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Río Tunjuelo, el sustento

Lo primero que se siente al llegar al barrio San Benito es el olor. Una mezcla de químicos y carne podrida invade las fosas nasales y genera el reflejo de vomitar. Por sus calles se ven cueros de vaca colgados, algunos aún sanguinolentos, otros cromados y otros ya listos para convertirse en una chaqueta. El San Benito está ubicado al sur de Bogotá, en la localidad de Tunjuelito a unos 10 minutos del portal Tunal. Muchos de los habitantes de la zona se dedican a vender productos de cuero, y los otros a curtir. Y es en ellos en los que se centra el problema, pues subsisten de esta actividad.

Para el economista y ambientalista Enrique Leff, “la racionalidad económica asume que la naturaleza es un recurso para satisfacer demandas humanas, aunque su uso vaya en detrimento de las condiciones ecológicas que sustentan la vida”. Esto se ve claramente en la constante contaminación que vive el río Tunjuelo.

Si el río no estuviera tan contaminado, las personas podrían tomar de él y no sufrir de enfermedades causadas por los malos olores, pero, como dijo Leff, gracias a esto se satisfacen necesidades humanas. La industria que está matando al río también es la que le da vida al barrio. Y es allí donde se encuentra el dilema. Mantener las curtiembres es ir en contra del medio ambiente y la vida, pero quitarlas es perjudicar a las aproximadamente 15.000 personas que viven de ella de acuerdo con cifras del Observatorio Ambiental de Bogotá.

Entonces, para hacer un balance más claro hay que preguntarse ¿qué tan rentable es la industria de la moda? Para entender si económicamente hablando es sustentable exponer al medio ambiente por el bienestar económico. Se debe comprender si las ganancias de la industria logran cubrir los gastos de inversión para la recuperación del río, los gastos médicos de los habitantes de la zona y si deja dinero para la reinversión social.

¿Cuánto cuesta recuperar el río?

Actualmente el río Tunjuelo no cuenta con un sistema propio de tratamiento de aguas, sino que deben ser las plantas propias del río Bogotá quienes asumen esta carga una vez lleguen a este. O sea, las plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR) del río Bogotá. Son 63 en total y la inversión que han tenido hasta el 2012 era de 5.92 billones de pesos- más o menos lo que equivaldría al valor de 1250 buses de Transmilenio- según el Departamento Nacional de Planeación.

Recientemente la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) inició con la fase de construcción de una PTAR que tuviera en cuenta la recolección de las aguas residuales de las cuencas del río Fucha, Tunjuelo, Tintal y del casco urbano del municipio de Soacha. A esta se le ha dado el nombre de Canoas y se tiene planeada su entrega en 2029. Se espera que recoja el 70% de las aguas residuales de la capital y el 100% de las aguas residuales de las zonas previamente mencionadas.

Esta obra está siendo financiada por la CAR, la Gobernación de Cundinamarca y la Alcaldía de Bogotá y tiene un costo de 4,5 billones de pesos. Ahí, iría un total de 10,42 billones de pesos, o sea lo equivalente a 400.000 viviendas de interés social . Y lo peor, no se está cerca de descontaminar el río.

¿Cuántos ingresos entonces genera la industria?

Para 2021, la industria del cuero en todo el país, que es una de las mayores contaminantes del río Tunjuelo, le generó al país un ingreso de 769.207 millones de pesos. Esto en términos más cercanos y volviendo al ejemplo de los buses de Transmilenio significa qué al año la industria le produce al país lo que equivale a 192 buses, menos de la sexta parte de lo que cuesta de lo que cuesta descontaminar el río Bogotá, que recibe el Tunjuelo.

En el siguiente video se explica qué implica la reinversión para descontaminar el río y por qué es más rentable acabar la industria, aunque el daño social por el impacto económico no sería menor.

No solo se evidenció que es insostenible mantener económicamente estos proyectos de tratamientos de agua, pues si se quiere un ejemplo de la situación futura que se daría en las plantas de agua se tiene el ejemplo de la PTAR de Zipaquirá. La primera instalación de esta planta tuvo un costo de 64 mil millones de pesos, la cual de forma posterior debió ser cambiada por temas de tecnología por una de un valor cercano a los 57 mil millones de pesos. Imagínese hacer con la PTAR de Canoas lo mismo, instalar primero una de 4,5 billones de pesos y luego, tener que modificarla por temas de tecnología por casi el mismo valor.

Volviendo a las personas, ¿qué pasa con las que viven cerca, que toman agua del río o que dependen del trabajo con las curtiembres? Uno de los principales problemas de salud provenientes del manejo de las curtiembres es su cercanía al cromo (ver reportaje Tunjuelo, hogar de parásitos y enfermedades) Este genera varias enfermedades incluido el cáncer. De acuerdo con el ‘Análisis de impacto presupuestal de la radioterapia para el tratamiento de cáncer de mama en Colombia’ realizado por el Ministerio de Salud en 2017, 20 sesiones de radioterapia tienen un costo de aproximadamente seis millones de pesos

A lo anterior hay que sumarle el costo de otros medicamentos que combaten enfermedades respiratorias. Por ejemplo, el costo de los inhaladores para combatir la bronquitis ronda entre los 75.000 a los 200.000 pesos colombianos. Uno de los más recomendados es B-Cort Bronquial, que tiene un costo de $155.000. Ahora, es cierto, que las eps normalmente asumen el costo de estos medicamentos, pero primero se tiene que pedir una autorización que puede tardar meses, por lo que el costo lo terminan asumiendo los ciudadanos

¿Qué pasará con los ciudadanos?

Las curtiembres no solo son fuentes de contaminación, también son el sustento de los habitantes del barrio San Benito. Un joven trabajador de las curtiembre de la zona, que prefiere no publicar su nombre para no comprometerse por sus declaraciones laboralmente, señala que sus padres y sus abuelos han trabajado toda la vida curtiendo cuero, y ahora, él también. De acuerdo con el trabajador, una fábrica mediana en promedio obtiene 15 millones de ganancias en un mes normal, pero eso depende de muchas cosas. “El sueldo sube y baja. Si se nos daña el cuero, uno puede terminar ganando apenas 70 mil de pesos a la semana”, señala el joven

Ahora, teniendo en cuenta, que la mayoría de habitantes del San Benito trabajan con cuero, bien sea vendiéndolo, curtiéndolo o transportandolo, se podría decir que es la base de la economía del barrio. y que en caso de que las curtiembres desaparezcan se dejaría a la zona sin sustento. El trabajador explica que en caso de una prohibición él y su familia seguirán laborando con cueros, bien sea clandestinamente o tal vez, mudándose al municipio de Villapinzón.

Entonces, la situación económica representa un dilema fuerte para las autoridades. pues por un lado, está claro que es inviable asumir el costo de plantas de tratamiento si el río se sigue contaminando, pero tampoco se puede dejar sin trabajo a las más de 15.000 personas que viven del cuero. Ante este panorama se han tomado medidas como exigir que las aguas residuales se procesen en cada fábrica antes de ser arrojadas. Tal vez, buscando alternativas que ayuden a que no se erradiquen del todo las curtiembres, no obstante, es momento de poner en una balanza qué pesa más ¿ la salud y bienestar ambiental?, o ¿ el sustento y trabajo de miles de personas?