Según el informe del DANE Nacimientos en niñas y adolescentes del 2022, Bogotá es el segundo lugar, después de Antioquia, en el que más nacimientos de madres adolescentes hay, representando el 7,7% del total de nacimientos, y el 50,1% de las madres solo cuentan con básica secundaria. Daniela se convirtió en una de las adolescentes dentro de ese porcentaje en 2018.
Al dar a luz, los inconvenientes para Daniela se hicieron mayores: “Yo estuve en licencia de maternidad varios meses y a veces no tenía quien me cuidara la bebé. me perdía de temas importantes, fue un poco duro tratar de terminar el colegio siendo mamá”, recuerda Daniela. Sin embargo, lejos de ser un caso único, esta es la realidad de muchas jóvenes que enfrentan barreras y dificultades a la hora de terminar su proceso escolar, lo que ha llevado a muchas de ellas a desertar de su colegio.
Para el colectivo Jacarandas, el impacto de la doble jornada es una de las primeras situaciones que las madres adolescentes experimentan al volver al colegio puesto que las niñas empiezan a experimentar los trabajos de cuidados que sus hijos demandan, por lo que no les queda mucho tiempo para su desarrollo educativo. “primero está el rol de ser madres antes que el de ser estudiantes entonces el proceso es mucho más lento, truncado y a veces no se finaliza”, explica María Paula Forero.
Según el DANE, la principal causa de la deserción escolar es el hecho de que las niñas y adolescentes tienen que encargarse de los oficios del hogar, representando el 33% en niñas de 10 a 14 años y el 40% en niñas de 15 a 19 años. Para Jacarandas el hecho de que la maternidad conlleve todas estas cargas hacia el trabajo de cuidado deriva en que las madres terminan dejando su recorrido educativo, lo que, según Carolina Perdomo, psicóloga infantil conlleva en situaciones de frustración, maltrato y negligencia a los hijos de las adolescentes.
A Jacarandas también le llama poderosamente la atención que solamente el 1% de las mujeres que tienen un hijo antes de los 20 pueden entrar a la universidad. En concordancia, el DANE reconoce un efecto inverso entre la edad de la madre y el avance en sus estudios: entre más joven la niña menos nivel educativo alcanzará, mientras que las madres que tuvieron sus hijos más grandes pudieron culminar diferentes etapas de sus niveles educativos.
A pesar de que la Secretaría de Educación es contundente con que no se puede expulsar a una estudiante por quedar embarazada, la realidad es que las barreras que enfrentan las estudiantes que son madres las obligan muchas veces a abandonar sus estudios. Para Jacarandas, los colegios no han hecho los esfuerzos suficientes para ayudar a conciliar la vida de madres y estudiantes que muchas de las adolescentes afrontan en todo el país. “Las universidades y centros educativos no piensan en guarderías u otras alternativas para apoyar a las madres adolescentes, no es un pensamiento que surja del ministerio de educación”, expone María Paula Forero.
Según el DANE, el 7,8% de las niñas de 10 a 14 años que quedan en embarazo interrumpen sus estudios debido a la falta de recursos económicos para poder pagar el colegio o costear los gastos que estudiar genera. El ICBF por su lado ha implementado un programa para ayudar a las madres adolescentes en proceso de gestación y de lactancia, sin embargo, la atención a las niñas y adolescentes por parte del Estado es ambigua según Juana Criss, profesora de preescolar, y según Jacarandas.
Según en el Fondo de Población de las Naciones Unidas, el hecho de que una mujer interrumpa su proceso educativo deriva en que su condición socioeconómica sea más precaria, según un estudio realizado por la misma organización, el ingreso económico promedio en mujeres que fueron madres siendo adolescentes es de 1 millón de pesos, aproximadamente, la razón es porque muchas de estas adolescentes se han dedicado a los trabajos domésticos no remunerados, aplazando así cada vez más la culminación de sus estudios. Así mismo resaltan que la tasa de desempleo en estas mujeres es mucho mayor al de las mujeres que fueron madres siendo adultas.
Carolina Perdomo, argumenta que los niveles de pobreza se contraponen con los deseos de las madres por desarrollar un proyecto de vida sólido que las ayude a realizarse como personas y alcanzar un nivel de afectividad y emocionalidad que les permita llevar una maternidad tranquila y plena, por lo que, según ella, es una bola de nieve que arrastra niveles socioeconómicos, pobreza, educación y desarrollo físico, psíquico y sexual.