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EL DELITO ENTRE LA CONEXIÓN

Este es el título de mi tercer reportaje

Aquí va el subtítulo

Por Laura Daniela Prato Betancourt Publicado en Plaza Capital en Septiembre de 2024

El verde del humedal contrasta por completo con decenas de estructuras de cemento sin terminar, con barillas de acero oxidado que terminan en la nada. Ese gran monstruo gris que no pertenece a ese lugar es una pasarela elevada de más de 3 metros de altura y una extensión de aproximadamente un kilómetro. Incluso pareciera que hasta donde llega el máximo de la vista, continúa la línea gris.

Esta obra sobre el humedal Tibabuyes que pretendía conectar con un paso peatonal las localidades de Suba y Engativa, comenzó a construirse en 2019, pero la comunidad protestó y frenó el proyecto con una acción judicial, que hace que la obra permanezca inconclusa y abandonada. Las alcaldías de Enrique Peñalosa y Claudia López que propusieron y contrataron la obra, implementaron políticas en torno a los humedales de Bogotá que dejaron una huella profunda, encendiendo alarmas entre defensores ambientales. Desde la elección de Carlos Fernando Galán como alcalde, no se han hecho pronunciamientos respecto al manejo del humedal Tibabuyes, dejando en incertidumbre una vez más a la comunidad sobre el futuro de estas intervenciones.

El desarrollo de proyectos como el Corredor Ambiental Pasarela en el humedal ha sido objeto de controversia, con informes técnicos revelando violaciones a las normativas ambientales. La falta de respuestas satisfactorias a las solicitudes de la comunidad y la autorización de obras en zonas de alta amenaza por inundación han generado preocupación sobre la protección efectiva de los humedales en Bogotá.

Milton Jesid Sarmiento, activista de la organización Guardianas del Río, participó en el Campamento de resistencia ambiental “SOS Humedal Tibabuyes”, un ejercicio de protesta legítima y constante veeduría ambiental que se inició el 21 de noviembre de 2020. Este campamento surgió como respuesta de la comunidad ante las denuncias no atendidas sobre las obras que estaban destruyendo el humedal Tibabuyes.

Sin embargo, el 8 de agosto de 2021, fuerzas de la Policía y del ESMAD desalojaron violentamente el campamento. Milton comenta que es inaceptable que a pesar de años de lucha y resistencia por parte de la comunidad, las intervenciones en Tibabuyes continúen avanzando como si el humedal fuera una pieza más del tablero de los intereses políticos y económicos. Bajo la administración de Peñalosa, no sólo se ignoraron las advertencias sobre el daño ambiental, sino que se pisoteó la voz de los habitantes que defendemos este espacio vital para Bogotá y que está igual de presente en las administraciones siguientes.

El líder señala que la construcción en el humedal Tibabuyes es un crimen ambiental que sacrifica la vida y el equilibrio ecológico por intereses económicos de grandes empresas y políticos. “Este modelo de ‘progreso’ no es más que la destrucción sistemática de nuestro patrimonio natural”, dice Miltón.

No solo es la pasarela


Durante la primera administración de Enrique Peñalosa, en el año 2000, el Humedal Tibabuyes se convirtió en el epicentro de una controversia urbanística debido a una intervención que transformó su tercio alto como parte del Plan Maestro Santafé I. Este proyecto, que buscaba convertir la zona en un espacio recreativo para la ciudad, fue adjudicado en 2002 a la firma INA-BROMCO Constructores, bajo el título de “Restauración Ecológica de la Cobertura Vegetal”. Sin embargo, las obras ejecutadas entre 2002 y 2003 no conservaron el humedal tal como se esperaba.

El plan implicó el drenaje completo del tercio superior del humedal, la extracción de 700 mil toneladas de lodo y tierra, y la pavimentación con geomembranas, lo que resultó en una laguna artificial diseñada para actividades recreativas, como el canotaje. Este enfoque priorizó la creación de una zona de entretenimiento en detrimento del ecosistema original.

Pese a las intenciones de mejorar el espacio público, la intervención trajo serias consecuencias ambientales. La laguna artificial se vio rápidamente invadida por plantas como el buchón de agua, que proliferaron y comprometieron aún más la biodiversidad del humedal.

La bióloga ambiental Melissa Sánchez Herrera subraya que una de las grandes preocupaciones en Bogotá es la inseguridad, la cual influye en la manera en que se diseñan los espacios verdes. “Cuando se habla de abrir espacios, siempre surge la preocupación de que estos no se perciben como inseguros, por lo que se privilegian soluciones que incluyan luz y visibilidad, muchas veces sin considerar las implicaciones ambientales”, afirma Sánchez.

La bióloga también destaca la necesidad de encontrar estrategias que balanceen la seguridad con la protección de los ecosistemas, sugiriendo alternativas como la instalación de vallas que protejan áreas sensibles sin invadir la flora y fauna. “El cemento, aunque fácil de mantener, genera calor y afecta la vegetación, creando islas de calor que ya comienzan a sentirse en Bogotá”, agrega.

Por estas problemáticas, surge la "Red de Humedales", una organización que se formó como respuesta a lo que consideraban una amenaza para la integridad ecológica de estos valiosos ecosistemas.

Por estas problemáticas, surge la "Red de Humedales", una organización que se formó como respuesta a lo que consideraban una amenaza para la integridad ecológica de estos valiosos ecosistemas.

Este modelo de gestión, que dio prioridad al urbanismo sobre la conservación, también impactó gravemente al Humedal Tibabuyes, en especial en su parte alta, donde las obras redujeron aún más su espacio natural, intensificando los problemas ecológicos de la zona.

El proyecto de la conexión o pasarela elevada:


En 2021, la polémica sobre el Humedal Tibabuyes se intensificó con el inicio del proyecto de la "Conexión o Pasarela Elevada", diseñado para "conectar" las localidades de Suba (Lisboa) y Engativá (Ciudadela Colsubsidio) mediante un mega puente de cemento. Este puente se construyó sobre un área ya conectada por una cicloruta que bordea el humedal. La inversión en este proyecto ascendió a más de sesenta y cinco mil millones de pesos colombianos ($65.429.303.489 COP), excluyendo los estudios previos al proyecto.

Gran parte de los fondos se destinaron a más de 25.000 toneladas de cemento, utilizado en la construcción de grandes zapatas y pilotes que invaden el humedal bajo el pretexto de la recuperación y rehabilitación ecológica. La Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB ESP), la entidad encargada de la ejecución del proyecto, argumenta que se está utilizando "concreto permeable" como parte de un Sistema Urbano de Drenaje Sostenible (SUDS). Según el informe “¡Metieron las patas, las zapatas y el cemento!” publicando en el 2021, que realizó la organización Somos Uno, denuncian que, este concreto permeable solo se encuentra en la superficie, mientras que debajo de él se encuentran excavaciones rellenadas con cemento, sin características ambientales y ecológicas.

Las críticas a la intervención en Tibabuyes y al proyecto de la pasarela elevada se basan en una serie de evidencias. Fotografías satelitales tomadas entre 1998 y 2014 muestran un cambio drástico en el ecosistema del humedal. La bióloga ambiental Melissa Sánchez Herrera menciona, que antes de las obras, el humedal presentaba una alta biodiversidad; después de la intervención, se transformó en una estructura artificial de poca capacidad ecológica.

Los defensores del medio ambiente también han documentado la falta de efectividad en la prevención de la entrada de aguas negras. El río Salitre, que atraviesa la zona, se desbordó en varias ocasiones, contrariamente a las promesas de la administración sobre la mejora en el manejo de las aguas residuales.

María Angélica Pumarejo, quien era directora del Instituto de Recreación y Deporte (IDRD) en 2004, defendió el proyecto, argumentando que la pista de canotaje no afectaría el ambiente.Enrique Peñalosa promovió la construcción de la laguna en sus comunicados, destacando su valor para el desarrollo urbano y recreativo.

El siguiente video aborda las problemáticas ambientales en el humedal Tibabuyes (Juan Amarillo), enfocándose en proyectos de infraestructura como la ampliación de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PETAR) El Salitre desde 2016, que destruyó parte del ecosistema. Sebastián Beltrán menciona que los corredores ambientales iniciados bajo varias alcaldías, la construcción del parque vecinal Juan Amarillo, y la amenaza de la Avenida Longitudinal de Occidente (ALO), que divide el humedal.



La siguiente infografía menciona algunas soluciones aplicables en el futuro