Cirqueros sin profesión

“Me tuve que ir a Italia a estudiar circo de manera profesional porque aquí no hay esas oportunidades”, recuerda Tatán Hernández mientras habla de sus inicios como artista. Este es el panorama de muchos de los cirqueros en Colombia, que llevan su talento a países europeos donde les ofrecen varios espacios de creación, educación y muestra de sus obras. “Son pocos los que realmente retornan al país porque el sector no está con tanta fuerza y el reconocimiento económico a la labor de los artistas es menor”, resalta Juan David Villa, director de proyectos de La Ventana Producciones, productora artística de la escena del circo en Bogotá.

Hernández también recuerda el gran choque cultural que vivió al llegar a un país en el que se reconocía a los cirqueros como artistas, con tanta importancia como la tiene un arquitecto, un ingeniero o un médico. A diferencia de sus intentos en Bogotá, donde no existe un título profesional para este arte e, incluso, donde quienes muestran sus espectáculos en un semáforo son considerados como personas que viven del rebusque y no como artistas de circo que ensayan, se esfuerzan y estudian para presentarse frente a un grupo de carros.

En Italia, según Hernández, el plan de estudios forma a un artista integral, con materias teóricas y técnicas como: historia del arte, formulación de proyectos, maquillaje, espacios propicios para la investigación en el área y las diferentes técnicas de circo como: acrobacias de piso, aéreas, equilibrio, manejo de objetos, entre otras, combinadas en el circo contemporáneo con la danza y el teatro.

En Colombia las posibilidades de estudio sí existen, pero son informales, las academias sobreviven con varias dificultades financieras y solo enseñan técnicas de circo. Algunas de las instituciones que realizan diversos esfuerzos para impulsar el sector del circo en Bogotá las puede conocer en la siguiente infografìa.

La Escuela Nacional de Circo Para Todos es de las instituciones más antiguas en las que se ofrece educación en diversas técnicas de circo. Ha apoyado la formación de cirqueros, inicialmente desde su sede principal en Cali y con su segunda sede ubicada en Bogotá. A esta escuela, Tatán Hernández intentó entrar antes de empezar a buscar espacios para estudiar las artes circenses fuera del país. “Mi experiencia me enseñó que esta escuela no es para todos”, comenta Hernández.

Cuando se presentó no miraron su experiencia ni su técnica, ni siquiera lo conocieron; solo con saber que tenía 24 años le respondieron que ya no servía para eso, que estaba muy viejo. Lo que pasa es que esta institución es solo para adolescentes que se encuentran en situación de vulnerabilidad muy alta de drogas, violencia, entre otras problemáticas. De acuerdo con Hernández, la dificultad que vivió no quita que los jóvenes educados en esta escuela tienen un gran nivel y varios cuentan con muy buenas oportunidades en Europa.

El centro Juan Bosco Obrero es otra de las opciones de formación en Bogotá y el único lugar que ofrece un técnico laboral en arte circense. Una iniciativa en convenio con el SENA que tiene el propósito de entregarle a los artistas una certificación avalada por la Secretaría de Educación, que les ayuda a constatar en el campo laboral sus estudios en el área. Según, Jhon Jairo Martínez, profesor del técnico laboral y artista de circo, aunque han sufrido dificultades económicas en el proceso, pudieron continuar gracias a la financiación de países como Suecia y Polonia, donadores tanto de recursos económicos, como de la nueva carpa que tienen los estudiantes para sus clases.

Martínez cuenta que el Estado les ha brindado recursos, pero están destinados a periodos de formación cortos que no garantizan un aprendizaje completo en la técnica que quiere realizar cada artista. “La gente casi que se pelea por esos recursos, el gobierno debería apoyar los procesos de escuelas que ya llevan una trayectoria y han logrado graduar personas” afirma el profesor y artista. Esta escasez también ha afectado la capacidad del centro para pagarle a los profesores.

“Conseguimos siete profesores para que enseñaran en este técnico que es totalmente gratuito para los estudiantes, pero apenas con un pago simbólico, eran voluntarios que querían vincularse a la enseñanza de este arte”, indica Martínez. Antes de esta convocatoria el dinero solo alcanzaba para que todas las clases las diera un docente. “Un solo profesor de circo no puede abarcar lo que necesita la formación en circo, es como si en una universidad un solo profesor dictara toda la carrera”, cuenta el artista.

La necesidad de un título universitario es tan ineludible en el campo laboral que los interesados en el arte circense también han optado por estudiar carreras profesionales afines. “Ellos empiezan a buscar en otras áreas los lenguajes y las formas del circo para combinar su formación”, afirma Juan David Villa, director de La Ventana Producciones. Las opciones pueden variar, desde la educación física, la gimnasia olímpica, arte dramático en La Universidad Central o artes escénicas en la Universidad Pedagógica o la Academia Superior de Artes de Bogotá (ASAB). Inclusive, en cualquier otra carrera tomando las electivas que algunas universidades ofrecen de arte circense.

Sobre este tema hay posiciones encontradas. Catalina del Castillo, exdirectora del programa de artes escénicas de la Universidad Javeriana, piensa que esta carrera es una formación profesional apropiada tanto para un actor de teatro como para un cirquero. Ella estudió en el programa de la escuela de circo de Londres y ahora es profesora de planta de esta carrera en la Javeriana y enseña técnica básica de circo, puesta en escena de circo y ensamble de circo.

“El programa piensa las artes escénicas como un fenómeno múltiple e integrado”, afirma Del Castillo. Cada estudiante tiene la opción de diseñar su propio perfil, entonces es una escuela que le permite al artista formarse según sus intereses. Según Del Castillo, esto es más sostenible porque si el circo, en algún punto, deja de ser el camino o lo estudiaron solo por una moda, pues tienen más opciones en el campo laboral. Actores, bailarines, investigadores, gestores culturales, críticos, dramaturgos, directores, coreógrafos, profesores y diseñadores de espectáculos son algunas de las opciones profesionales de este programa.

Cuando no se puede acceder a estas instituciones de formación porque los artistas deben trabajar o no poseen los recursos suficientes, hay cirqueros que se forman de manera autodidacta. Una manera de aprender circo de forma independiente es nutriendo su formación con maestros que vienen de afuera. “Artistas que de pronto viajamos y traemos información renovada de las técnicas de circo actuales”, comenta Andrea Martínez, creadora y directora de la compañía DosPuntos Circo, que se dedica a la investigación, creación y circulación de espectáculos de circo contemporáneo.

Como una herramienta que puede ayudar a complementar esta formación autodidacta, algunos lugares como La Gata Cirko, Vertigo y Gravedad Cero ofrecen espacios de entrenamiento. Lugares donde los artistas pueden realizar sus ejercicios con la facilidad de pedir prestados los equipos que necesitan. “El entrenamiento libre en los parques hace más difícil concentrarse”, explica Luisa Montoya, directora y creadora de La Gata Cirko, una compañía de circo contemporáneo.

Andrea Martínez y Tatán Hernández recalcan que aún cuando existe una precariedad en la formación de artistas circenses en Colombia, es importante estar lo mejor preparado posible para entrar en las dinámicas de competitividad que impone el sector. Campo laboral que no distingue el nivel de preparación que tiene cada uno de los cirqueros. Tatán Hernández explica que también por esto se fue del país. “Al momento de contratarnos no se tiene en cuenta nuestro nivel de destreza, profesionalismo y experiencia, así que suelen elegir a quién vende su trabajo más barato”, reflexiona Hernández.

En definitiva, la falta de profesionalización y reconocimiento a las artes circenses hacen que cualquiera pueda ser considerado un artista. “Según mi experiencia en Italia y como ellos ven este arte, un artista realmente es aquella persona que lleva años capacitándose para lograr un trabajo artístico de calidad, que tenga contexto, dramaturgia, nivel técnico y contenido completo en su puesta en escena”, aclara Tatán Hernández.