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Rostros renacientes

Escrito por Juan Daniel Ayazo, Gabriela Vásquez y Daniela Pérez — Publicado en Plaza Capital en mayo de 2021

Se registraron 143 casos de agresiones con agentes químicos en Colombia durante el 2019, según el Instituto de Medicina Legal. Esta cifra se suma al número de incidentes que se han presentado en el país desde la primera agresión registrada, en el año 1996. Casos como el de Gina Potes, Patricia Espitia y Natalia Ponce de León son los más conocidos, pero a ¿quiénes atacan?, ¿por qué lo hacen?, ¿cómo es el proceso de recuperación? y, lo más importante, ¿cómo es ser sobreviviente?


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Los rostros detrás de los números

El 28 de octubre de 1996 se conoció el primer ataque con ácido a una mujer en Colombia. Gina Potes fue sorprendida en su vivienda en el barrio San Vicente, al sur de Bogotá, por un hombre y una mujer quienes la abordaron con la excusa de preguntarle por un jardín infantil, para luego tirarle ácido en el rostro. A la fecha la justicia no ha podido procesar a los responsables del ataque a Potes. Desde entonces, los casos de agresiones con elementos químicos se han hecho cada vez más comunes en Colombia.

Según cifras del Instituto Colombiano de Medicina Legal, del 2004 al 2016 se presentaron más de 1.100 casos de ataques con ácido a mujeres en Colombia, y para 2015 sólo se habían condenado a tres agresores por este tipo de violencia. Precisamente uno de esos ataques fue el de Patricia Espita el 13 de febrero de 2008, quien fue agredida en una de las calles de Bogotá por un hombre y una mujer de apariencia desconocida que le arrojaron un químico en el rostro.

Por ese entonces, Patricia vivía en Caracas, Venezuela, y estaba de vacaciones en Bogotá. Al momento de la agresión no sabía que la sustancia que le habían arrojado era un químico y sólo fue hasta que llegó a un centro asistencial que le informaron que había sido agredida con este tipo de productos. “Me aturdió muchísimo, porque no sabía que en Colombia quemaban a las mujeres con esto. No entendía lo que estaba pasando, solamente el impacto que generó esto en mi vida, en mi piel”, relata la hoy directora y gestora social de la colectiva
Kintsugi.Colectiva Kintsugi, Kintsugi es el valor y la belleza de las cicatrices. Nace desde un arte de reparar y darle valor a algo que en un momento se quebró, se rompió. Apoya a más de 67 mujeres que han sido agredidadas con agentes químicos y también a mujeres que han sido víctimas de violencia de género.
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Crédito: Colectiva Kintsugi

De acuerdo con el portal especializado en violencia de género, Feminicidio.net, en el 2013 Colombia fue el país con el índice más elevado del mundo en ataques a mujeres con ácido, por encima de lugares como Bangladés, Camboya e India, países que suelen registrar las mayores cifras de este tipo de violencia, según afirma el Centro Mundial Avon para la Mujer y la Justicia.

Entre tanto, en lo que va del 2021, ya se conoció un caso de ataque con agente químico. Ocurrió en La Macarena, en el departamento del Meta. La víctima, una mujer de 21 años, fue agredida en la noche del 18 de marzo por un hombre que le ocasionó quemaduras de primer y segundo grado en su rostro y pecho. El hombre aún no ha sido localizado, por lo que se desconoce su relación con la mujer y sus motivos.

Esto ocurrió sólo cinco meses después de que en Bogotá y Orito, Putumayo, dos mujeres fueran atacadas por sus exparejas: Lucía Tamayo, también de 21 años, y Claudia Portilla de 36 años. El hijo de 16 años de Claudia también fue lesionado mientras intentaba ayudarla.

Expertos como el ingeniero químico de la Universidad Nacional y docente de química, Santiago Pinillos, señalan que Colombia en varias ocasiones ha sido el primer país occidental en presentar este tipo de incidentes. “Donde se han presentado más ataques con ácido es en algunos países de Asía, allá hay cierta misoginia por cómo ellos han implementado el Islam, esto hace que existan ciertas prácticas que van en contra de la integridad de la mujer. Es increíble que después de ellos el primer país occidental sea Colombia”, indica Pinillos.

A pesar de que los ataques suelen ser dirigidos a mujeres y los agresores suelen ser hombres, según Medicina Legal en 2011 y 2013 se presentaron más agresiones a hombres que a mujeres en el contexto de violencia interpersonal. De acuerdo con la entidad, se dieron 121 ataques a hombres y 100 a mujeres en esos dos años, sin embargo, en el contexto de violencia intrafamiliar fue el sexo femenino quien se llevó la peor parte. Cabe mencionar que a excepción de este período, se presentaron más agresiones a mujeres que a hombres.

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Las huellas que quedan

Una vez Patricia fue agredida y llegó al centro asistencial, debió ser remitida a otro hospital pues al que llegó en primer lugar no tenía las condiciones para atenderla. Con quemaduras de tercer y cuarto grado en su rostro, pecho, cuello y manos fue remitida una hora después al Hospital Simón Bolívar, que para el 2008 era una de la pocas unidades del país que tenía las capacidades para tratarla.

Según relata la sobreviviente, desde allí empezó su difícil proceso de recuperación, pues la atención médica inicial no fue la más oportuna y el tiempo que tomó el traslado al Simón Bolívar provocó que sus quemaduras fueran tuvieran un mayor efecto. “El ácido fue quemando mi piel, mientras esperaba la ambulancia para que me llevara al hospital de tercer nivel. Todo ese tiempo hizo que el químico se impregnara más en la piel y quemara hacía adentro”, relata.

Como el de Patricia, muchos de los ataques con ácido suelen dirigirse al rostro y el cuello y se presentan, principalmente, en espacios públicos. Sin embargo, no todos los centros asistenciales tienen el conocimiento de cómo reaccionar cuando deben atender una de estas situaciones. De acuerdo con el cirujano plástico y jefe de la unidad de quemados del Hospital Simón Bolívar, el doctor Jorge Luis Gaviria, el sistema de salud del país, aún hoy, no está preparado para reaccionar oportuna y eficientemente en este tipo de casos.

El cirujano indica que, a pesar de que se ha hecho un esfuerzo muy grande por parte de las entidades del gobierno e incluso instituciones privadas para dar a conocer el protocolo de atención a pacientes que han sufrido agresiones con sustancias químicas, los servicios de salud no conocen cómo se deben manejar inicialmente estas situaciones. “Todos los servicios de urgencia deberían conocer perfectamente el protocolo de manejo. No hay una socialización adecuada del protocolo que tiene el gobierno”, afirma Gaviria.
En la siguiente infografía puede conocer qué debe tener en cuenta en caso de presenciar una agresión con sustancias químicas.

Infografía por Juan Daniel Ayazo. Hecha en Canva, basada en la Cartilla de primeros auxilios en salud para atender a personas sobrevivientes de quemaduras con agentes químicos del Consultorio Jurídico de la Universidad del Rosario y la Fundación Natalia Ponce de León.

Las quemaduras que sufrió Patricia Espitia hace 14 años en distintas partes de su cuerpo y que resultaron de mayor gravedad a causa de la demora en la atención, le afectaron, además de su piel y sus ojos, la funcionalidad del mentón. Según relata, ha tenido que someterse a muchos procedimientos médicos para mejorar el funcionamiento de algunas áreas, pues la cicatrización le formó un
queloideQueloide, un crecimientos exagerado de tejido fibroso como consecuencia de una cicatrización anormal. Las causas por las cuales se generan estos crecimientos aún son desconocidos, sin embargo, existe una predisposición hereditaria a su desarrollo.
Fuente: Redacción Médica
que provocó que su mentón se pegara hacia el hombro. “Perdí mis párpados totalmente. Me han tenido que realizar más de 48 cirugías reconstructivas y más de 190 procedimientos quirúrgicos donde lo que se pretende es mejorar la parte funcional”, asegura.

Cuando una persona es agredida con un agente químico, a diferencia de una quemadura por un agente térmico, existe un daño progresivo que puede llevar días destruyendo los tejidos de la piel y de allí la importancia de una atención inmediata para retirar la sustancia. Según el doctor Gaviria, la mayoría de estos ataques no suelen ser mortales, pues su intención es producir daño y deformidad. Sin embargo, pueden llegar a afectar los ojos hasta provocar pérdida de la visión o en casos de ingerir el líquido, causar quemaduras muy graves en el esófago y el estómago.

La mayoría de estos ataques no suelen ser mortales, pues su intención es producir daño y deformidad.

Aunque este tipo de agresiones pueden provocar ceguera e incluso la muerte por la ingesta del líquido, en la gran mayoría de los casos el paciente sobrevive y es cuando inicia su proceso de recuperación. Este proceso no es el mismo en todas las personas y el número de procedimientos que se puedan requerir no siempre es igual al caso de Patricia, pues dependen en gran medida de la gravedad de las quemaduras. Aún así, los procedimientos comunes que se realizan en estas situaciones incluyen, además del lavado del área afectada, la estabilización del paciente, la cirugía para retirar la piel quemada y las cirugías de reconstrucción de cada parte afectada.

De acuerdo con la cirujana plástica, Alexandra Rada, estos procedimientos considerados, como de hospitalización, están cubiertos por el sistema de salud según la
Ley 1639Ley 1639 de 2013, por la cual se fortalecen las medidas de protección a la integridad de las víctimas de crímenes con ácido y se adiciona el artículo 113 de la Ley 599 de 2000.
Imagen: Depósiphotos
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de 2013. “Las personas que son atacadas con agentes químicos tienen derecho a una atención y recuperación integral desde el momento en que son víctimas de este ataque y hasta que se considere haya terminado el proceso de recuperación”, afirma Rada.

El cirujano Jorge Luis Gaviria indica que una vez empiezan los controles ambulatorios se presentan muchos problemas con la atención a los pacientes, pues es común que no se autoricen los elementos que necesitan como tratamiento complementario. Esto a pesar de que la ley dice claramente que se deben prestar todos los recursos para la mejoría física y mental de las personas afectadas. “No se les autorizan las terapias físicas, las terapias ocupacionales, gel de silicona, las máscaras permanentes termomaleables, las infiltraciones. Hay muchos tratamientos complementarios que son necesarios y no son aprobados”, asegura.

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Ilustración por María Camila Pulido, @maketine.


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Ilustración por María Camila Pulido, @maketine.


Del dolor nace una misión

La vida como sobreviviente de este tipo de violencia es difícil y está acompañada de dolor físico, impactos psicológicos y, muchas veces, incomprensión por parte de la sociedad, así lo relata Patricia Espitia. Para la madre y sobreviviente, todo empieza con la primera atención integral pues la recuperación se basa principalmente en esos primeros cuidados.

La experiencia de Patricia en ese primer acompañamiento psicológico no fue ni la mejor ni la más oportuna. Según relata, hace 14 años no existía atención en la parte psicosocial para este tipo de situaciones y tampoco había un acompañamiento psicológico que pudiera orientar al sobreviviente y a su familia en esta nueva realidad.

Para el jefe de la unidad de quemados del Hospital Simón Bolívar, Jorge Luis Gaviria, la atención psicológica es fundamental al momento de tratar pacientes agredidos con agentes químicos. De acuerdo con Gaviria, las personas que son atacadas con estas sustancias entran en un estado de ansiedad y miedo, porque no saben si puede volver a aparecer el agresor y atacar de nuevo. “No saben si puede volver a aparecer el agresor y volverlas a quemar o a alguien de su familia, porque tal vez no pasó lo que él quería. Entonces, eso les genera mucha ansiedad”, indica.

Viviana Carrillo, psicóloga forense y jurídica, afirma que las personas que han sido atacadas con este tipo de elementos pueden sufrir de alteraciones en su funcionamiento psicológico y desarrollar trastornos de estrés postraumático producto de un episodio violento. La especialista indica que este tipo de experiencias generan secuelas que afectan al individuo a nivel personal, laboral y social como consecuencia de un daño psíquico. Según Carrillo este daño altera el funcionamiento fisiológico y psicológico de la persona y puede llegar a producir diversas alteraciones. “Puede ser una perturbación, un trastorno, un síndrome o incluso una enfermedad. Es común que sufran de cuadros ansiosos, depresivos, de ansiedad o un trastorno de estrés postraumático”, asegura.

Otro de los aspectos que debe sobrellevar una persona que ha sido agredida con agentes químicos es el trato con la sociedad después del incidente y en medio de un proceso de sanación física y emocional. Según relata Patricia, para ella fue muy impactante ver que no se le brinda la mano a los sobrevivientes de este tipo de violencias y que, por el contrario, se tienden a naturalizar estos episodios y a juzgar a quienes los han sufrido. “Es una sociedad en general que, en vez de sentir repudio hacia el agresor, más bien se concentró en ser amarillista y ver el porqué me habían agredido, es ser juzgada todo el tiempo”, cuenta.

Es una sociedad en general que, en vez de sentir repudio hacia el agresor, más bien se concentró en ser amarillista y ver el porqué me habían agredido.

Precisamente por esa falta de orientación emocional y psicosocial, Patricia decidió empezar a trabajar desde el año 2019 con el personal de la salud en la sensibilización al momento de atender este tipo de situaciones. Si desea conocer un poco más de la historia y la labor social de Patricia, le recomendamos el siguiente podcast:

Daniel Ayazo · Agentes Químicos

¿Qué hiciste para que te pasara esto? Es la pregunta que desconcertó a Patricia, para ella fue muy fuerte que de algún modo se les estuviera culpando por lo sucedido y es por ello que insiste en la falta de acompañamiento psicológico que tuvo. “Como ser humano sentí que no valía nada. En ningún momento nosotras somos culpables de que hayan hombres que quieran generar tanto dolor”, relata.