El caso de Pilar, Francisco y Margarita, trabajadores de la capital, los cuales se someten o se sometieron a las difíciles condiciones laborales de la ciudad (véase reportaje historias de vida) no es aislado, por culpa de la dificultad en sus labores y la retribución por esto. Pero además, otros problemas en común entre ellos y casi todos los bogotanos son las dificultades en el transporte público que día a día afectan la eficiencia laboral y también su situación emocional.
Tanto Margarita como Francisco y Pilar coinciden en sus horas de movilidad para llegar a sus trabajos. Ellos se levantan a las 4:00 am para alistarse y llegar a su trabajo a las 8:00 am o 7:00 am, hora en la que empieza su turno. Su principal método de transporte es el Transmilenio, en el cúal atraviesan Bogotá en dos horas, más las horas en colectivos o buses de conexión (SITP) en total son cuatro horas diarias dentro del transporte público, las cuales no están reconocidas en su salario y empeoran su satisfacción con el trabajo.
Además, en una ciudad de más de 10 millones de habitantes como Bogotá, las rentas cercanas a los lugares de trabajo es más elevada por el privilegiado acceso a las cercanías de los trabajos, desplazando a personas con empleos formales e informales, especialmente de recursos más bajos, hacia las periferias. Así como es el caso de estas tres personas.
Según el estudio de trasportes en Latinoamérica, realizado por TomTom traffic index, los Bogotanos gastan y pierden alrededor de 117 horas al año en el tráfico, con un promedio de velocidad de 20 km/h. Esto sí, hablamos de transporte particular; sin embargo, el 39% de la población de Bogotá se moviliza en transporte público, según datos de Tráfico Global de Inrix.
Este tiempo en el transporte aumenta el estrés, la falta de ganas de ir a trabajar y la inseguridad dentro del sistema público complica en general la situación de la ciudad. Así, la situación de personas como Pilar, Francisco o Margarita empeora su jornada laboral y su calidad de vida en general.
Plaza Capital entrevistó a Patricia Acosta Restrepo, profesora de planificación urbana y estudios urbanos de la Universidad del Rosario, para entender por qué las personas viven tan lejos de su lugar de trabajo e indagar sobre las particularidades de Bogotá respecto a su organización urbana. De acuerdo con ella, para entender a Bogotá es fundamental empezar con entender el concepto de Megaciudades.
Según el informe: Megaciudades de la Autoridad del espacio público de la Ciudad de México, el término de megaciudad “Es utilizado para definir las ciudades que tienen más de 10 millones de habitantes que tienen condiciones de centro y periferia en distintas entidades políticas”. Esto da paso a que se generen centros económicos en los que la gente trabaja y vive el día a día, pero la renta en estos lugares es muy cara, desplazando a muchas personas lejos de estos puntos neurálgicos.
El costo de vida de los centros de concentración obliga a las familias de medios y escasos recursos a vivir en las periferias de la ciudad para acceder a una vida digna, colapsando los medios de transporte públicos y condenando a las personas a mantenerse en este transporte por muchas horas. Así, las personas viven dónde su capacidad de pago les permite, más allá de vivir en un lugar cómodo y cercano a sus empleos. De acuerdo con Patricia:
“Estoy dispuesto a pagar, ya sea en arriendo o en compra 1 metro cuadrado caro, que es caro porque mucha gente quiere vivir cerca y eso pasa en muchas ciudades del mundo. De hecho, a veces ese metro cuadrado caro por vivir cerca ni siquiera es de buena calidad”
Sobre este dilema del transporte, Darío Hidalgo, Doctor en transporte y profesor de transporte y logística, confirmó la opinión de Patricia Acosta. Ambos expertos concuerdan que los problemas de movilidad son producto de la mala gestión y la falta de inversión durante la última década en el transporte público, y que hoy los capitalinos sufren las consecuencias. Estas se pueden ver en la distribución de la vivienda, el colapso de las estaciones de transmilenio y el estrés diario de los capitalinos por movilizarse por su ciudad.
Adicionalmente, Darío comenta que actualmente estas problemáticas buscan resolverse con una alta inversión en infraestructura en la capital, pero estos proyectos aún tienen un largo plazo de entrega, complicando aún más la movilidad por las obras. Esto ha llevado a que muchas personas opten por el transporte particular, en su mayoría motos para poder transportarse. Aunque esto representa una mejora para los capitalinos, puede ser una problemática al saturar las vías con estos vehículos.
A pesar de que el panorama es complejo, ambos expertos afirman que el transmilenio es uno de los mejores sistemas que se han planteado en latinoamérica. Sin embargo, por las características de expansión de la ciudad dentro del concepto de gigantismo urbano, es necesario que se planteen proyectos de manera continua para que se refuerce la infraestructura del sistema y se eviten problemas de corrupción empresarial. Así, evitando que las personas en la ciudad tengan que sufrir las inclemencias del transporte, tal y como nos relata, Rafel y Pilar.
“Es un sistema que ha sido excesivamente eficiente, pero es víctima de su propio éxito, pues porque ya lo tenemos totalmente saturado y no lo hemos logrado continuar mejorando y expandiendo” Menciona Patricia.