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¿La financiación es un impedimento o una excusa?

“El proceso de preproducción de nuestra película duró más de tres años al no contar con el apoyo, tanto del sector privado como institucional. Se debe a que en nuestro país y nuestras salas de cine están acostumbrados a otro tipo de historias y a otro género. Sin embargo, con todo mi equipo perseveramos hasta que logramos sacar la producción adelante con recursos propios”, relata Jhon Salazar, director de Pueblo de cenizas (2019).

Otro testimonio bastante similar es el del padre del terror en Colombia, Jairo Pinilla quien cuenta que lleva “cualquier cantidad de años” haciendo cine y que nunca el Gobierno le “ha dado un peso”, “ni siquiera un tinto”, mejor dicho, que jamás lo ha ayudado económicamente. Es más, que la extinta entidad estatal Focine La empresa encargada de desarrollar la industria cinematográfica del país funcionó de 1978 a 1993. Foto: Logo Focine. Tomada de: Google Images. le quitó “sus películas” y “lo dejó sin nada".

La opinión de varios realizadores resulta ser que en Colombia es difícil sacar un proyecto adelante sea cual sea, en este caso, de terror al no contar con los recursos y mucho menos con el patrocinio. “Tampoco se recibe apoyo ni del Estado ni del sector de cultura”, afirma Darío Durán, Director de Colombia Terror Fest y del Festival Internacional de Cine de Terror de Barranquilla.

No obstante, Ricardo Cantor, Asesor en la Dirección de Audiovisuales, Cine y Medios Interactivos del Ministerio de Cultura señala que en el país se financian proyectos de creación y producción a través del Programa Nacional de Estímulos del Ministerio de Cultura y el Programa de Ibermedia. A lo que Simón Hernandez, documentalista y director de La venganza de Jairo Sinopsis tomada de Señal Colombia: es un documental que pone en el papel protagónico a un cineasta colombiano acostumbrado a estar detrás de la cámara: Jairo Pinilla, todo un artista del cine de terror. Foto: Poster. Tomada de: Señal Colombia. (2018) agrega que si bien es cierto, “la etapa de financiación suele durar de 2 a 3 años aproximadamente”.

El fin del sistema de incentivos es aumentar la producción de cine del que hacen parte: El Fondo para el Desarrollo Cinematográfico (FDC) con la Ley 814 de 2003, el Fondo Fílmico Colombia bajo la Ley 1556 de 2012 y el Certificado de Inversión Audiovisual en Colombia (CINA) a la luz del Plan Nacional de Desarrollo.

Alejandro Vargas, director, productor, curador y miembro de la Asociación Nacional de Festivales y muestras de cine (Anafe), dice que las convocatorias estatales fomentan la industria cinematográfica. Además, del avance que genera tener su propia ley de cine en comparación con otros países de la región como Chile, Ecuador, Paraguay o Perú donde el porcentaje del recurso estatal es mucho menor o en algunos casos nulo.

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Álvaro Palacio, investigador, periodista y realizador de contenido sobre lo paranormal, menciona que aunque son pocas y esporádicas las convocatorias que se abren para el sector audiovisual hay que estar pendientes de los anuncios que se hacen, por ejemplo, a través de la televisión pública porque representa la oportunidad de crear nuevas historias que aporten al cine de terror. “Trato de buscar recursos o amigos para lanzar cortometrajes y seguir impulsando este género en la Región Caribe”, indica Palacio.

Carlos Ortíz, cineasta y director del festival Bogotá Horror Film Festival, propone que una buena manera de potencializar el género sería que en el país se entregara un premio al cine de terror, así, los realizadores se incentivarían a crear más obras. “Ojalá se llegue al punto de producir 100 películas al año para que salga una potente”, complementa Ortíz.

Javier Arias, cinéfilo y dueño de la tienda Zombieteca donde se venden artículos relacionados con el cine de terror y la ciencia ficción, cree que el problema radica en el patrocinio. “Hasta hace unos años el terror empezó a ser rentable para Hollywood y le apostaron a ese tipo de películas creando productoras dedicadas al género como Blumhouse, A24 y Lions Gate”, añade Arias.

En Colombia no hay tal industria, pero resulta interesante saber que, por ejemplo, en el Caribe colombiano la productora Ítem Audiovisual le está apostando a realizar contenido de género. “Me ayudó a crear Costa Paranormal Sinopsis tomada de Telecaribe: El programa Costa Paranormal cuenta con un formato fiel a las leyendas que narra, basándose en dramatizados con actores locales que permiten recrear al televidente los orígenes y el impacto que ha tenido cada historia en diferentes localidades. También se cuentan con testimonios de personas que están ligadas a cada leyenda o de otras que han experimentado cierto fenómeno paranormal. “Le dejamos al criterio del televidente decidir que es verdadero y que no, sin impulsarlo a tomar partido. Aquí lo realmente importante es mantener vigente la tradición de nuestros ancestros contando historias del más allá”. Foto tomada de: Telecaribe. , un programa de televisión transmitido por Telecaribe donde se narran historias de terror y horror”, relata Palacio. Así como Ítem, hay otras productoras en el país interesadas en producir diferentes temáticas.


Convocatorias de género

Las convocatorias en general están dirigidas a proyectos de tema y género libre. Sin embargo, desde el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico (FDC) se han entregado estímulos para la escritura de guiones de comedia.

Ricardo Cantor, aclara que el FDC obedece a una decisión estratégica dado que la comedia colombiana es el género con mayor consumo en salas de cine por los públicos en el país. Factor que produce un efecto positivo en el recaudo del Fondo Dirección de Audiovisuales, Cine y Medios Interactivos. “Se acostumbró al público colombiano a un cine bastante flojo de 25 de diciembre con tintes de telenovela, dando como resultado películas faltas de contenido y temáticas repetitivas”, opina Arias.

Darío Durán, comenta que el terror no se vende en Colombia, se proyecta internacionalmente. Los realizadores le apuntan tanto a mandar sus proyectos a festivales internacionales donde han logrado recibir uno que otro apoyo, como a que les compren sus ideas para que sean hechas de mayor calidad. “Es con plata de bolsillo y ahorros propios con que se hacen las producciones”, agrega Durán.

Jhon Salazar, director de Pueblo de cenizas (2019) dice que su proyecto ha tenido un largo recorrido. Inició con la participación del guión en el concurso de Desarrollo de Proyectos Cinematográficos Iberoamericanos, seleccionado para participar por la Fundación Carolina en Madrid, España. Luego, participó en el Taller de Desarrollo de proyectos Cinematográficos de Centro América y el Caribe en Costa Rica, seleccionado por Ibermedia.

Conozca la historia de Juan Diego Escobar Alzate, un cineasta colombiano que narra su experiencia dentro de la película Luz.

Amor al arte y buenas ideas

André Didyme, crítico de cine, director del cineclub de la librería La Casa Tomada y colaborador en la revista Rolling Stone, expresa que no es cuestión de falta de financiación sino de creer que es con dinero que se hace una buena película. Lo realmente importante es tener una buena historia y un filme sólido en términos de dirección, actuación, edición y fotografía, por ejemplo, Actividad paranormal (2007) se financió con la tercera parte de El Paseo y resultó ser un éxito en el cine.

El crítico de cine dice que, en Bolivia, Ecuador y Perú se ha generado un fenómeno interesante en el que realizadores de dichos países están haciendo películas de terror que no se estrenan a nivel nacional sino local. Estrategia que ha funcionado porque cada pueblo conoce sus mitos y leyendas. Además, son películas hechas con un presupuesto ínfimo, de hecho, los mismos pobladores son los actores naturales y extras de los filmes. “Tendría mucha posibilidad en nuestro contexto donde abundan las historias macabras”, añade Didyme.

La posición de Jairo Pinilla es que la financiación, en algunos casos, resulta contraproducente porque “empieza a importar un bledo que la película salga buena o no”, en cambio, “al que le toca hacerla con las uñas le mete esfuerzo y amor”. En pocas palabras, que la financiación es una excusa.

En el caso de Pinilla fue precisamente la falta de dinero lo que lo llevó a aprender todos los pasos para hacer cine, por ejemplo, cuando le dijeron que el corte de negativo costaba 10.000 mil dólares para un largometraje ,en los setenta, le tocó aprender a cortarlo y a revelarlo en el laboratorio por sí mismo. “Yo sé de todo porque me ha tocado hacerlo todo en mis películas al no tener plata para pagarle a alguien que lo haga por mí”, afirma el cineasta.

Pinilla cree que el verdadero artista es aquel que tiene amor por su obra y no piensa en ganar dinero con ella. “El arte está siendo destruido por el capitalismo. Cada vez es más raro que alguien trabaje para mostrar algo que le sale del corazón. Ahora la preocupación primaria es el dinero”, concluye el padre del terror en Colombia, quien se encuentra terminando su primera película en tercera dimensión ( 3D Son esas películas en las que se vive una experiencia un poco más “real” al emplear una mayor tecnología. En el teatro dan unas gafas especiales para verlas. ¿Quién no las recuerda? Foto tomada de: Google Images. ).

En la Costa Caribe, hay jóvenes que están creando nuevas historias y grabándolas con sus celulares. “Están aportando mucho al cine del terror al producir cosas diferentes, mostrarlas y contagiar a más personas de gusto por lo terrorífico”, concluye Álvaro Palacio investigador, periodista y realizador sobre lo paranormal.

Manuela Palacios Bustos y Manuel García Bejarano