Muchos colombianos han recibido un ancheta en diciembre que incluye miles de cosas. Pero lo que grita "navidad" es sin duda las galletas y un Vino Cariñoso.Ese vino dulce de manzana que hace parte de nuestra cultura naciente del consumo de esta bebida. Colombia es un país que no tiene entre sus hábitos el consumo del vino. Las condiciones climáticas impiden una producción nacional de alta calidad y la importación trae vinos a un alto costo. Factores que han retrasado la visión de este producto como un acompañante común.
Estas características han hecho que el país adapte la bebida a sus comodidades. Es por ello que los colombianos han crecido consumiendo una variedad de vinos de baja calidad y otros que no son catalogados como vinos en sí. Entre ellos aparecen las marcas: Moscato Passito, vino Grajales, Moscatel, vino Cariñoso (que es de manzana no de uva), vino Sansón, Vino Cerezano (que también en su mayoría se compone de cereza y no de uva).Todos se caracterizan por sabores dulces y un precio asequible menor a 20.000 pesos.
Se consideran como otro tipo de bebidas debido a que su elaboración consta de otras mezclas diferentes a la del vino original. El producto protagoniza el sabor de una sola clase de una y un porcentaje mínimo de alcohol, es la fermentación de ellas la que produce un nivel más elevado de alicoramiento. Sin embargo, Catalina Rugeles, enóloga, cuenta que en Colombia la gran mayoría de vinos mezcla uvas, o usan la uva de más baja calidad a lo que se le suma agua, azúcar y alcohol en una cantidad que degenera el producto. Además aparecen las bebidas que son elaboradas con otras frutas (manzana, cereza) que no tienen las características del vino pero se han incluido en esta categoría.
Las características de suelo y clima de Colombia definen una gran dificultad para el cultivo de productos necesarios para la creación de vinos de alta calidad. Es por ello que las empresas nacionales productoras de vino importan mosto de uva y lo fermentan, añadiendo alcohol. Lo que genera un resultado de un vino de muy poca calidad. Como consecuencia de este proceso aparece la preferencia por adquirir vinos importados y la obligación, incluso, de reducir los costos de los vinos nacionales. Debilitando la acogida del consumo de esta bebida.
Aunque estos vinos se acercan a los gustos y al presupuesto de los colombianos, son también considerados de un consumo exclusivo. Es decir, estos son un acompañante de celebraciones y ocasiones especiales. La fuerte venta y comercio de este producto se presenta en los meses festivos de noviembre y diciembre, así lo afirma Alejandro Gennari, ingeniero agrónomo, máster en Viticultura y Enología, y profesor de Economía, Política Vitivinícola y Marketing Vitivinícola. Ventas que también son sectorizadas y dirigidas para entornos urbanos, lo que también relaciona la existencia de diferentes bodegas productoras, como las que se ubican en Bogotá sobre la avenida las Américas.
En una nota de la Cámara de Comercio, Santiago Restrepo Sánchez, director de la feria de vinos en Bogotá, informó que el vino es un tema de estilos de vida, de cultura, y está acompañado de la gastronomía. Bogotá y Medellín son las ciudades del país donde hay más desarrollo gastronómico por su oferta y sus restaurantes. En estas ciudades es donde está más presente la cultura del vino. “En Bogotá se consume cerca del 55 % del vino en el país. Después sigue Medellín con el 26 %, la Costa Caribe y Cali. Las demás ciudades lo consumen, pero los porcentajes son muy pequeños”, cuenta el experto.