El metro eterno: la incertidumbre económica y vial de la avenida Caracas

En la calle 72 a un lado de la avenida Caracas se encuentra un llamativo restaurante que hasta hace unos meses lograba cautivar los ojos de los transeúntes por su peculiar presentación. El local consiste en un enorme bus que funciona como cocina, el cual se encuentra rodeado de mesas que forman una experiencia poco convencional pero llamativa

Dicho lugar, llamado “The Rock Band Burger” lleva 10 años en funcionamiento y hasta el momento había sido bastante exitoso, con incluso reconocimiento de algunos medios de comunicación como El Tiempo; sin embargo, como lamenta Rosangelis Chasim, debido a los trabajos del metro y la incertidumbre detrás de su construcción, el local se ha visto afectado, teniendo pérdidas económicas de la mano de la preocupación por la inseguridad.

La situación de “The Rock Band Burger” no es la única que ha presentado infortunios por la obra del metro, son varios puntos a lo largo de la vía en los cuales la demolición de infraestructura ha terminado afectando a los ciudadanos aledaños de la avenida Caracas.

Esto haces que se vuelva un problema de índole económica, social y política, pero también de movilidad por el cierre constante de vías. Esto fue un golpe fundamental en la cotidianidad de mercaderes, transeúntes e individuos locales cuyos hogares se encuentran en la zona.

Para Valeria Bernal Castillo, Politóloga y Gestora Urbana, es importante tener en cuenta que Chapinero es una localidad de más de 128 mil habitantes y de alrededor de 500 mil personas de población flotante. Lo que le da un peso significativo en la ciudad y por ello, “cuando se realiza un proyecto de este tipo es importante evaluar los actores que son afectados por este tipo de intervenciones en la infraestructura urbanística”, explica Bernal. Y si bien la empresa Metro generó muchas expectativas entorno al proyecto, esas promesas se han convertido hoy en incertidumbre.

Toda esta incertidumbre se ve influenciada por el debate actual entre la Presidencia y los acuerdos previos sobre la construcción del megaproyecto, que no deja claro a los ciudadanos si se va a seguir con el metro elevado o se remplazará por el metro subterráneo. Esto nace del argumento del presidente Gustavo Petro de que el modelo subterráneo es una mejor alternativa debido no solo a los costos sino también a la seguridad y conservación de la zona posterior a la construcción, a esta posición se enfrenta la idea de que un metro subterráneo sería un paso hacia atrás debido a que el contrato ya se firmó y ya se hicieron algunas de las demoliciones necesarias para el metro elevado.


Incertidumbre económica: los negocios están perdiendo ganancias

Rosangelis Chasim y “The Rock Band Burguer” se han visto directamente afectados, este local de comida rápida, a pesar de su llamativa decoración y servicio reconocido, no logra salvarse de la situación actual de construcción. La ubicación espacial los ha dejado al lado de uno de los puntos donde ya se demolió infraestructura, quedando aislado del mundo y en medio de un desierto constante de polvo.

En la siguiente imágen interactiva se puede comprobar cómo era el estado de la zona antes y despúes del comienzo de la obra, asimismo como ya no hay transeúntes.

Como Rosangelis comenta, “uno de los más grandes problemas por los cuales ha tenido que pasar el negocio es la nula visibilidad que la obra dejó”. A pesar de ser un local acreditado y tener 10 años de servicio, el bus de hamburguesas está cursando problemas de índole económica porque la demolición los dejó inconexos con el resto la vía y son pocos los peatones que causalmente ahora logran toparse con el local.

“La empresa Metro no ha cumplido con las promesas iniciales de ayuda que se pactaron, ya la obra está próxima a cumplir un año y no se ha dado apoyo de ninguna forma” comenta la propietaria del local, quien argumenta que la compañia había pactado apoyo económico y compensación debido a las molestias generadas por la construcción. Es por ello que el mayor temor de los dueños es que tengan que terminar cerrando debido a no poder recuperarse de la compleja situación.

Rosangelis Chasim al lado del camión de The Rock Band Burguer. Foto: Juan Rueda

Este tipo de problema no son exclusivos de restaurantes como “The Rock Band Burguer”, otro establecimiento que tiene experiencias similares es la tienda local de Diana Arango ubicada en la calle 62, diagonal a la Caracas. Esta es una pequeña tienda de barrio que vende diferentes productos locales como bebidas, paquetes, productos del hogar e incluso frituras como empanas y arepas.

Al igual que el restaurante anterior, la tienda lleva 10 años en funcionamiento, por lo que pudo observar la evolución constante de la zona. Es por ello que Diana recuerda y comenta con tristeza que “las políticas de la Alcaldía y el gobierno han sido los responsables de la quiebra de muchísimos negocios alrededor de la propia avenida y del Transmilenio”.

La construcción del metro no es excepción, si bien ella considera que la edificación del metro es algo positivo, no puede evitar pensar en el olvido y el perjuicio de los cuales los comerciantes están siendo víctimas. La calle 62 es otro punto de demolición que consiguió el gobierno para la construcción del metro, pero por la falta de planeación y la manera en la cual la zona se encuentra en un limbo por las polémicas entre entidades gubernamentales, los comerciantes fueron dejados a su suerte con un bloque de tierra empolvado poco protegido.

Para Valeria Bernal, Gestora Urbana, cuando se mencionan lo positivo de hacer un megaproyecto con el metro se resaltaron dos puntos a favor: el primero, la disminución de los trayectos y el segundo, la reducción de la contaminación en la ciudad. “Creo que estos beneficios pretenden encubrir los problemas que están generando las obras y por eso están dando soluciones al aire, soluciones que no arreglan el problema”. Muchas personas se están quedando por fuera de los procesos porque no se está llegando a concertaciones. “No se están viendo las necesidades de las comunidades y esto va a hacer que mucha población sea arrastrada a irse de la localidad” agrega.

Diana argumenta que la falta de varillas o protección decente para la zona ha atraído grupos delincuenciales o habitantes de calle que “rompen la malla y entran en la zona a delinquir o contaminar”. Esto provocó que la clientela que transitaba la calle 62 se acabara, ya que las personas prefieren no bajar debido a la inseguridad. Lo más delicado es que las entidades encargadas del metro no han ofrecido ninguna solución, “lo único que dejaron fue polvo, con el cual hasta yo me enfermé, he estado todos estos días mala de la garganta”, comenta.

Calle 62 con Caracas, demolición al frente del local de Diana. Foto: Juan Rueda

Los locales comerciales no son los únicos que se han visto afectados, los vendedores ambulantes se han tenido que adaptar a la situación actual. Rosalba García tiene su pequeño puesto de venta al frente de una de las demoliciones centrales de la obra y comenta nerviosa sobre la inseguridad producto de la falta de planeación de la obra, ya que en perspectiva propia los actos delictivos han aumentado desde que comenzó el proceso.

Rosalba aclara que la zona siempre ha presentado problemas de seguridad, pero que debido a las transformaciones del terreno esta ha aumentado de forma estrepitosa, justo este mes fue víctima de un hurto donde un individuo se llevó algunos de sus productos. Es por ello que se encuentra confundida, ya que “con todas estas noticias de si un metro elevado o uno subterráneo ya uno no sabe si se va a hacer o no”.

La base de estos problemas y temores se encuentra en la incertidumbre por el futuro del metro, no solo no conocer lo que va a suceder por culpa de las querellas políticas, sino también como la demolición actual que los está dañando en materia económica y de salubridad sigue sin respuesta gubernamental que los pueda ayudar.


Los problemas viales y la reacción de algunas entidades locales

Otro tema que es importante a la hora de hablar de la avenida Caracas y la construcción del metro es el desorden vial. En una entrevista con José Miguel Santamaria, -Edil de la localidad de Chapinero, se evidenció que los residentes de esta localidad se encuentran afectados con la obra del metro sobre todo con problemas de movilidad, por ejempló, si alguien circula por la carrera 7.ª y quiere ir hacia el occidente o el norte de la ciudad, la vía que puede tomar para hacerlo es la calle 72. Sin embargo, esta se encuentra parcialmente cerrada por las obras metro de Bogotá lo que obliga a los conductores a movilizarse por las vías de los barrios con Quinta Camacho.

Y es que vías como la 72 conecta a los conductores con la avenida Caracas, la autopista Norte y la avenida calle 80 en un tiempo estimado de diez minutos. Además, por ella transitan no solo vehículos particulares, sino también rutas del SITP y buses híbridos de Transmilenio.

Tráfico concentrado el cual ya no puede avanzar por las salidas laterales. Foto: Juan Rueda

Santiago Andres Ramírez lleva viviendo dos años en la zona de Barrios Unidos, en el sector más conocido como El Lago. Santiago ha decidido empezar a trasportarse en bicicleta porque es muy difícil movilizarse en horas pico por su barrio, “yo no me muevo mucho por el sector porque es un trancón todo el tiempo, las construcciones ni siquiera se han terminado, dividieron espacios para las obras donde no se ha hecho nada, solo derrumbamiento de predios y trancón constante”.

Lo cierto es que por las distintas obras entorno al metro, el tráfico pesado que antes ocupaba las vías principales de esta localidad se ha desplazado a barrios de vías angostas, generando molestias por ruidos y detrimento a la malla vial de los barrios, ya que estas calles no son adecuadas para el transporte de carga pesada.

El edil Santamaría comenta que “la Alcaldía de Bogotá hace varios años se había comprometido con un plan de renovación urbana que nunca se concretó, creando una falsa expectativa sobre los residentes del sector”. También denuncia que no existe un Plan de Manejo del Tránsito (PMT) claro. Lo cual ha dificultado la movilidad en los barrios y debido a las nuevas obras que se están anunciando como el corredor verde de la séptima. Los ciudadanos sienten incertidumbre, por la movilidad en la localidad y el ruido producto del tráfico pesado.

“Normalmente el sector es muy ruidoso yo intento dormir con audífonos para no escuchar el ruido de afuera. Pero es muy difícil aislar el ruido adentro del predio”. Santiago Además, las vías no están hechas para que volquetas, buses híbridos se transporten. Yo siento la vibración cuando pasa el hibrido y obviamente eso va a generar deterioro en las vías” agrega Ramírez.

La empresa Metro no sé ha presentado a ninguna de las reuniones que está citando últimamente Junta Administradora Local (JAL) de Chapinero, quienes le enviaron un derecho de petición donde consultaron por los distintos temas que agobian a la comunidad de frente a la discusión por parte de la alcaldía y la Presidencia. A lo que Metro respondió que, a la fecha, no adelanta estudios para una obra subterránea en la Primera Línea del Metro de Bogotá (PLMB).

Para Valeria Bernal cuando los proseos de concertación no están bien planteados se puede construir un proceso de segregación social. “Le estamos dando infraestructura a sectores económicos altos, pero estanos segregando a la población de sectores más bajos muy importante de la localidad. Por ello es preocupante que no asistan a las reuniones”.

Según el derecho de petición presentado a la empresa Metro, la información con la que se cuenta es la anunciada por los medios de comunicación y por el Representante Legal del concesionario Metro Línea 1 S.A.S (ML1 S.A.S), en el sentido de que la solicitud no se realizó en el marco del contrato, por ende, no se ha considerado cambiar el proyecto. A la fecha el Contrato de firmado en el 2019 se ejecuta de acuerdo con lo establecido contractualmente.

Ramírez, como muchos ciudadanos, creen en el benéficos del proyecto, pero también necesita soluciones a sus problemas y mensajes claros entorno a la obra “yo me aguanto un tiempo, pero no se están haciendo nada. Vivo entre la incertidumbre, no sé cuánto se demore, es muy poco probable que esa obra se terminé rápido”, menciona.

Puede revisar la respuesta completa de la empresa Metro de Bogotá en el PDF presentado a continuación.


¿Por qué hay polémica por la construcción del metro?

A principios de este año el presidente Gustavo Petro anunció su oposición a la construcción de un metro elevado, proponiendo que uno que trascurra bajo tierra era una opción infinitamente mejor, argumentando que el metro elevado no era la mejor opción para construir en Bogotá.

La situación es bastante delicada y despierta pasiones en diferentes sectores políticos. La alcaldía, de la mano de los que defienden continuar con la construcción del metro elevado, argumentan que no es posible retornar a la idea de un metro subterráneo, ya que no solo firmó el contrato, sino que se compraron y derribaron varias estructuras a lo largo de lo que sería la primera línea del metro, en el norte de la Avenida Caracas, dejando amplias hectáreas de escombros y elementos derribados, por donde se supone ha de edificarse las columnas del metro. El no llevar a cabo dichas construcciones podría recaer en un detrimento patrimonial.

Zona de demolicón para la construcción del metro. Foto: Juan Rueda

Esto desencadenó en el actual enfrentamiento de propuestas entre el presidente y la alcaldía, donde el primero busca volver a aquella idea de un metro subterráneo mientras que el segundo plantea continuar como ya se había pactado con el consorcio, llevando adelante la idea del metro elevado.

Sin embargo, los más afectados de esta discusión entre ambas entidades terminan siendo los transeúntes, los civiles y aquellas personas cuya vida gravita alrededor de las zonas de construcción, debido a la incertidumbre que se está generando en un proyecto que ha tenido infinidad de tropiezos como lo es el metro de Bogotá.

De esta forma, la incertidumbre por rumbo de la obra está presente tanto en los civiles como en algunas figuras burocráticas, los problemas de organización alrededor de la construcción del metro han terminado afectando la cotidianidad de aquellos que orbitan la zona, ya sea de forma económica, vial o urbana.