Salto del Tequendama: más que relatos de suicidio, Patrimonio de la nación

Ubicado a 5,7 kilómetros de Bogotá, en el municipio de Soacha, Cundinamarca, se encuentra el Salto del Tequendama, una caída de agua de aproximadamente 157 metros de altura. Esta cascada es rememorada popularmente por una innumerable cantidad de relatos y mitos que la referencian como el salto de los suicidas. Del otro lado del precipicio, como un mirador testigo de estas historias, se encuentra una construcción hoy denominada Casa Museo del Salto del Tequendama. Por su majestuosidad y valor histórico, el Salto y la Casa, respectivamente, fueron reconocidos como patrimonio natural y cultural de la nación.

96 años, de hotel de la élite cachaca a Casa Museo

La mitología de nuestro territorio cuenta la leyenda del momento en que los muiscas, tribu indígena que lo habitaba, fueron castigados por el dios Chibchacun. La deidad, para mostrar su furia, inundó completamente la tierra, que hoy correspondería a la Sabana de Bogotá. Los muiscas acudieron al cacique Bochica, quien decidió ayudar y emprende con ellos una larga caminata. Bochica encontró unas grandes rocas, allí se detuvo, soltó su varita de oro y dio lugar a un rompimiento maravilloso de la tierra que permitió el paso del agua. El líquido se retiró del territorio de los muiscas y así es como, desde su cosmovisión, explican la creación del Salto del Tequendama, que además en su dialecto está relacionado con un vocablo que significa “puertas abiertas”.

Andrés García-Londoño, biólogo y director general de la Fundación Bioethos explica que el Salto tiene importancia tanto ecosistémica y ecológica, como antropológica (derivada de su relación con la mitología y los muiscas) e histórica, considerando que en la zona que rodea la cascada se encuentra una edificación de la que se pueden obtener importantes aportes históricos sobre la cultura y tradición bogotanas.

La Casa del Salto del Tequendama, inició su construcción en el año 1923 y terminó en 1927 como una estación ferrocarril, creada por Ferrocarriles Nacionales de Colombia. La función del tren en esta época era principalmente llevar y traer carbón mineral, pero la alta afluencia de visitantes a la zona llevó a la construcción de la estación para la movilización de pasajeros, todo esto durante el mandato de Pedro Nel Ospina. La línea férrea llegaba apenas a un kilómetro de la casa y los visitantes no tenían problema en llegar caminando hasta allí, por lo que era el lugar idóneo para ubicar la estación. La presente reconstrucción histórica, junto a muchos de los elementos sobre los que se hará precisión a continuación, se realizan con base en la información que se otorga durante el recorrido guiado en la Casa Museo del Salto de Tequendama.

Se acredita la autoría del diseño de la construcción al arquitecto Carlos Arturo Tapias y al señor Ramón Barba Guichard, a quienes el ya mencionado presidente de la época, Pedro Nel Ospina, dio la orden de construir la Casa del Salto del Tequendama. Sus espacios son simétricos y la arquitectura con la que se realizó el lugar fue realizada con las normativas y el modelo arquitectónico de la Escuela de París. De hecho, muchos de sus detalles y elementos internos que se pueden apreciar hasta hoy, combinan elementos de la cultura francesa con personajes mitológicos y símbolos autóctonos.

Así, además de estación ferrocarril, la casa fue adaptada y años después se convirtió en el Hotel Bochica Salto del Tequendama, un lugar predilecto de reunión de la clase alta bogotana. La Casa se construyó con cinco niveles y, mientras funcionó como hotel, dio espacio para ocho habitaciones para la clase media, cuatro suites para el público y una suite presidencial, además de un salón de baile.

Foto: María Fernanda Agreda

Ferrocarriles Nacionales de Colombia quiebra en los años 50, pero la casa siguió funcionando como hotel aproximadamente hasta el año 1975. De allí, la casa fue vendida al señor Roberto Arias Pérez, el fundador de Colsubsidio, quien decide inaugurar un restaurante italiano en 1986. Con este cambio, se modifican varias de las características originales de la casa: por ejemplo, el color de la fachada que antes era blanco se convierte en un rosa pálido; también se adecuaron espacios de la casa como el salón de música para que funcionara como cocina del restaurante.

En la época no existían leyes de regulación ambiental, es por esto que a las aguas residuales, industriales y domésticas no se les realizaba ningún tratamiento e iban a dar directamente al Río Bogotá, que sufría las consecuencias del crecimiento acelerado de la población del casco urbano. El Salto, que antes proporcionaba una vista majestuosa y era uno de los principales atractivos del lugar, empezó a emitir olores demasiado fétidos que no solo molestaban a los clientes, sino que no permitían que el lugar fuera apto para el consumo de alimentos. Por esta razón, el restaurante decide cerrar sus puertas en el año 1983, dejando así la Casa en completo abandono y con ella, la cascada que durante mucho tiempo proporcionó un espectáculo maravilloso y completamente natural.

Rescatada de las ruinas

Desde el año 1983 la casa estuvo en completo abandono durante 26 años. La infraestructura fue gravemente afectada debido a los actos vandálicos y hasta quemas que se realizaron en su interior durante este tiempo. En el año 2009 y con la intención de empezar a recuperar tanto el valor histórico de la casa, como el recurso natural que la rodeaba, la Fundación Granja Ecológica el Porvenir la compró al señor Roberto Arias para iniciar la restauración, que se hace oficial en el año 2011. Carlos Alberto Cuervo, encargado del área de Mercadeo y Comunicaciones de la Fundación asegura que “ al darse cuenta del avance significativo de los daños que tenía la casa, decidieron comprarla como complemento directo de todo un programa ambiental, de restauración, recuperación y sensibilización a la población visitante en el Salto del Tequendama”.

No solo la inversión de la Fundación ha permitido restaurar la casa, también entidades como la Unión Europea, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca -CAR-, la Embajada de Francia en Colombia y la Universidad Nacional, entre otras entidades privadas, han realizado aportes a la restauración, porque ni el municipio de Soacha, ni el Estado colombiano han entregado apoyos económicos durante el proceso. De la Universidad Nacional provienen la arquitecta Claudia Hernández y el ingeniero Luis Eduardo Icardi, los especialistas que, según Cuervo, ayudaron al estudio, reconstrucción y recuperación de la historia que guarda la Casa del Salto del Tequendama. La Unión Europea, por su parte, además de realizar donaciones económicas, también se encarga de gestionar los protocolos y requisitos en la asignación de exposiciones que se realizan en el lugar.

Foto: María Fernanda Agreda

En la actualidad, al interior de la casa aún existen elementos originales: candelabros colgantes, lámparas, algunos pisos, figuras en las columnas, puertas y cerraduras; que se combinan con las piezas recuperadas que se han ido cambiando progresivamente para mejorar el aspecto de la casa, pero tratando de salvar todo el patrimonio e historia posibles. El encargado de Comunicaciones de la Fundación acredita este proceso al grupo de Fauna Silvestre y Conservación de la Universidad Nacional, gracias a cuyas investigaciones se logra reconstruir la historia y valor de la zona del Salto del Tequendama. Hoy, la casa funciona como un museo donde se realizan recorridos guiados por los que los visitantes pagan la entrada; estos aportes se invierten también en la restauración.

Aunque esta iniciativa ha traído muchos más visitantes, existen quienes llegan al lugar en busca de historias y secretos tenebrosos. Durante años, la cascada del Tequendama y las aguas contaminadas del fondo fueron el escenario de muchos suicidios, por esto se han popularizado las versiones en las que se dice que almas en pena habitan el lugar y que allí se pueden experimentar sucesos paranormales. Carlos Cuervo asegura que los suicidas y los fantasmas hacen parte de leyendas populares: “sobre esto, la Fundación lo que hizo fue cerrar el paso al Salto y de esa forma no volvieron a haber suicidios”. Sin embargo, las versiones en el lugar son distintas, pues los trabajadores afirman que muchas personas todavía asisten con el fin de acabar con su vida.

A continuación podrá escuchar más datos interesantes, historias tenebrosas y el testimonio de María Helena, una trabajadora de hace más de 40 años en la zona del Salto del Tequendama.

Foto: Jessica Zapata
Foto: Jessica Zapata

¿Por qué es Patrimonio? Casa histórica, recinto de flora y fauna

En el año 2015, por solicitud de María Victoria Blanco, representante de la Fundación Granja Ecológica El Porvenir, la Casa entró en el proceso para ser reconocida como Patrimonio Cultural. Finalmente, para el 20 de septiembre de 2018, a través de la Resolución 3355, el Ministerio de Cultura declaró el inmueble denominado Casa Museo del Salto del Tequendama como Bien de Interés Cultural de la nación.

“La entidad es bastante explícita en las razones por las que toma la decisión, el patrimonio es un legado que nos dejan sociedades pasadas a las sociedades futuras. En el Salto se ve ratificado este legado en la producción literaria, canciones e historias, que son una herencia supremamente importante”, afirma el encargado de Comunicaciones de la Fundación. Una demostración artística es el himno de Soacha, el cual habla del Salto. Este lugar también aparece en los escudos de San Antonio del Tequendama, el de la Provincia de Nueva Granada y en el antiguo billete de un peso colombiano.

José Antonio Ramírez, historiador, politólogo y planeador urbano, explica que postular una obra para que se convierta en Patrimonio Cultural es un procedimiento exhaustivo donde “la persona natural o jurídica que postula el Bien debe llenar unas fichas de valoración histórica, arquitectónica y simbólica; después, se debe presentar ante los Consejos de Patrimonio del ente territorial o Nacional”, dichas entidades son las que deciden finalmente sobre la postulación. Es por esto que los procesos de elección pueden tardar, como en el caso del Salto, pero da cuenta de los requisitos que cumple y los altos valores que representa el ahora Museo.

En la resolución se asegura que en la obra de la Casa del Salto del Tequendama “la construcción en sí misma se constituye también en una obra maestra, no solo en arquitectura, sino también de la ingeniería colombiana”. La edificación, al ser reconocida como Bien de Interés Cultural del ámbito nacional, retoma el valor histórico que tenía como lugar de esparcimiento familiar y turístico; en la actualidad, cumple además una función social educativa. Aunque esta obra no cuente con el apoyo estatal, como expresa Cuervo, se espera que a partir de esta resolución, se preste más atención y se brinden apoyos por parte de los organismos.

Foto: Jessica Zapata
Foto: Gabriela Díaz

Pero el valor patrimonial de la zona del Salto del Tequendama no es solo de la emblemática edificación, sino del recurso hídrico que la rodea. El Salto cuenta con 157 metros de altura y es parte del río Bogotá, que nace en el nororiente del departamento de Cundinamarca, en el municipio de Villapinzón, donde se encuentra el páramo de Guacheneque. Desde este lugar, el nacimiento de agua recorre 44 municipios, los cuales se dividen en cuenca alta, media y baja; donde la media, ubicada exactamente en la capital colombiana, que actualmente supera los 12 millones de habitantes, presenta el nivel más avanzado en términos de contaminación.

El caudal de la caída de agua ha disminuido debido a las desviaciones del recurso que se realizan con fines de generar energía hidroeléctrica por parte de empresas privadas. Una de estas, como señala García-Londoño, es Emgesa, que suple gran parte de la demanda energética de Bogotá a través del embalse del Muña. Este embalse produce una mala calidad paisajística de olores, al represar las aguas del río completamente contaminado. Al respecto, el biólogo señala “la contaminación es un agente privatizante, eso hace parte del negocio porque cuando el agua está limpia normalmente se usa para recreación o turismo, en cambio, cuando el agua está sucia igual cumple su función energetizadora”. De esta manera se evita, además, que los residentes de la zona hagan uso de esta como bien público.

De acuerdo a la información brindada por las guías turísticas de la Casa Museo del Tequendama, han habido ocasiones en las que estas industrias cierran las compuertas y detienen completamente el paso del agua, dejando apenas un hilo del líquido que cae por la cascada y causando daños irreparables al ecosistema, fauna y flora de la zona.

Las fuentes principales de contaminación en el Río Bogotá, según el Biólogo, son los metales y el manejo del cuero en poblaciones como Villapinzón, en donde botan todos estos contaminantes directamente al Río. “Otro factor es el tema de la ganadería, la cual elimina bosques nativos; también se encuentran los desechos de la producción ganadera, los cuales tienden a parar al río, materiales químicos producto de empresas y tintas”, manifiesta García-Londoño. Asi mismo, muchas personas arrojan al Río Bogotá y a humedales escombros, elementos de hogar como sofás, camas e incluso vehículos deteriorados, también aceite de cocina y residuos hospitalarios peligrosos. De igual manera, las aguas residuales de Bogotá son un factor grave en la contaminación. Las personas han convertido a los humedales en un depósito de todas sus aguas negras, las cuales desembocarán en el Río.

En cuanto a la biodiversidad del Salto, en el lugar hay diferentes especies de aves, mamíferos, ranas, serpientes y lagartijas. Estos animales dependen del agua para sobrevivir. Andrés García-Londoño afirma que “si el agua está contaminada ellos van a verse afectados, finalmente esto hará que fallen sus procesos fisiológicos y pueden desarrollar enfermedades”. También se perjudican otros animales que utilizan agua para beber o incluso para asearse. Este problema no solo implica a la fauna de la zona, sino a los humanos, quienes al tener contacto con perros callejeros, gatos y hasta roedores, pueden contraer fácilmente enfermedades.

Además de la biodiversidad de especies que habitan la zona del Salto, el valor natural de la cascada también se ha reconocido, debido a que reduce los niveles de contaminación. La caída desde esa altura (157 m) logra que el agua se oxigene naturalmente y reduce al menos en dos niveles la contaminación del recurso. Por esta razón, a mediados del 2019, el ministro de Ambiente, Ricardo Lozano, declaró a RCN radio que se presentó oficialmente la iniciativa para que el Salto del Tequendama sea reconocido como Patrimonio Natural de la nación, con el fin de que se apliquen sobre él las legislaciones de protección al patrimonio y este sea conservado y protegido.