Las cicatrices del aislamiento social en la salud mental en pandemia

Lunes, 28 Septiembre 2020 12:37
Escrito por

A raíz de la crisis generada por el COVID-19, el sistema de salud ha hecho lo posible por ampliar su cubrimiento y dar un servicio óptimo para el tratamiento del virus, pero surge la pregunta de dónde quedaron las enfermedades mentales generadas con el aislamiento social, el desempleo, la crisis económica y la amenaza a la productividad.

La ansiedad y depresión generadas por el aislamiento.||| La ansiedad y depresión generadas por el aislamiento.||| Amir SeilSepour en Pexels.|||
2903

La pandemia por el nuevo coronavirus no sólo ha perjudicado laboral y económicamente a la población colombiana, también, ha afectado de manera directa la salud mental de las personas, como consecuencia del aislamiento, surgen nuevas enfermedades mentales que requieren especial atención por parte del sistema de salud, ya que no sólo la crisis por temas laborales y económicos son una amenaza real para las personas. La ansiedad y la depresión pueden dejar graves secuelas, incluso, después de darse por terminada la cuarentena en el país.

Perspectiva de los profesionales

Carlos Julio González, psicólogo y exgobernador del Huila en el periodo 2016-2019, nos contó acerca de lo que ha podido observar en su labor como consultor en temas de salud mental: “la depresión y la ansiedad son temas que le competen al sistema de salud, estas enfermedades están categorizadas dentro del manual diagnósticos de enfermedades, por lo cual, requieren especial atención.” Para él, en Colombia, se requiere aún un mayor énfasis por parte del gobierno a la hora de darle el respaldo necesario a este tipo de enfermedades.

En este orden de ideas, para Carlos Julio es claro que hay un aumento de diagnósticos de enfermedades a raíz del aislamiento social: “Esto no es algo que diga yo, The Lancet, revista médica británica, publicó un estudio donde pronostica entre tres y cinco años del aumento de síntomas como estrés postraumático debido a la pandemia”. Estas son sólo algunas de las consecuencias del aislamiento en las personas, estudios que demuestran lo difícil que será superar las cicatrices mentales dejadas por el aislamiento provocado por el virus.

En un boletín entregado por el Ministerio de Salud y Protección Social, cuando las personas llevaban tres meses de aislamiento, se llevó a cabo una investigación que señaló cómo los trastornos alimenticios en las personas subieron en un 37%, sumado a un 56.2% de aparición de síntomas ansiosos durante el mes de julio de 2020.

Por otra parte, un estudio de la Universidad de Antioquia acerca del COVID-19 y la salud mental, demuestra como los profesionales de la salud también se han visto afectadas por problemas de ansiedad y depresión dentro de la labor social y del servicio que le ofrecen a la comunidad. En el estudio también se resalta que no se puede tener un consolidado del aumento de las enfermedades hasta que pase el pico alto de la pandemia, donde ya se pueda medir de manera más precisa las afectaciones que esto tuvo. Sin embargo, se ha pronunciado un aumento claro de estos trastornos en los profesionales de la salud. 

Visto desde adentro

Laura Ramos, estudiante de la Universidad Nacional de Colombia, nos cuenta cómo fue diagnosticada con depresión y trastornos alimenticios durante el aislamiento social: “Tuve muchas dificultades con la cuarentena, en un principio pensé que esto iba a durar poco tiempo, en mi vida cotidiana siempre fui una persona muy activa, participaba en todas las actividades de la universidad y de una u otra manera mantenía mi mente ocupada, odio la inactividad y falta de productividad”. Para ella, fue difícil cambiar su rutina y adaptarse a la virtualidad.

Este no fue el único inconveniente que se le presentó a Laura. “Tiempo después del inicio de la cuarentena dejé de comer, no me daba hambre, podía mantenerme con una comida al día, fue tiempo después que mi mamá empezó a llamarme la atención por mis malos hábitos alimenticios”, afirma. Además de esto, cuenta que ya no disponía de la misma energía en sus clases y actividades: “Dejé de ser la persona activa que todos conocían, ya no podía ir a clase, me la pasaba llorando todo el día sin un motivo alguno, sólo era la manera en la que me desahogaba y se convirtió en parte de mi rutina diaria.”

Laura fue diagnosticada con depresión y trastornos alimenticios, todo esto desde la llegada de la pandemia. De igual manera, ahora que está retomando sus actividades y está saliendo más a la calle asegura lo siguiente: “Esto ha cambiado mi vida drásticamente, creo que en tiempo no podré volver a realizar mis actividades como siempre lo hice, perdí mucho las ganas de interactuar con las personas, es como si de un momento a otro, hubiera perdido mis habilidades sociales.”

Esto fue lo que concluyó acerca de su tratamiento durante el aislamiento, y las cicatrices que le dejó la cuarentena en su salud mental.