'Son los proyectos los que impulsan el proceso de paz': creador de Amor a Tiempo

Martes, 28 Septiembre 2021 15:59
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A través de las redes sociales, Amor a Tiempo es un espacio para la venta de los diferentes productos que se fabrican en los Antiguos Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (AETCR) por excombatientes de las Farc, campesinos, indígenas y víctimas del conflicto armado.

Stand de Amor a Tiempo en el mercado campesino en Bogotá.|Amor a Tiempo vende los productos del campo en la ciudades.||| Stand de Amor a Tiempo en el mercado campesino en Bogotá.|Amor a Tiempo vende los productos del campo en la ciudades.||| Fotografía tomada del Instagram de Amor a Tiempo.|Fotografía tomada del Instagram de Amor a Tiempo.|||
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En septiembre de 2019, Amor a Tiempo solo contaba con 30 kits para la venta. Ahora ayudan aproximadamente a 24 productores y ofrecen anchetas con café, cerveza, fruta deshidratada, miel, nueces y demás productos marca paz. Además de la venta de estos artículos, se conocen las historias de reincorporación de los productores y se aporta al proceso de reconciliación desde las ciudades.

Esta iniciativa nació bajo la idea de contar las historias de un lado y del otro: tanto de los firmantes de paz que abandonaron las armas, como las víctimas de las zonas rurales y de las ciudades, además de apoyar la implementación del acuerdo.

 

Plaza Capital habló con Julio Pulido, quien fue militante clandestino de las Farc en Bogotá hace 14 años, sobre este proyecto que fundó junto con otros dos compañeros más.

“Llevamos casi dos años promocionando los productos con ellos y han sido bastante confiables y eficientes”, dice Liliana, miembro de la empresa araucana Filimarpaz que produce las nueces Sacha Inchi.

“Amor a Tiempo ha sido el puente para que estos productos lleguen a Bogotá y es la evidencia de que todos podemos construir el camino hacia la paz”, cuenta Mar Sánchez miembro de Ciudad Paz, una cooperativa en Cali que promociona fruta deshidratada y miel.

¿Por qué el nombre de Amor a Tiempo?

Cuando nos preguntamos cómo íbamos a llamarnos no queríamos que apareciera la palabra "paz" porque después de tantos años de escucharla se convirtió casi que en un cliché con poco contenido. Pero sí queríamos un nombre que lograra mostrar lo que necesitábamos en ese momento, lo que necesitamos todavía, dijimos que necesitábamos mucho cariño y mucho amor porque la reconciliación se construye es con amor y empatía. Ese amor, ese cariño y esa empatía no podía ser en los próximos dos años, en el próximo proceso de paz o en otros 50 años de guerra, sino que tenía que ser ahora. Entonces dijimos que lo que íbamos a hacer era un amor a tiempo, un amor que sea ya, que sea del día a día y que sea cotidiano. Desde ese momento tenemos el nombre de Amor a Tiempo, que nos mantiene muy orgullosos.

¿Cómo ha sido la evolución del proyecto?

Ha sido una evolución bastante importante. Lo primero es que esto comenzó como una idea y nunca pensamos que se fuera a convertir en un negocio. Al inicio pensábamos que no iba a durar más de septiembre (risas). De hecho, teníamos no más de 30 kits que eran nuestra meta. Dijimos vamos a vender estos kits, vamos a demostrar con esto que sí hay una oportunidad, que los firmantes están haciendo cosas y demostrarles a los firmantes que en las ciudades hay gente que está interesada en lo que hacen. Con el paso del tiempo, y gracias a la gente que le llamó mucho la atención este proyecto, somos una empresa que se proyecta a futuro de la cual podemos vivir e impactar positivamente en muchos territorios. Pasamos de ser un proyecto muy artesanal y pequeño a un proyecto que sigue siendo así, pero con una visión más grande.

¿Qué ha sido lo más difícil de sostener esta iniciativa de paz?

J: Lo más difícil ha sido enfrentarnos a lo que es crear empresa. No es nada fácil. En el terreno hay muchas dificultades. A nosotros nos tocó aprender a hacer todo de cero, comercializar, marketing y demás.

¿Qué ha sido lo más gratificante de esta iniciativa de paz?

Lo que pongo siempre por encima es conocer realmente las historias. Al inicio teníamos un cierto temor de cómo nos iban a recibir porque siempre dijimos abiertamente que eran productos de gente que estuvo en la guerra y firmó la paz, que ahora le está apostando de otra forma a este proceso. Pero que igual estuvieron en la guerra y la guerra dejó muchas consecuencias y muchas heridas. Lo que encontramos fue todo lo contrario, un apoyo enorme. Fue maravilloso porque fue decirles a los firmantes que no están solos, que sigan adelante y no vuelvan a la guerra, que la paz acá los está esperando. En este proyecto la paz es tangible por los productos.

Usted y los emprendedores que hacen parte de esta iniciativa son ejemplo de que se puede vivir en paz, pero ¿cómo terminó usted en un grupo guerrillero?

Fue un proceso estudiantil en el cual inicié. Me metí en eso pensando en un cambio de país, que las cosas no podían continuar igual. Con una clara idea, no se ingresaba porque nos gustara la guerra y mantener el conflicto, sino porque teníamos la idea precisamente de terminarlo. Se pensaba que siendo parte de una organización como lo era las Farc se estaba aportando de alguna manera a los territorios. Así fue que terminé en las milicias clandestinas de Bogotá.

¿Qué significó para usted el acuerdo de paz de 2016?

Yo encontré una esperanza, una ventanita de luz después de tantos años en los que creímos que simplemente era esperar la muerte de algún lado porque la guerra era tan cruel y tan asimétrica que siempre estaba sucediendo. Desafortunamente, esa esperanza se ha ido manchando con el tiempo, pero se mantiene. Nadie dijo que esto iba a ser fácil.

¿Cómo ve el proceso después de 5 años?

Pareciera un proceso de paz que fue derrotado, del cual se esperaban muchas cosas y son muy pocas las cosas que se han cumplido. Eso es una gran tristeza. Sin embargo, hay mucha gente, y eso también lo aplaudo, que sigue buscando la reconciliación. Son los proyectos los que impulsan el proceso de paz.