de la USA, ni platinos ni carros ni chimba, ¿sí me entiende? Pura calle es lo que somos, no somos nada más. No tenemos nada, si nos morimos, nos vale chimba. Por eso somos raperos, y eso representamos: donde crecemos, donde nacemos. Gracias a todos ustedes, que mantienen este rap vivo. Cómprenme el Cd pa’ mañana desayunarme algo chimba”.

2 minutos, 19 segundos.

– Aló.

– Hola Cejaz. Soy Ana. Hablamos el viernes, ehh, no sé si pueda pasar hoy.

– ¿Qué es lo que en realidad quieres hacer?

Le expliqué torpe y nerviosa, que era estudiante del Rosario, que quería hacer un artículo de él.

– ¿Eso a mí de qué me sirve?

Rápidamente pensé las razones por las que una persona aceptaría hacer una entrevista. Encontré pretenciosas imágenes de personajes que cruzaban la pierna y se reían frente a la cámara, nada parecido a él. Busqué algo, una excusa, una razón que le persuadiera, de las frases de cajón que los periodistas usan comúnmente para lograr ese simple sí.

– Sirve, quizás, para que la gente sepa un poco de en realidad quién es John Correa.

En ese momento, apenas pronuncié el nombre de ese desconocido, de esa figura tan íntima para él, perdí toda oportunidad con Cejaz.

– Mira, nena, eso a mí no me sirve de nada. Yo estoy en vainas que me den plata y esa vuelta, ¿sí me entiendes? ¿Una entrevista? Una entrevista a mí de qué me sirve.

Sí. Mi artículo no haría nada por él. Lo quería yo a él, escuchar de él más que su voz cortante y sarcástica. Ya todo de él estaba dicho. Él subió a donde está solo, sin promoción de nadie, sin arreo de ningún medio o disquera.

– ¿Al menos hablar un poco?

En este punto no tenía ya ningún recurso, ya no era la periodista insistente que necesita la fuente directa del entrevistado, sino una chica que admiraba profundamente a Cejaz, que no quería colgar hasta tener algo de él, una pista que probara que en efecto era él y nadie más. Se rió y volvió a negarse.

– Así quedamos, chica, me dijo.

– Así quedamos, Cejaz.

Y colgué. Colgué, sí, pero no, no me rendí. Yo no recuerdo bien las conversaciones que tengo, olvido los detalles, los silencios que incomodaron o sugirieron otra pregunta, otro tema; pero esos 2 minutos y 19 segundos que duró el tiempo en el que intercambié palabras con el Cejaz, quedarían grabadas una a una.

Esta habría podido ser la escena. Yo, con una grabadora sostenida por una mano temblorosa mientras él respondía preguntas que ya todos los medios le habían hecho antes esperando tener un poquito más de él. Que quién es en realidad John Correa, que cuál es la historia de la cicatriz que tiene cerca de su boca y que se hunde cuando gesticula las palabras, que si es cierto que Homero, el “zayayin” del Bronx le patrocinaba su música. Por eso entiendo y respeto su silencio. Si fuera Cejaz, habría hecho lo mismo. Nadie supo ni le importó cuando durmió en buses por 500 pesos, de paradero en paradero, -como describe en una corta descripción en su página oficial de Facebook- “o cuando me quedé en el colchón de Shaby, en restaurantes, pisos con cartones, la de noches… de noches molestando amigos para que me dejaron dormir ahí en su casa”, y ahora, ahora que mis videos tienen casi 400.000 suscripciones en Youtube, que hemos estado en Noruega, Alemania, España, Francia, ahora sí quieren saber cómo fue que llegué ahí.

Tiene así sentido su silencio. Dice mucho más de lo que podría haber deducido yo de sus respuestas, o porque a lo mejor no eran preguntas necesarias, o es quizás porque él ya ha dejado ver en su música lo más íntimo de sí, y solo a ella se descubre totalmente; y no a periodistas curiosos, que quizás van a escuchar pero no van a entender, jamás entenderán lo que es la vida de la calle, lo que es ir de barrio en barrio buscando cuarto, lo que es ser papá a los 13 años, y andar en bicicleta rebuscándose la vida. No van a entender que todo comenzó con el sueño de tener unos tenis bacanos, unos Nike, porque las botas puntas de acero –que le compraba su mamá porque era muy acaba zapatos—pesaban “una gonorrea”. O qué es ser el último de ocho hijos de una mujer que “le lava los pisos a la gente del norte”, y que el papá se le aparezca a uno dos veces en la vida con un helado.

“Busca otro rapero”, me dijo. Pero ¿acaso hay algún otro que logre lo que él? Que les diga a las prostitutas “Todos nos llamamos personas esta noche. No importa si somos artistas, putas, ratas, si somos travestis, lo que sea. Esta noche somos personas”, ese 29 de noviembre del 2014 en la esquina de la avenida Caracas con calle 22. O que le escuche decir a un reo de la cárcel La Modelo que su música es la que lo tiene vivo, la que no lo deja morirse ahí dentro, luego de grabar un video musical ahí dentro con ellos. O que le hiciera conciertos gratis a la gente que vivía bajo la droga en las sucias calles del Bronx. En fin, que hablara por todos y cada uno de los que como a él, les tocó “la vida dura del bajo barrio”. No creo que nadie, más que Cejaz Negraz haya logrado eso en Bogotá. Formar algo casi como una religión para aquellos criados por la calle, que no tienen a nadie, pero que existen en sus letras, porque todas sus canciones hablan de ellos.

Es dedicado a todas

las familias pobres del mundo

Mi afecto, mi bendición,

y mi respeto

Que pobreza tan inmunda,

que miserables centavos,

que liga la del sur

con sus zapatos de barro,

una muda sin closet

calzoncillos remendados,

que pisquero a pescado

por el culo sudado;

desodorante, un limón

sin haberse bañado.

En entrevista con Vice, Cejaz, el 27 de Agosto del 2014, cuando el periodista Nicolás Vallejo le preguntó cuáles eran “esos visajes de barrio” que Cejaz menciona en la canción Manifiesto, este le respondió: “¡Pues la vida de barrio, pana! De pronto usted no viene del barrio y yo tampoco puedo explicárselo, pero la gente que sabe, como nosotros, qué es la vida de barrio, nos dice ‘¡Firme gonorrea!’, porque nosotros los representamos. Puede ser la puta. Puede ser el traficante. Puede ser el choro que se la sale a rebuscar. Es el internacional. El chino local que roba carros. El que va y se rebusca unos gramos. Es la mula. ¿Sí me entiende? La vida de barrio es eso. Es el rebusque. No tienes ahí a la tía o al tío para que te tapen los huecos, al papá ni a la mamá para que te paguen el colegio ni qué se yo, millones de maricadas, entonces te toca a ti mismo. Si quieres unos zapatos te toca salir a buscarlos. Si quieres comerte un fokin' pan, igual. Nadie se preocupa por ti. Otros maricos tienen al papá adicto, el otro lo tiene en la calle, el otro en la vuelta, el otro se crió sin papá, como yo… entonces la vida de barrio es eso, ¿sí me entiende?”.

No hay muchas más. Es quizás el único medio que ha logrado acceder a su testimonio directo. Revisé las entrevistas que Cejaz hubiera dado antes. Muy poco registro: además de la publicada por Vice, un video en Youtube trasmitido desde la cárcel La Modelo, dos entrevistas radiales trasmitidas desde Estados Unidos, y otras 2 de medios independientes (que no eran más que artículos que reseñaban su trayectoria). Desde su aparición en el video de Mundo Blanco, cuando junto a Fumaz, y Shaby rapeaban con el nombre de Fondo Blanco, hasta la conformación de la Crack Music, de la producción de la películas Las Tetas de mi Madre, y otros datos y cifras que lo sostienen como la banda más escuchada y conocida rap en Bogotá, Cejaz se ha mantenido como un ser enigmático, misterioso e indescifrable para muchos.

Quieto cucho hijueputa

páseme la plata de la caja breve

o le pego su taponazo,

no lo pienso dos veces

hágame caso

El Espectador logró en Junio del 2016 un video en exclusiva luego del estreno de la película Las Tetas de mi Madre. Noté que a Cejaz ya, con casi 33 años, se le han empezado a formar arruguitas al lado de los ojos. Junta sus manos, las frota y dice: yo nunca tuve un padre, ni nadie que estuviera pendiente de mi vida. Soy hoy en día el famoso Cejaz Negraz –y hace comillas con sus manos- pero yo sigo siendo la misma persona, el mismo chico de barrio, el mismo muchacho rebuscador y el mismo muchacho con sueños. “Crack Family, -dice él –es  un movimiento bogotano, que incluye una asociación de artistas en busca de progreso continuo”, con una mirada fría, poco expresiva, como una frase que repite sin sentido. Ese Cejaz es otro al que rapea Guetto en la séptima, el Cejaz de ese día tiene una mirada desafiante, con rabia y sarcasmo. Pero veo el video que El Espectador logró de él y no me dice nada, Cejaz no dice nada de sí. Cejaz es en otros momentos, que ese día esa cámara no logró capturar.

En una invitación en el 2015 a la Universidad de los Andes, Cejaz habló de su hijo que ya tiene 19 años. “Yo a mi hijo trato de mantenerlo ocupadito y tenerlo haciendo vainas y que no esté por ahí. Que no me lo vaya a criar otro que fue lo que me pasó a mí, que de niño me crió fue la calle. A los 13 años ya tenía una nena embarazada, y asaltaba buses. Ya había vivido un mundo de cosas y por eso aprendí qué era lo que quería de verdad. Peleé a cuchillo con personas, me rompieron el cuero y dije ‘no voy a seguir comiendo mierda en la calle con todo lo que ya he comido’, pues porque ya me cansé fue de eso y ya me sabe es a cacho la calle. No he pagado cárcel ni nada, pero sí he estado a punto de morirme en un hospital”.

En su página de Facebook, Cejaz escribió en su autobiografía: “Siempre supe que iba hacer grande. En lo que fuera, por eso nunca lo hice por hacerlo. Crecí a los empujones y los menosprecios de desconocidos. Siempre le debí un favor a alguien. Aprendí en las noches y en las madrugadas, de cuánto vale una vida y un pan en la calle. Del valor de las palabras y la fe.

Las tetas de mi madre, 2016.

/A las patadas nos volvemos hombrecitos

yo cambié mi escuela y mis cuadernos de niño

por buscarme la papa así encontré el cariño

las monedas me llevaron a otro vicio,

y no hubo tiempo para hacer un juicio,

“corazón, cómo estás”, nadie me lo preguntaba

si bien o mal a cual diablo le importaba,

nunca tuvo el tiempo/.

De todos los pelados que andan en bicicleta, este lleva una caja en la parte de adelante que deja el olor a pizza caliente en la calle Caracas con Décima del centro de Bogotá, a medida que pasa entre carros y buses, a toda, sigiloso y ágil. Cuando oscurece y las calles se ponen más solas, llega a las puertas de un prostíbulo. Es en ese momento, donde la escena de la película Las Tetas de mi Madre adquiere sentido. El niño de trece años ve a un grupo de raperos “freestalear” una noche cualquiera mientras se dan calor en sus manos con el aliento de sus bocas. Es en ese mismo momento, en el que Manny y Cejaz Negraz, integrantes de Crack Family ven al niño que una vez fueron, el que recorrió esas mismas calles, en otro momento, en otras circunstancias. Vetada en las salas comerciales del país, la película Las Tetas de mi Madre, dirigida por Carlos Zapata obtuvo en el 2014 premio al “Work In Progress Latinoamericano” del Festival Internacional de Cine en Chile y el premio a la mejor película en el festival de cine colombiano en Nueva York. Fue rodada en el Bronx, La Perseverancia, Las Cruces y Chapinero.

***

Esta es otra historia de Cejaz, tomada de su página de Facebook: yo cansado de sus batideras y sus visajes de amiguitos le pegue par riendazos y como no habia nadie mas pues nosotros mismos los llevamos al hospital y yo le decia si ve pirobo yo vere no valla a ser tan niña de contar quien fue y a los otros chinches les dije yo vere no ñeritos.y me fui del hospital del meissen pa mi rancho q era en la alameda, a las horas llegaron los tombos la mama del chino golpiando a mi casa diciendo que yo le habia pegado unas puñaladas al hijo y tatatatatata..a pagar todo lo de las medicinas y nosotros que teniamos aaarta,correasos bajo la ducha.y que maldicion tenerlo a usted.usted fue un herror.usted es una bazura..todo lo va a pagar.hijueputa tatatatatata...severo autoestima.ese fue mi vida con mi madre.ella trabaje y yo viva la pelicula del hurto y las guerras con otros en la calle.solo guerre y hagale.escuche a los grandes y aprenda.

***

De buscar en sus palabras y en los ojos de la gente que asentía esa noche en la séptima a sus rimas porque a través de ellas cobraba fuerza ese mundo oscuro, aislado y olvidado, del que poco sabe el que no vive en ese, encontré algunos fragmentos de quién era John Correa. Cejaz te hablaba a través de sus canciones: “Si algo te pesa déjalo y ya,” “nos resbalamos y nadie está, y si ya no estás, ocupan tu lugar” como esta de Enredoz, y esa era la única vía de llegar a John Correa: sus versos. Sí Cejaz, venimos de mundos diferentes, mis cicatrices cuentan otras historias, pero a través de ese rap que solo tú haces, has reconciliado dos mundos lejanos e indiferentes uno del otro, que ambos representamos. Tú mismo lo dijiste: Todos somos iguales pero todos vivimos diferentes vidas, diferentes momentos; y a veces hay que vivir mentiras para que la verdad florezca. Me habría gustado escucharle, ver cómo se ríe de cuando le pregunto qué siente cuando su hijo canta sus canciones, cómo es su mamá a la que él llama Blanca Nieves, si le dice Cejaz o si le dice John; pero entiendo y agradezco su silencio, que dura hasta que suena Gaminart o Reina en cualquier esquina de Bogotá.