Uno de los efectos más visibles de esta contingencia sanitaria en la cotidianidad ha sido la aceleración abrupta de lo virtual. Un mundo digital cada vez más grande, que reemplaza cada vez más al mundo tangible; para muchos, navegado en profundidad por primera vez. Allí, profesores, periodistas culturales, papelerías, entre tantos otros, han procurado acomodarse para seguir. Otros más, también desde el ingenio, han encontrado otras oportunidades en esta compleja coyuntura. Es la historia, por ejemplo, de Gloria Balcero, una bacterióloga independiente que evitó la quiebra diagnosticando el Covid-19.
El reloj marca las 11:00 de la noche y el profesor Martín Rodríguez continúa editando uno de sus videos con los conocimientos que ha adquirido viendo tutoriales de edición durante la cuarentena. Está realizando el segundo de la serie sobre operaciones entre números racionales para publicarlo en su reciente canal de YouTube. Tras una larga jornada de clases sincrónicas (en tiempo real), de una hora con cada uno de los cuatro cursos de octavo grado, y después de haber revisado los ejercicios de los estudiantes, planea cómo resolver las dudas que tienen. Busca resumir en un video interactivo de 15 minutos lo que antes podía tratar en cuatro horas de clase.
“Yo siempre he pensado que si no hay afecto, no hay aprendizaje y desde la distancia el afecto es muy difícil que se dé”, menciona Martín, encontrando uno de los mayores problemas de esta forma de enseñar, además de los que ahora representa la compleja comunicación con sus estudiantes.
Martín trabaja en un colegio de carácter oficial en el que convergen diferentes clases sociales de la capital, por lo que la institución decidió que las clases en tiempo real vía plataformas virtuales no serían obligatorias. No obstante, Valentina Torres y Juan Díaz —dos de sus estudiantes— dicen que una forma de mejorar la comunicación profesor-alumno es haciendo clases virtuales en las que maestros y estudiantes estén conectados al mismo tiempo, pues así pueden expresar sus dudas de forma más fácil y construir conocimiento con sus compañeros.
César Salcedo, colega de Martín, es un profesor de Biología que trabaja con cuarto grado y ha encontrado formas de mantener una buena comunicación con sus estudiantes. “Cualquier niño va a entender lo que debe hacer en un juego, cosa que no pasa con las guías. Son actividades muy prácticas, como juegos en línea sobre la célula o cultivar una planta, que ellos pueden ir haciendo con sus familias y hasta los papás se notan emocionados cuando me mandan los videos de los chicos”, detalla.
Alejandro Álvarez Gallego, docente universitario y doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación, considera que uno de los grandes retos de la virtualidad es que se mantenga la motivación de los estudiantes por el aprendizaje. Para él, ahora es posible que se contemplen dentro del proceso enseñanza-aprendizaje una serie de herramientas que antes solo se habían destinado para el ocio o fines recreativos. Sin embargo, aclara que estas estrategias no reemplazan la escuela, pues “funcionan si y solo si están acompañadas por la acción pedagógica del maestro”. Una guía dentro de todo el conocimiento al que se puede acceder y una figura con la que el estudiante establece una relación más allá de los contenidos.
Como ellos, todos los profesores de más de 850.000 colegios públicos y privados de Bogotá, según cifras del último boletín estadístico (2018) de la Secretaría de Educación, debieron acogerse a las medidas decretadas por el Ministerio de Educación Nacional de virtualizar las clases desde el 16 de marzo hasta, por lo pronto, finales de julio.
Todos los lunes a las 7:00 de la mañana, Maritza Gómez debe subir las actividades de la semana que propone para sus estudiantes de preescolar a la plataforma del colegio y al grupo de WhatsApp que tiene con los padres de familia. Adjunta un cronograma en el que les indica qué deben hacer cada día de la semana, así como los videos y las instrucciones para que los niños realicen las actividades.
Maritza trabaja en un colegio distrital al sur de Bogotá, ubicado en el sector de Patio Bonito, en el que muchos padres son recicladores, trabajadores de Corabastos o viven del día a día. Semanalmente adquieren un plan de internet móvil y descargan los documentos necesarios para la educación de sus hijos. Así que la profesora se preocupa por enviar las actividades el lunes; unos días después el plan de internet que compraron habrá caducado.
La conexión a internet es un factor que condiciona las estrategias de los maestros. Si bien Bogotá lideró el indicador entre todos los departamentos (incluido al ser Distrito Capital) en cuanto a la conexión fija de este servicio, aproximadamente solo uno de cada cuatro habitantes en la capital tiene internet fijo. Así lo reveló el último boletín trimestral del año 2019 presentado por el Ministerio de Tecnologías de la Información y la Comunicación.
A pesar de ello, Maritza Gómez intenta proponer actividades lúdicas y significativas para que niños de 4 o 5 años desarrollen la corporalidad y se encaminen en su proceso de lecto-escritura. Instrucciones claras pero cortas que permitan una fácil comprensión de las actividades y videos explicativos fugaces para que no ocupen espacio en la memoria del celular de los padres.
“Es muy difícil para mí evaluar cualitativamente un proceso viendo una foto o un video de 10 segundos del niño en el que noto que están siguiendo el guion de lo que la mamá les dice que hagan”, menciona Maritza. Aunque dice que comprende la situación, “porque en algunas familias, si compran internet, no comen, o tienen varios hijos que comparten el mismo dispositivo telefónico para avanzar en su proceso educativo”.
David Sánchez, doctor en Educación y profesor del Instituto Alberto Merani, colegio caracterizado por la innovación de sus metodologías pedagógicas, afirma que en estos momentos “la educación es la misma, lo único que ha cambiado es el medio, lo que pasa es que ahora se desnudó”. Para él, se hacen evidentes las inequidades sociales como la falta de wifi gratis y los dispositivos tecnológicos. Añade que, por ejemplo, en la educación virtual se ha dejado de lado la situación de las personas que necesitan educación especial o que tienen algún tipo de discapacidad.
Con ‘Aprende en casa’, la Secretaría de Educación del Distrito ha impulsado una serie de estrategias para facilitar el acceso remoto a estudiantes de instituciones educativas distritales, sobre todo para apoyar el proceso de quienes están en etapas preescolar y primaria. Maritza, junto con otros de sus compañeros, hacen uso de herramientas como la franja educativa del Canal Capital, que se presenta de lunes a viernes de 7:00 a.m. a 10:00 a.m. y se repite de 2:00 p.m. a 5:00 p.m.
En el sitio web de dicha iniciativa se encuentran múltiples herramientas para maestros, directivos, estudiantes y padres de familia. También hay un banco de contenidos y actividades de forma gratuita para que todos los docentes tengan acceso a este, que ya alcanzó más de 10.000 vistas.
Una maestra de un colegio privado ubicado al norte de la capital, quien pidió mantener oculta su identidad, ha estado sentada frente a su computador todo el día. Cuando termina su primera jornada laboral, a las 4:00 de la tarde, empieza la segunda:
Responde un mensaje de un padre de familia reclamando sobre la metodología de las clases sincrónica: materiales como guías, videos y ejercicios; un correo de un directivo que le pide evidencia de su trabajo o le asigna una reunión, y una notificación de un estudiante con inquietudes. Cae la noche y continúa repitiendo este patrón. Recuerda que le recomendaron hacer pausas activas cada tanto y que no ha organizado lo correspondiente a su función administrativa como coordinadora de las presentaciones de los estudiantes para graduarse de su IB (Bachillerato Internacional).
La docente desarrolla clases virtuales por medio de diferentes plataformas, así como guías para los estudiantes, uso de páginas interactivas y videos de su autoría en momentos asincrónicos. Reconoce que están las herramientas y que a futuro pueden aportar y reducir el trabajo, pero que adecuarlas le ha llevado bastante tiempo.
Alejandro Álvarez Gallego explica que con la educación virtual padres, estudiantes y maestros se ven agobiados con el volumen de trabajo que ha ido en aumento. Afirma que uno de los grandes retos en las instituciones educativas es “diseñar planes de estudio de manera articulada que logren disminuir la carga laboral y académica, vinculando estratégicamente diferentes áreas de conocimiento”. De tal modo, sería posible profundizar y darle más relevancia y significado al aprendizaje, partiendo desde el contexto actual de la pandemia.
En un colegio rural del municipio de Pasca, de lunes a viernes la maestra de Matemáticas Luz Vergara llegaba antes de las 7 de la mañana al colegio, donde tenía 22 horas de clase a la semana en los grados undécimo y séptimo. Con sus “ángeles” más pequeños, como ella prefiere llamarlos, realizaba actividades en grupo para que descubrieran algunas relaciones matemáticas y luego formalizaran el conocimiento y lo consolidaran en talleres. En los cursos de último año su propuesta era fortalecer la comprensión lectora de temas matemáticos y encaminarlos en un proceso autónomo, solucionando dudas puntuales.
Pero desde hace dos meses ha tenido que modificar su forma de enseñar. Las primeras tres semanas de confinamiento, la Secretaría de Educación de Cundinamarca decidió suspender las actividades académicas para que todos los docentes pudieran planear sus nuevas formas de impartir clases. Ahora, cada 15 días los padres deben recoger las guías que proponen los maestros y entregarlas solucionadas por sus hijos para que sean calificadas.
Luz intenta explicar cada punto de forma muy detallada, pero ha descubierto que el universo de la interpretación es infinito. “Un papá trabaja todo un día al sol para poder bajar las guías al pueblo, para que yo se las devuelva y le diga que está mal. No sé qué más puedo hacer para explicar los temas por medio de una guía”, menciona.
En los cursos más altos, la comunicación se da por correo electrónico y por WhatsApp, “pero las dinámicas del campo son diferentes, entonces ellos tienen más facilidad para conectarse en la tarde, así que mi horario laboral dura todo el día”, detalla Luz. Intenta hacer videos cortos para que el internet lo soporte; pero en caso de que no, se comunica por una llamada telefónica, esperando que su estudiante haya imaginado bien lo que ella le quiere enseñar.
La Secretaría de Educación de Cundinamarca ha dispuesto el programa ‘Cundinamarca aprende en familia’, en el que se han reunido una serie de contenidos con base en lo propuesto por el Ministerio de Educación en el ‘Portal educativo Colombia aprende’. Los contenidos del programa fueron preparados desde sectores públicos, privados y de la sociedad civil para seguir educando a los niños del país en este momento de emergencia sanitaria.
Maestras y maestros de la capital y sus alrededores buscan seguir en su labor sin importar las brechas o dificultades e ingenian nuevas formas de seguir enseñando. “Algunos consideran que no debería haber colegio, yo creo que sí. La escuela tiene otras posibilidades de acercarse a la gente y de transformarla”, concluye Luz. Estos docentes desean volver a la presencialidad, aunque por lo menos quedan meses para que esto ocurra.
Por: Paula Rodríguez
Entre los oficios que se han visto más afectados por la pandemia están los que existen en la escena cultural. Al no tener un porvenir claro de cuándo reanudarán los eventos y reuniones sociales, las personas que allí trabajan están en la tarea de hallar alternativas para continuar con su empleo durante el distanciamiento social obligatorio.
Este es el caso de Eduardo Galeano y Sebastián Narváez, dos periodistas culturales que, a la par de adaptarse y mantener el oficio vivo en cuarentena, trabajan para que se reconozca la importancia del periodismo cultural en Colombia, ese periodismo que le da visibilidad y voz a los protagonistas de la cultura nacional.
Ambos denotan que el periodismo cultural en el país, incluso antes de la pandemia, llevaba un buen tiempo en declive. Tan solo en los últimos años se presenció el cierre de Vice Colombia, Arcadia y Metrónomo, espacios donde ellos y muchos más periodistas podían llegar a impregnarse de este tipo de prensa y ejercerla. Esto llevó a que los periodistas que querían trabajar en el ámbito cultural tuvieran más difícil encontrar lugares donde ejercer su oficio, o que simplemente no fuera fructífero realizarlo del todo. Lo cual, junto a una escena cultural que estaba experimentando gran crecimiento y tuvo que frenar de golpe, deja mucha incertidumbre sobre su futuro.
Con los cambios que trajo la pandemia, los dos periodistas tuvieron que adaptar su forma de trabajo para acomodarse a la nueva forma de ver el mundo. En las primeras semanas, el enfoque estuvo en cubrir los conciertos virtuales que hicieron los artistas para evitar perder el contacto con su audiencia. Sin embargo, con el tiempo el panorama cambió a enfocarse en otros aspectos de la industria cultural que también han destacado gracias a la cuarentena, como las políticas públicas respecto al porvenir de los artistas; la importancia y valor de espacios culturales como los venues, donde toman lugar desde conciertos hasta galerías de arte, o el manejo de ciertos gestores culturales como bibliotecas, museos o fundaciones. Tanto Sebastián como Eduardo sienten que ahora es el momento indicado para replantear las formas en las que se hace periodismo cultural, adaptando la cotidianidad en el hogar bajo la cual vivimos ahora.
Esto se puede ver en el cambio que hubo con las historias que ellos han decidido contar últimamente. Por un lado, Eduardo piensa que “uno de los aspectos más importantes para el periodismo cultural actualmente es el trabajo que se hace desde lados más independientes. Si las empresas grandes no dan espacios o lugares para hacer de este oficio sustentable, los periodistas deben empezar a moverse por su cuenta”. Él ha trabajado con personas influyentes en la escena como Elenemigo (Juan Antonio Carulla), quien hace tanto reseñas como análisis de músicos locales; ha tratado temas como la música local y los artistas de manera independiente, y ha querido hacer buen periodismo musical, existan o no espacios grandes para hacerlo.
Por su parte, Sebastián recalca la importancia que tiene el impacto del aislamiento en todos los productos que se realicen a día de hoy, enfocándose en cómo el distanciamiento social se va a ver cada vez más presente en la gran mayoría de proyectos culturales y mostrando el cambio social que este trajo consigo. También menciona ciertos cambios que tuvo que adaptar a su oficio como periodista, como pasar de entrevistar a sus fuentes en persona, a normalizar hablar con todo el mundo por videollamada. Actualmente, junto a su oficio periodístico, cada uno se encuentra sumergido en proyectos personales, aportando, a su manera, a la construcción de un espacio para las personas que quieran hacer este tipo de periodismo.
Sebastián es director de Sudakas Podcast, donde habla con artistas prominentes y en ascenso de la escena local colombiana, discutiendo temas como sus influencias, su música y su situación actual. Esto con apoyo de Cerosetenta, una revista digital creada por el Centro de Estudios en Periodismo (CEPER) de la Universidad de los Andes. También es editor y curador de una exposición artística y, de vez en cuando, escribe para medios nacionales e internacionales; lo último que escribió fue una reflexión acerca de los conciertos virtuales para la plataforma Gladys Palmera.
Eduardo, por su parte, está trabajando en un proyecto de periodismo musical independiente junto a Elenemigo, otros periodistas culturales y varias personas que escriben sobre cultura. Además del periodismo, también se dedica al community management (auditor de una marca en redes sociales) hablando de música, otra fuente de ingresos. En su esfuerzo por darle al periodismo musical tanto la seriedad como el reconocimiento que merece, expresa el valor que publicaciones como Arcadia brindaban al medio. Trabajando allí, pudo apreciar el rigor y la dedicación que requiere hacer “buen periodismo cultural”, y eso mismo es lo que él quiere plasmar en su trabajo.
Respecto a la situación de la industria cultural, la escena local y como se ve su futuro, Sebastián dirige su mirada hacia otras realidades que siente “requieren más atención”. “En este momento el enfoque debería estar en otras prioridades como la salud o la economía, y más adelante se podrá trabajar en reavivar la escena cultural”, manifiesta. Al respecto, Eduardo pronostica cómo los eventos deberán ser reuniones pequeñas, recuperándose poco a poco para que las personas que viven de la industria como músicos, periodistas, roadies (técnicos y personal de apoyo logístico de un grupo musical), etc., tengan con qué subsistir.
Sin embargo, los dos coinciden en que la industria cultural en el país debe reinventarse. Según ellos, todos hacemos parte de un mismo ecosistema, desde periodistas y músicos, hasta productoras y realizadores culturales. Al comprender esta relación que une a tantas personas bajo un mismo techo, al igual que los problemas que existen dentro de esta —como festivales que no le pagan a las bandas nacionales o cadenas de radio que solo pasan música de afuera—, se podrá reinventar a la industria para que beneficie a todos sus involucrados.
Ambos periodistas dirigieron unas palabras a las personas que quieran aventurarse a hacer periodismo cultural. Por su lado, Eduardo anima a buscar historias que quieran contar y trabajarlas: “les diría que trasciendan […], nosotros como periodistas tenemos unas herramientas que nos permiten profundizar sobre la industria musical y el entramado estructural que esta es”. Mientras tanto, Sebastián alienta a los futuros periodistas culturales del país a ver todos los productos que hagan como un documento histórico, en el cual se esfuercen para retratar la realidad que están viviendo en ese momento y logren dejarle al lector algún mensaje que sea atemporal.
Los periodistas manifiestan que este oficio en Colombia no se debería hacer únicamente con la intención de ganar dinero, ya que, en primer lugar, no es una de las profesiones más rentables que existen en el país, en cambio, es un trabajo que se hace, sobre todo, “por amor al arte”, en el cual se debe trabajar con constancia y rigor para que en un futuro el papel del periodista cultural tenga el reconocimiento que merece, llegando a ser un oficio rentable.
Respecto a los medios de comunicación masivos, estos han vivido la crisis de manera más tenue que comunicadores más pequeños, pero eso no implica que no debieron adaptarse. Esto, según Héctor Mora, productor de radio y televisión con experiencia en cultura y música, quién actualmente trabaja produciendo contenidos para Radiónica y RTVC.
Para Héctor, su trabajo se ha visto afectado de distintas maneras por la cuarentena, comenzando por el cambio que hubo en los flujos de trabajo a los que estaba acostumbrado y la adaptación 100% virtual de su oficio. También menciona como “se han limitado muchísimo los desplazamientos y se ha transformado la manera como nos expresamos […], porque al no tener un referente visual todo el tiempo, a veces la lectura de las reacciones del ser humano, o ciertas cosas que le dan mayor calidez a la forma de abordar problemas, se pierde”.
Medios grandes como Radiónica han tenido que diseñar mecanismos para cumplir con las demandas tecnológicas, lo cual aumenta el nivel de rigurosidad que deben tener en la labor diaria. Actualmente, Héctor transmite su programa de radio desde el hogar, esto gracias a equipos que le suministró la Radio Nacional de Colombia para garantizar la mayor calidad de sonido posible. Ahora, a pesar de que no se vea con su equipo de trabajo diariamente, esta nueva modalidad es un proceso en el que todos deben participar al unísono desde casa para que cada programa salga bien.
Desde su perspectiva, como anfitrión de un programa de radio cultural, siente que tiene el deber de acompañar a las personas y no desconocer la gravedad de la situación actual, tomándose la libertad de crear bandas sonoras que estén junto a la gente durante estos tiempos y formen un espacio de entretenimiento diferente al habitual, usando la música como un recurso para “aliviar a las personas”.
Héctor ve el futuro de la industria cultural con buenos ojos: “Esta se basará tanto en crear buenos contenidos, como en la importancia del análisis y la estética, más allá del entretenimiento y la comercialización. Lo cual permitirá que nazca una nueva forma de distribución cultural e, incluso, que sea más fuerte de lo que era antes.” Así mismo, anima a los periodistas culturales a adaptarse y ser recursivos a nivel de redes, que puedan ser arriesgados y emitir análisis con mayor propiedad, pero con responsabilidad periodística frente a la calidad de la información y su papel como informadores. A modo de reflexión, invita a las personas a continuar compartiendo la cultura y no dejarla morir, dándole la importancia que tiene como “forma de expresión del pueblo”, pues crea memoria y cumple un rol de esperanza y distensión para las personas.
Otras personas que no ejercen el periodismo pero también viven de la industria se han visto igualmente afectadas por el repentino choque que tuvo. Hallándose en una situación en la que deben encontrar alternativas para continuar con su gestión cultural, sin violar las normas impuestas por el gobierno o arriesgar la salud de las personas.
Es el caso de Hernán Díaz, director de Casa Cultural Teatro Tabogo (CCTT), un venue de gestión cultural que se centra en tópicos como el arte, el teatro y la gastronomía.
Por manejar un espacio presencial, el venue se vio forzado a cerrar completamente, aplazando tanto proyectos como relaciones con profesores, proveedores y colaboradores. Como cualquier otro negocio, probaron varias alternativas online que sustituyeran la necesidad de estar presencialmente y además sirvieran para apoyar a varios artistas y desarrolladores culturales con algún ingreso fijo.
A pesar de ofrecer servicios gratis y pagos, las personas no contribuyeron. “Comprendo la necesidad de las personas de no gastar dinero en cosas que no sean indispensables, lo cual es entendible y pone sobre la mesa los retos que tiene la industria cultural para conectar con las personas mientras todo vuelve a la normalidad”, reflexiona Hernán.
En la situación en la que se encuentra CCTT, va a ser un desafío hallar una forma de adaptarse completamente. Ya que, teniendo en cuenta los costos fijos que manejan, como el local, los servicios y una nómina amplia, mantenerse a flote durante la pandemia será un trabajo arduo. Además, Hernán manifiesta que a pesar de la iniciativa de varios gestores culturales de migrar a servicios online para mitigar gastos, sigue siendo bastante difícil conseguir un ingreso fijo. Más aún, cuando no han recibido ni siquiera algún apoyo o anuncio por parte del gobierno durante estos tiempos inciertos.
A pesar de todo, Cine Cultural Teatro Tabogo, así como tantos otros, espera mantenerse firme durante esta crisis, teniendo como prioridad cumplir su objetivo de apoyar el arte y la cultura de la ciudad. Próximamente continuarán migrando la mayoría de sus productos y servicios al mundo online hasta tener una plataforma completamente digital, y se mantendrán al tanto de los lineamientos del gobierno para ver si podrán reabrir sus puertas en algún futuro cercano.
Los periodistas y realizadores culturales, por su parte, esperan que se reconozca el trabajo de las personas que se esfuerzan para demostrar la importancia que la cultura tiene en la cotidianidad. Al igual que las demás industrias, la cultural está compuesta por varias piezas de un rompecabezas, las cuales, al estar unidas, forman una parte esencial de la sociedad, gracias a la cual podemos hacer más amenos los días en cuarentena mientras el mundo vuelve a la normalidad.
Por: Julián Sotelo
Durante la habitual alocución presidencial que se emite todos los días a las 6:00pm para el programa de Prevención y Acción, el pasado martes 5 de mayo el presidente Iván Duque, junto con José Manuel Restrepo, ministro de Comercio, Industria y Turismo (MinCit), anunciaron la lista de sectores que volvieron a operar para reactivar la economía del país. Entre ellos, se encuentra el sector comercial, en el que están incluidas las papelerías. "Vamos a extender la cuarentena, pero recuperando espacio de vida productiva", señaló Duque.
El proceso de gradualidad en la reanudación de actividades productivas inició a partir del pasado 11 de mayo. De acuerdo con Restrepo, esto no quiere decir que para esta fecha se retomaron actividades libremente, pues el sector comercial está en la obligación de cumplir con una serie de protocolos y permisos de bioseguridad, establecidos y expedidos tanto por el MinCit como por el Ministerio de Salud (MinSalud). Lo anterior, según el Gobierno, con el fin de cuidar de la vida de los colombianos y contribuir a la generación de ingresos y a la protección del empleo en sectores productivos. Dichos permisos son evaluados por las alcaldías o autoridades locales, según sus propios lineamientos.
Teniendo en cuenta que a partir del 16 de marzo el primer mandatario ordenó que las instituciones de educación tanto públicas como privadas no tendrán más clases presenciales, con el objetivo de proteger la salud de sus miembros y evitar la propagación del virus, las papelerías que están ubicadas cerca a colegios y universidades han sido las más afectadas por la pandemia, pues dependen casi que exclusivamente de la presencia de los estudiantes. Para finales de mayo, dos meses después del simulacro de aislamiento en Bogotá, las papelerías de la capital, como otros sectores comerciales, están en búsqueda de salidas por el duro golpe económico ocasionado por la cuarentena.
“No ha sido fácil, inclusive con la reactivación del sector comercial, realmente no veo viable abrir el negocio, porque nuestra papelería al estar ubicada tan cerca a una universidad depende 100% de la misma, pues allá no hay gente que acceda a esa calle si no es porque va a la universidad”, dijo Hilda Lucigniani, dueña de “Hilu Papers”, una papelería ubicada frente a la Universidad Externado, sobre la calle 12, en el Centro de Bogotá.
Otro caso es el de Esperanza Pineda, dueña de la papelería “Mil copias”, quien también depende en su totalidad de estudiantes universitarios. “Prácticamente he perdido todo, podemos abrir la papeleria, pero, ¿a quién le vamos a vender?”, se pregunta Esperanza.
Parte de las ganancias obtenidas por estas papelerías se utiliza no solo para subsistir y cubrir sus necesidades básicas sino también para pagar salarios, cánones de arrendamiento, servicios de internet, teléfono, agua, luz, gas, televisión y nómina, entre otros más. Al no recibir ganancias debido a las restricciones por el confinamiento, los dueños de las papelerías deben buscar soluciones.
Sandra Peña, quien es dueña de “Kasali”, una papelería ubicada cerca a varios colegios del barrio Alquería La Fragua, en la localidad de Puente Aranda, se ve inmersa en una situación similar a la de sus colegas. Pese a ello, Sandra ha logrado vender sus productos y servicios aunque en una escasa proporción, ya que solo está autorizada a abrir su local de 12:00pm a 11:59pm y con los protocolos de bioseguridad básicos (uso de tapabocas, guantes, careta, gel antibacterial y alcohol). Estos protocolos son exigidos por la resolución 666 de 2020 de MinSalud y deben ser aprobados con antelación para entrar a operar. Además, Sandra actualmente está a la espera del permiso que debe emitir la Alcaldía, trámite establecido a través de los decretos 121, 126 y 128 de 2020, en los cuales se exige un registro previo tanto del establecimiento como de los empleados y contratistas. Igualmente, deben anexar el protocolo establecido de bioseguridad, el plan de movilidad segura y comprometerse a presentar un reporte diario del estado de salud de los empleados para descartar síntomas de Covid-19.
Hilda, Esperanza y Sandra, al igual que otros cientos de dueños de pequeñas y medianas papelerías informales, han tenido que adecuarse a la situación, creando estrategias que ayuden a mantener a flote sus negocios, sus empleados y sus sueños. Por esto, por medio de redes sociales como Facebook e Instagram, los dueños se “reinventan”, vendiendo por internet sus productos y servicios a través de domicilios. Un ejemplo de ello es Hilda, quien expresa que: “el uso de la publicidad en Facebook e Instagram fue clave, pues esto sirvió para que además de los estudiantes del Externado personas que no hacen parte de la Universidad nos estuvieran contactando para pedirnos servicios de papelería. Adicional a esto, como a los estudiantes no les gusta leer en computador, nos envían vía virtual los archivos para que nosotros se los imprimamos y así ellos puedan leer en físico”. Esta nueva forma de adaptación ha traído consigo algunas dificultades para poder cumplir con todos los domicilios a tiempo, puesto que son ellos mismos quienes realizan las entregas.
Pese a esto, los entrevistados afirman que a pesar de tomar medidas para contrarrestar las pérdidas que ha traído consigo la cuarentena, algunos colegios y universidades acaban de salir a vacaciones y el resto, exceptuando ciertos casos, están por hacerlo. Generalmente, estos negocios se abastecen económicamente durante estas épocas previas al fin del ciclo educativo, con el fin de compensar la falta de productividad que tendrán en los siguientes meses. Este periodo de confinamiento tomó por sorpresa a la mayoría de estos negocios, que han empezado a implementar alternativas productivas para adecuarse a esta coyuntura. Sin embargo, estas alternativas llegaron justo al final del periodo educativo. De manera que, a pesar de que algunas intentaron reinventarse, estas medidas parece que no serán de mucha ayuda por ahora.
“Toca volver a empezar desde cero y es realmente muy triste tener que coger mis cosas y meter todo en una caja, salir e irme. Un negocio que uno ha construido con cariño, amor, tiempo y dinero no se puede acabar así”, expresa Esperanza, quien con pocas expectativas frente a la crisis sanitaria, ha perdido la fe.
Con el objetivo de enfrentar todas las pérdidas causadas por este aislamiento preventivo, los dueños de las papelerías cuentan con que el Gobierno Nacional tome las mejores decisiones para que se pueda reactivar la economía lo antes posible. Sin embargo, se han creado confusiones. Ante la emergencia sanitaria, el Gobierno anunció la creación de un programa especial de garantías, “Unidos por Colombia”, con $12 billones de pesos y respaldado por el Fondo Nacional de Garantías (FNG), lo que les permitiría a los dueños de las micro, pequeñas y medianas empresas mitigar el impacto económico generado por la pandemia del Covid-19 sobre sus finanzas, para sostener sus negocios, evitar despidos masivos y problemas económicos y de liquidez. No obstante, los dueños de estas papelerías al no ser MiPymes (micro, pequeña y mediana empresa) les es imposible acceder a estos alivios pues para ser considerado MiPyme deben reunir lo indicado en los decretos 2706 de 2012 y 3019 de 2013. Bajo esta premisa, estas papelerías, al ser establecimientos de comercio informales, no pueden acceder a ello.
Dos semanas después de que el presidente Iván Duque anunció la reapertura de este sector comercial, Sandra Peña afirma que: “las medidas implementadas por el Gobierno para apoyar a las papelerías nos han afectado bastante, porque dicen una cosa pero sucede otra. Llevamos desde el 11 de mayo esperando a que nos acepten el permiso para reabrir nuestro local, pero nada que responde la Alcaldía. Estamos a la expectativa de que el sector financiero apoye y abra posibilidades para que podamos acceder a dichos recursos”.
Mientras se consolidan las propuestas del Gobierno, las papelerías empiezan, aunque lentamente y con ingeniosas soluciones, a retomar sus actividades, con el anhelo de que el mañana sea mejor.
Por: Juanita Ordoñez
La nueva amenaza para el sistema de salud pública, el Covid-19, no solo ha tomado miles de vidas alrededor del mundo, incluyendo las de muchos médicos, sino que también se ha llevado consigo importantes oportunidades laborales de emprendedores de la salud, profesionales que han decidido ser independientes, es decir, que dependen de lo que día a día llegue a su propio laboratorio o consultorio.
En Colombia, se han presentado diversas denuncias por parte de profesionales de la salud exigiendo los implementos necesarios y garantías que les permitan participar activamente en la contención del virus sin poner en riesgo inminente su vida. Según un informe del Instituto Nacional de Salud (INS), para el 21 de abril se registraron 169 casos de Covid-19 en personal de la salud y se estableció que 125 resultaron directamente contagiados en el ejercicio de su profesión. A esto se le suma el miedo que sienten estos profesionales al salir a las calles con sus uniformes, pues han sido agredidos y discriminados en varias ocasiones bajo la premisa de que portan el virus y pueden contagiarlo. El panorama no parece satisfactorio para el gremio de la salud.
Gloria Cecilia Balcero es una bacterióloga egresada de la Universidad Javeriana, quien hace 2 años montó de manera independiente su laboratorio bacteriológico, Advance Laboratorio Clínico, ubicado en el edificio médico Izka en la localidad Barrios Unidos, en Bogotá. Gloria afirma que todos los profesionales de la salud se han visto afectados de alguna manera gracias a la llegada del Coronavirus. “El primer mandato fue que por favor no asistan a los servicios de urgencias a no ser que sea completamente necesario y de extrema urgencia. La gente por el mismo miedo en la cuarentena, a los sitios a los que más evitan ir son los centros médicos, los consultorios y los laboratorios”, expresa la bacterióloga. Esto podría no ser exclusivamente por la advertencia gubernamental que promueve el no salir de casa a no ser que se presente un caso extremo, sino que también podría dar cuenta del pánico que sienten algunas personas hacia los trabajadores de este gremio.
Gloria cuenta que incluso las grandes IPS han tenido graves problemas económicos, pues han tenido que frenar muchos procedimientos que no pertenecen a la primera necesidad como podrían serlo cirugías plásticas, citas de consulta externa, odontología estética y demás procedimientos que si no son llevados a cabo, no comprometen el estado vital de un paciente. “De por si la economía de la salud se encuentra en déficit o en el borde, nunca con márgenes positivos. Entonces que en una semana baje el volumen de pacientes afecta muchísimo”, asegura.
La pandemia ha afectado el flujo de pacientes a su laboratorio: “A mí como profesional de la salud independiente me iba muy bien antes de la cuarentena, los pacientes acudían con órdenes médicas o por voluntad propia, atendía en promedio 50 personas al día, hoy atiendo al menos a cuatro. Además, antes existían contratos con entidades de salud, pero ahora nada. Lo que hacen las grandes IPS es enviar a sus servidores a vacaciones no remuneradas, incluso cancelando contratos para salvaguardar el dinero y evidentemente no habrá contratos para trabajadores independientes”. Esto ha afectado de manera significativa la prosperidad económica del laboratorio, sin pacientes se imposibilitan los ingresos, sin embargo, siguen existiendo responsabilidades como arriendo, impuestos y compra de implementos médicos.
“Junto con esta emergencia sanitaria vino el riesgo de tener que cerrar el laboratorio”, expresa Gloria. Tras la existencia de este riesgo, la bacterióloga ha tenido que reinventar sus labores para rescatar el proyecto en el que ha trabajado por más de 5 años. Dentro de las nuevas metodologías de trabajo adquirió un cargamento de las llamadas pruebas rápidas para detectar el agente infeccioso del Covid-19 en la población.
“Se trata de pruebas que pueden realizarse por diversas metodologías y, de acuerdo con el tipo de prueba, tienen diferente capacidad diagnóstica, tienen ciertas características en común: tiempo de ejecución de 20 minutos o menos (por eso su denominación de rápidas), necesitan equipamiento mínimo, pueden realizarse fuera de un laboratorio y tienen incorporados sistemas de control de calidad interno”, explicó un informe reciente del Ministerio de Salud. En Advance Laboratorio Clínico dichas pruebas cuentan con el sello del Invima, que corroboran que son reales y arrojan resultados contundentes. De acuerdo con Gloria, las pruebas rápidas se aplican para algunos pacientes que podrían tener coronavirus, pero no presentan síntomas, por lo cual, según ella, en estos pacientes no se justifica la utilización de una prueba común.
Estas pruebas rápidas son basadas en detección de anticuerpos, como lo asegura la bacterióloga. “Se trata de pruebas rápidas que detectan la presencia de anticuerpos IgM/IgG específicos contra el SARS-CoV-2 (Covid-19) como respuesta inmune durante las diferentes fases de la infección”, documentó MinSalud en dicho informe. Por lo cual, logran determinar si el paciente ha tenido contacto con el agente infeccioso en algún punto. Entre los distintos resultados que arroja esta prueba están quienes en algún momento han tenido el virus, pero han conseguido crear mecanismos de defensa que inhiben que el agente infeccioso genere síntomas. También sirve para eliminar sospechas de posibles casos positivos de Covid-19, sin utilizar las pruebas más costosas, que podrían usarse en pacientes con sintomatología.
Las pruebas rápidas cuestan alrededor de 75 mil pesos mientras que para la prueba confirmatoria por laboratorio para Covid-19, la común, “no hay regulación tarifaria; está a opciones de mercado porque son exámenes que entran recientemente y se deben establecer las escalas de precios”, aseguró a El Tiempo Luis Alexander Moscoso, viceministro de Salud Pública y Prestación de Servicios. Sin embargo, el funcionario indicó que “en Bogotá, por ejemplo, Idime cobra por la muestra molecular 250.000 pesos por la toma a domicilio”.
La disposición de las pruebas rápidas ha permitido que el laboratorio de Gloria continúe funcionando. El protocolo de atención para los pacientes que llegan para realizarla, ya sea por curiosidad o por necesidad, consiste, primero, en “las tres del coronavirus”, en palabras de Gloria, cuando se le pregunta a través de una encuesta telefónica al paciente si ha presentado cierto tipo de síntomas, si sospecha que ha estado en riesgo de contagio, si vive con alguien contagiado o si tiene alguna enfermedad preexistente que lo haga vulnerable al contagio. Esta primera faceta ocurre bajo lazos de confianza entre médico y paciente, pues es imposible corroborar que efectivamente han cumplido con la cuarentena o están libres de riesgo. Tras atravesar este primer filtro, se debe ingresar al edificio con todas las medidas de sanidad pertinentes, entre ellas el uso obligatorio de tapabocas, lavado de manos y desinfección de zapatos con alcohol. Es claro que Gloria está expuesta a que alguno de sus pacientes realmente pueda ser sujeto de riesgo, pero afirma que precisamente para ello trabaja, para ayudar a disminuir la curva de contagio identificando efectiva y rápidamente posibles positivos del Covid-19.
Además de contar cómo ha tenido que reinventar su trabajo para sobrevivir en tiempos de pandemia, se le preguntó si estaría o no dispuesta a colaborar con el gobierno nacional para la emergencia sanitaria y dejar de lado su independencia, a lo cual Gloria se mostró en completo desacuerdo. Explicó que no trabajaría para el gobierno, no porque no quiera servir a su país, sino porque no existen garantías para los médicos en Colombia: “no existen garantías sociales y económicas para los médicos, yo al gobierno no le merezco nada, únicamente pago impuestos. Pero yo no tengo prima, ni cesantías, ni tengo un seguro y así como estoy yo están el 80% de los trabajadores de la salud y las personas que sí están contratadas. Un gran porcentaje está contratado con prestación de servicios, pero nadie tiene vacaciones y aparte de todo, muchos tienen unos salarios que no corresponden con la cantidad de horas que sacrifican en su profesión”. Esta es la razón, afirma Gloria, por la cual optó en un principio por la independencia.
A pesar de las dificultades que atraviesa esta bacterióloga independiente debido a los problemas de salud actuales, gracias a la venta de pruebas rápidas para el diagnóstico de Covid-19 ha conseguido reinventarse para encontrar solución al desempleo generado por la llegada de esta inesperada crisis sanitaria. Aportando desde su independencia a la detección oportuna de víctimas del coronavirus, contribuye también con información útil para la Secretaría de Salud en su tarea de actualizar la lista de casos confirmados y, así, prevenir el contagio masivo.
Por: María Valentina Matiz