Desde mayo del 2024, la avenida Caracas, en Bogotá, ha tenido cierres para vehículos particulares, transporte público y estaciones de Transmilenio por la construcción de la primera línea del metro de Bogotá. La situación actual representa la disminución del flujo vehicular y peatonal, el aumento de la percepción de inseguridad, la baja iluminación en la zona, sumado al deterioro, el polvo, el ruido y las vibraciones de la infraestructura vial. Todo esto ha afectado el comercio, generando una caída en las ventas de los establecimientos locales formales e informales.
Esta obra que contempla atravesar gran parte de la ciudad y brindarle un mejor servicio de transporte publico beneficiaría a 7.400.000 habitantes, pero ¿qué sucede con los comerciantes y residentes de la avenida Caracas mientras la zona está en construcción?
A la fecha se cerraron las estaciones Calle 26, Marly, Calle 72 y Calle 63, dejando menos alternativas de movilidad y perjudicando aproximadamente a 450.000 personas que usan este transporte a diario. A pesar de ello, se han habilitado rutas alternas para quienes circulan por esta avenida principal. Lo que preocupa son las afectaciones a largo plazo del comercio que lucha constantemente por mantenerse y busca la manera de adaptarse por los próximos años que se contempla durará la obra en esta zona.
Solo tras 4 meses desde el cierre en la Calle 26 y en la antigua estación de Marly, muchos comerciantes han tenido que abandonar la zona, reubicarse en otro espacio, reducir horarios y personal, o luchar contra la falta de garantías para mantener su lugar y con ello su trabajo.
En esta investigación, les contaremos en la primera parte, las múltiples afectaciones al comercio de este sector. En la segunda sección se expondrán las adaptaciones a las que se han sometido los vendedores para no cerrar ante la coyuntura, y finalmente, la tercera parte mostrará cómo esta problemática no cesará ante la incertidumbre que deja los pocos avances en la obra del Metro de Bogotá.