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PELIGROS DEL ESTIGMA

Por: Karen Sánchez y Luz Rojas

Julián Moreno, estudiante universitario, y su grupo tomaron un atajo mientras estaban marchando. Se encontraron con personas que los empujaron, según Moreno, por participar en la manifestación. “Pasamos junto a un grupo de gente que nos miró remal y nos estrelló así super fuerte, con los hombros así cruzando duro, como si no hubiera espacio”, afirma Moreno.

El peligro de estigmatizar la protesta es que genera tanto en los manifestantes, como en la Policía, una predisposición a la violencia. Para Lalinde, abogado de la EAFIT y autor del libro Elogio a la Bulla: protesta y democracia en Colombia, la presencia del cuerpo policial en las manifestaciones incita a la violencia. Y los manifestantes, a su vez, vienen preparados para la respuesta de la Policía:

“Habíamos hecho una vaca y habíamos comprado máscaras antigás como para estar más seguros, las teníamos puestas. Cuando nos vieron, mientras intentábamos volver a casa, quizás porque teníamos las máscaras colgadas en el cuello, un policía nos comenzó a tirar piedras. Por ahí en la zona de San Victorino. Nos vieron ahí pasando, obviamente ellos con sus cascos, y dijeron: ´Eso, hijueputas´ nos insultaban y nos tiraban piedras desde una esquina.” cuenta Julián Moreno, manifestante y estudiante universitario.

Para Lalinde este tipo de reacciones se explican porque la Policía ve a los manifestantes como una amenaza. Por esto mismo, las armas que utiliza la Policía para gestionar eventos de protestas parecen más para tratar a enemigos que a ciudadanos, afirma el experto. Esto revela que, “parece que el Estado les da tratamiento de seguridad y no de protesta”, argumenta el experto.

Nicolás Ortiz* participaba de las protestas estudiantiles en 2018 cuando resultó en un enfrentamiento con la fuerza pública. Tras el hostigamiento del ESMAD, Nicolás respondió de forma violenta y esto condujo a que lo capturaran. El joven fue montado en un carro particular, que no tenía identificación oficial y, a pesar de las reiteradas preguntas acerca de su destino, nadie le respondía. Para Nicolás este hecho resultó en una clavícula sin recuperar y en un cambio de visión hacia la protesta social: “yo soy de los que sigue saliendo, pero en otros tipos de espacios, todo esto me cobró la clavícula, respeto la acción directa y a los que usan la capucha, estamos en un país sin garantías”.

Según Sandra Botero, experta en derechos humanos, politóloga y doctora en estudios políticos, Colombia es un país donde el manejo de la protesta es muy militarizado por su historia de conflicto. Lo que se traduce en que la protesta sea vista como una amenaza de guerra y no como una herramienta para expresar el descontento, afirma Botero. En el siguiente apartado encontrarán un mapa hecho con la base de datos del profesor Jorge Gómez sobre los estudiantes caídos en protestas sociales en Colombia.

Según una investigación llevada a cabo por Indepaz en el año 2018, el colectivo indígena es uno de los más afectados por la estigmatización de la protesta. Esta organización afirma que la asociación del activista indígena como alborotador, guerrillero o delincuente conlleva un incremento en la violencia hacia este grupo. “La asimilación por gran parte de la población de estos calificativos respecto a los pueblos nativos y sus luchas conducen a incrementos en los niveles de violencia y a una alarmante pasividad respecto a estas agresiones” afirma el estudio. Hasta junio de 2020, Indepaz informó que solo este año habían sido asesinados 47 líderes indígenas. Una cifra que supera los casos totales de todo el año 2017.

Tomado de Indepaz: "Líderes indígenas asesinados".

Pero, no solo las personas tienen el estigma de la protesta social, sino también hay normas que refuerzan las ideas alrededor de la protesta. Para Lalinde, “la gente termina diciendo, prefiero no salir para que no me abran un proceso”. Para este experto el producto de estos estigmas es la creación de la desconfianza mutua. Es decir, el estado es poco tolerante hacia las manifestaciones y la ciudadanía la acepta poco. “Estamos en el peor país para las protestas”, argumenta Lalinde.

Escrito por Karen Sánchez y Luz Rojas. Fotografías: Luz Rojas