“El consumo de vino en Colombia sigue en ascenso desde el año 2015. En promedio un colombiano se toma un litro y medio de esta bebida al año”, afirma Alejandro Gennari, Ingeniero Agrónomo
Los colombianos parecen tener una idea idolatrada de lo que es y significa tomar vino. Esto es producto de los altos costos a los que se venden estas bebidas además de los escenarios exclusivos donde es consumido. Comprar una botella costosa para el brindis en el grado, ir a un restaurante lujoso y pedir una copa e ir a almacenes y comprar una botella para celebrar las fiestas decembrinas. Todos ejemplos de la forma en la que los colombianos conciben al vino y lo privilegiado que parece consumirlo.Por considerar que es un producto exclusivo y privilegiado, en Colombia se ha profundizado poco sobre la cultura del consumo de vino, respecto de otros países del cono sur.
Marie Lafoux, química y productora de vino de nacionalidad francesa, asegura que si bien Colombia está lejos del consumo de los países productores como Francia e Italia, si hay un aumento. La cultura del vino se está tratando de implementar, pero hay un factor que bloquea un aumento más grande: el costo, asegura Lafoux. “Consumir vino en Colombia implica dinero en su adquisición y en su importación. Es concebido como un producto de lujo”, afirma Lafoux . Ante esto propone que si se reducen los gastos en la importación de vinos, tal vez se logre seguir aumentando su consumo.
Los productos de calidad indican unas pautas de consumo moderadas y en Colombia también son aplicadas. Una nota publicada en El Espectador en el 2017, informó que el impuesto que se le impuso a esta bebida generó un alza en los precios en general en la variedad de vinos. Y aunque el costo de los vinos sigue aumentando, en los últimos años el aumento de la cultura y del consumo se refleja en las compras ascendentes.
El colombiano Jaime Zambrano González, sommelier profesional y profesor en la Escuela Gastronómica Gato Dumas, cuenta que el consumo del vino en Colombia venía en un movimiento interesante durante los últimos años. Sin embargo, el aumento de los impuestos en el producto retrocedieron el consumo. La llegada de nuevos vinos se detuvo por la recarga tributaria y así mismo el consumo, asegura el experto.
Alejandro Gennari, ingeniero agrónomo, máster en Viticultura y Enología, y profesor de Economía/Política Vitivinícola y Marketing Vitivinícola también opina que si bien no existe una cultura del vino en Colombia, hay indicios de cambios. Por lo menos en la actualidad el vino ya no se limita a las clases de mayores ingresos de la sociedad o a los hoteles y restaurantes de mayor categoría. El experto asegura que “el vino cada vez es más popular, apreciado y consumido por todos. En una década, el consumo ha pasado de ser una copa por habitante a dos botellas de vino al año”.
Si bien estas cifras corresponden al año 2015, expertos como el señor Jaime Zambrano aseguran que al 2020 el consumo va en crecimiento. La apertura económica, la implementación de cambios relacionados al consumo de licores y la promoción de los diferentes actores por propagar la cultura del vino ha transformado el escenario.
El vino como cultura
A pesar del alza de impuestos al vino que el gobierno implantó con la reforma tributaria de 2017, se ha abierto el espacio de ventas de cada vez más marcas en diferentes establecimientos que se acomodan al bolsillo de los colombianos. Entre ellos aparecen los vinos de los supermercados de moda por sus precios bajos: D1, Justo & Bueno y Ara; botellas que están entre los 10.000 y los 19.000 pesos.
Catalina Rugeles, sommelier y enóloga cuenta que “entre los vinos más comercializados en Colombia son los provenientes de Chile. Es por lejos el que tiene mayor mercado en nuestro país”. Traer el vino de Chile es económico además de que no se pagan aranceles, por la buena relación que tienen Colombia y Chile. Los países que tienen mayor mercado de vinos a nivel nacional son: Chile, seguido de Argentina y España.
Colombia culturalmente (respecto al vino) ha crecido lenta y pausadamente, “a veces hay industrias o mercados que crecen más y se sostienen. El crecimiento viene desde hace unos 13 o 14 años consistentemente”, añade la enóloga y sommelier Rugeles. Sus datos indican que el consumo pasó de ser 0.5 litros per cápita, a 1.5, en el 2015.Es decir, las personas antes se tomaban 3.3 copas de vino al año ahora se toman 10 copas. Ahora con estos supermercados de Ara, Justo & Bueno y D1 la cifra ha debido incrementar y se aproxima a unos 2.5 litros per cápita al año, según consideraciones de la experta. El D1 es ejemplo de estas cifras, pues ha aumentado su portafolio incluyendo vinos de Argentina, España e Italia, con exitosas ventas.
Hace unos años el supermercado Jumbo realizó una propuesta atractiva de góndola en la sección de vinos, generando interés al consumidor para comprar vino. Otro de los esfuerzos por mejorar el consumo de este producto se encuentra en la creación de ferias como Expo Vinos, organizada por el grupo Éxito. Esta feria se realiza desde el año 2013 y reúne durante cuatro días a los más importantes enólogos, gestores de exportación y sommeliers de las bodegas más prestigiosas de los países productores de vinos del mundo. Lo que la convierte en la primera feria internacional de vinos en Colombia.
Según la revista Dinero este producto ha ganado en la última década una participación importante en la canasta familiar de los colombianos. Carlos Mario Giraldo, director ejecutivo del grupo Éxito aseguró en una entrevista hecha por RCN, que el interés por asistir a estas ferias y conocer más sobre el vino ha obligado a los organizadores a ampliar las áreas de exhibición de la Feria. Se pasó de ocupar 12.000 m2 en 2016 a cerca de 20.000 m2 en 2018, lo que equivale a la mitad del centro de eventos Corferias.
Marie Lafoux sostiene que la cocina sigue siendo un factor que se relaciona con el consumo de este producto, pues las buenas comidas se acompañan de una buena botella de vino. “A diferencia de Colombia, en Francia no hay comida sin vino, excepto el desayuno”, y adiciona que este producto tiene un carácter social que Colombia aún no ve. La cultura del vino en Colombia se refiere únicamente a su consumo en restaurantes, no tanto en los hogares o situaciones cotidianas. “Lo que veo y comparo con mi país, es que acá la preferencia es acompañar las comidas con jugos. La visión de este producto como un acompañamiento de comida no existe”, comenta Marie.
No obstante, Rafael España, director económico de la Federación Nacional de Comerciantes, asegura en una nota publicada por El Heraldo, que el consumo de vino por habitante en Argentina es de 30 litros, lo que indica que el 1,5 litros consumidos en Colombia lo ubica como un país al cual le falta trabajar en este mercado.
El Ingeniero Gennari asegura, que al igual que en varios países latinoamericanos no productores de vino, en Colombia ya se observa una incipiente cultura del vino. Sin embargo, la percepción que se tiene de este producto aún se encuentra ligada a un pensamiento en el que se cree que es de único acceso a la clase alta o en ocasiones especiales. En otras palabras, no se lo percibe como un producto de consumo diario o como la sobremesa que acompaña a las comidas.
Este es un producto que además se usa como un recurso en las preparaciones sencillas e informales, hasta la alta cocina con distintos toques de diferentes partes del mundo. En Colombia se tiene una visión general de esta bebida más como un licor. De ahí que la bebida sea tomada en ocasiones exclusivas. “Para reforzar la cultura del vino en Colombia es necesario un cambio de percepción del producto y una adaptación en la cultura, sobre todo en lo que respecta a la comida”, señala Lafoux.
En el país existía un consumo aproximado de 15 millones de litros de vino importados en 2013 por un valor de 49 millones de dólares, según informa Gennari. Esta cifra se concentra en la fuerte venta y comercio de los meses festivos de noviembre y diciembre. Lo que reafirma la idea anterior en cuanto a la concepción del producto como ´exclusivo.
El problema de esto radica, según el sommelier Zambrano, en que esta concepción errónea ha permanecido en el tiempo y aún se tiene la idea de que el producto es para clases altas. Sin embargo, el tomar vino y todo lo que lo acompaña tiene una sensibilidad por parte del consumidor y romanticismo a la hora de catarlo. “Eso es en lo que la mayoría fallan, en no tener la educación de ver este producto como algo increíble lleno de detalles que hay que aprender a conocer”, comenta Zambrano.
Estadísticas brindadas por el diario Portafolio, a pesar de esta escasa tradición de consumo de vino, desde el 2014 se percibe un crecimiento de aproximadamente 7% anual. Esta categoría de bebidas alcohólicas tienen una mayor venta en Bogotá y Medellín. Según este informe en 2014, el Grupo Éxito facturó más de 100.000 millones de pesos con la venta de vino. Y como se mencionó con anterioridad la cifra va en crecimiento. Datos de Nielsen (compañía líder global en información y medición en investigación de consumo en Colombia), asegura que el volumen de ventas de este licor ha aumentado gracias a la llegada una oferta de menor precio al país.
Además, para el año 2020, según datos del portal especializado en vinos howmuch.net, la comercialización de vino en el mundo ha sido uno de los sectores beneficiados en medio de la cuarentena mundial ocasionada por el coronavirus. Incrementó sus ventas un 42% en marzo frente al mismo periodo de 2019 y en Colombia también se percibe este aumento.
Ante esto, Zambrano cuenta que el mercado de vino en Colombia comparado con otras regiones es realmente muy disímil. En el país se consume el vino de una manera particular. Los precios son altos y además el producto posee elitismo a su alrededor lo que dificulta el consumo. El experto asegura que en Colombia se da una constante comparación con Europa, lo que genera una visión en desventaja del tema. Una visión errónea pues ellos tienen más de dos mil años en este tipo de consumo que lo hace algo casi natural para su cultura.
En cambio, para los colombianos, el vino es un producto importado y no se le ve tan natural. Zambrano agrega que se presenta dificultad por el consumo de esta bebida ya que el amargor de su sabor es casi un choque en un país donde la fruta y el dulce resaltan. “Estamos lejos del nivel de consumo, hay que humanizar más el vino para crecer en este campo”, afirma.
Otra visión la brindan Natalia Alonso, Karen Castro y Laura Rodriguez, investigadoras de la Universidad del Rosario, quienes aseguran en un estudio llamado Análisis del Mercado Nacional de Vinos y Estrategias de Desarrollo, que la intención de la construcción de una cultura alrededor de la actividad vinícola está también ligada a elementos políticos que pueden limitarla. Esos elementos se refieren a las masivas importaciones de vino que impiden la difusión y el conocimiento de las variedades nacionales. Aún así, el hecho de que la mayoría del consumo de este producto se registre en la capital del país indica que el colombiano no ha adaptado el vino como un elemento común en sus mercados y canastas familiares.
Así como se muestra en las cifras, el país parece estar adoptando paulatinamente este producto en su gastronomía y su tradición. Para algunos, como Jaime Zambrano, la mejor forma de aumentar su consumo y mejorar su cultura responsable es necesaria una educación de este producto. Esta se refiere a desmitificar la idea del vino como un producto que 'hace mejores personas'. Adicionalmente, el experto sugiere que es necesario pensar en el vino como un alimento y no como una bebida embriagante. La idea de embriaguez con el vino deforma el concepto y la razón por la que fue creada esta bebida, asegura.
Los expertos concuerdan en que un posible aporte para mejorar el consumo de vino en la cultura colombiana educando a las personas en la visión de esta bebida como un acompañamiento para las comidas, una educación que implique consejos de las formas apropiadas de su consumo y la armonía que crea esto en la comida.
La venta de botellas en los restaurantes, recetas prácticas que implican su uso, la llegada de nuevos vinos, su venta en diferentes establecimientos y la variedad de precios; permiten concluir que hay un nivel de aceptación relacionado a este consumo. Las actividades encaminadas a afianzar la cultura del vino deben enfocarse en seguir hablando sobre él como un elemento de acceso para todos, los beneficios que traen para la salud, y su aporte a nivel gastronómico.