@gabissvargas Unir II.
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Tras 45 minutos intensos de lluvia, el granizo que cubrió una buena parte del noroccidente de Bogotá comenzó a derretirse con la salida del sol. A las 2:10 de la tarde del miércoles 22 de noviembre, los niños del barrio Gran Granada salieron con abrigos, orejeras, gorros, guantes y botas a jugar en los parques de sus conjuntos lanzando bolas de lo que para ellos era nieve. Por un momento, este barrio pintó un paisaje digno del invierno neoyorkino.
En cuestión de tres cuadras hacia el oriente, los niños del barrio Unir también se encontraban ocupados con la “nieve”. Esta vez, sin gorros ni guantes, porque sus manos estaban ocupadas cargando baldes y escobas para sacar el agua y el barro que había entrado a sus casas por la lluvia.
Nadie se salva de este fenómeno del clima tan cotidiano en Bogotá, pero es más fácil sobrellevarla para quienes cuentan con privilegios. Muchos lo dan por sentado, pero en Bogotá miles de personas sufren una tragedia cuando el agua entra a sus casas por cuenta de la lluvia.
María Palacios, vecina del barrio Unir, cuenta la frecuente situación que tiene que vivir cuando llueve en Bogotá mientras con una olla saca el agua en la puerta de su casa. “Vivo sola y mientras estaba haciendo el almuerzo empezó a meterse todo el barro a la sala. Como pude, tuve que empezar a sacar el agua, porque ya me estaba dañando los muebles”, señala María, de 76 años.
Unir tiene más de 6 kilómetros de vías, y ni uno solo está pavimentado. Adultos mayores como María se aquejan de los problemas en sus pulmones que ha generado el polvo y la tierra de las calles que entra a sus casas. Y con condiciones adversas como las granizadas, tienen que recoger el agua y barro que llega a sus pies.
El acceso al barrio, por la calle 77, ya deja ver las condiciones desiguales con su barrio vecino, Gran Granada. Contrario a Unir, sus más de 13 kilómetros de vías están pavimentados, con señalización e incluso carriles exclusivos para la ciclovía. Por el contrario, habitantes de Unir como Rosa o María, ambas adultas mayores, denuncian los riesgos de accidentarse por causa del mal estado de las vías.
Gran Granada, en su mayoría construido por grandes empresas privadas como Amarilo, Prodesa y Cusezar, no sufre por los problemas del alcantarillado, pues desde su construcción a comienzos de los 2000 la instalación de servicios públicos fue inmediata.
Aunque ambos barrios quedan en la periferia de la ciudad, el acceso al transporte público muestra sus diferencias. Tanto desde el punto más lejano de Gran Granada como el de Unir, llegar a la vía principal, la calle 80, toma 30 minutos a pie. La diferencia es que los vecinos de Gran Granada cuentan con 16 paraderos del SITP en todo su barrio, mientras que los de Unir solo cuentan con tres.
Gracias a esto, los vecinos de ambos barrios se han acostumbrado a utilizar otras modalidades de transporte, sobre todo informales, como los bicitaxis que reducen el recorrido a 10 minutos.
La llegada de los bicitaxis a esta zona de Engativá hace más de diez años fue considerada como un problema de inseguridad, informalidad y caos vial. Las quejas, alimentadas por la xenofobia, se agudizaron cuando los conductores de estos ciclomotores empezaron a ser los migrantes venezolanos que estaban llegando a la ciudad y habitando el sector de Unir.