Desde finales de diciembre de 2023, Lucía Torres, una mujer de 68 años, se viene quejando ante el Acueducto de Bogotá y la propietaria de su inmueble, por la apariencia del agua que sale de los diferentes grifos de su casa. Lucía vive en la localidad de Engativá, en el barrio Julio Flores y desde entonces, tuvo que afrontar un gasto que no tenía presupuestado. Después de que un técnico particular la visitara y le dijera que el agua de color amarillo fuerte que salía de su grifo era potable, ella decidió empezar a comprar porrones en las tiendas cercanas porque se sentía incapaz de consumir ese líquido, que incluso, a veces olía mal.
Desde entonces, Lucía invierte cerca de 16.000 pesos cada dos semanas para el consumo de ella y su nieta. Para ahorrar, los alimentos los cocinan con agua de la llave, pero afirma que se “han presentado problemas estomacales con mayor frecuencia”, aunque no se pueda asegurar que exista una relación directa entre el cambio de color del líquido y el aumento de enfermedades gastrointestinales
En distintos sectores de Bogotá, el agua, un servicio público fundamental para la vida y la salud pública, llegó a los hogares de los bogotanos con tonalidades amarillas y en algunos casos, con sedimentos. En diferentes localidades, particularmente las más cercanas al río Bogotá, esta situación se ha extendido hasta marzo de 2024.
El Acueducto de Bogotá, la entidad encargada de la distribución del agua, ha dicho en varias ocasiones que, pese a las características del servicio, el agua es potable. Sin embargo, muchos ciudadanos han preferido continuar comprando el agua en bolsa o porrones. Por lo cual, en muchos casos los ciudadanos han preferido comprar el agua, como en el caso de Lucía, antes de confiar en la información de la entidad.
Al igual que Lucía, ciudadanos de otras zonas, han expresado el mismo descontento y la misma preocupación por la calidad del agua. Tal es el caso de Julián Tello, quien vive en la localidad de Usaquén, específicamente en la UPZ de Toberín. Tello, vivió el mismo fenómeno en su hogar a finales de diciembre, cuando vio por primera vez que el agua tenía un color muy amarillo. Esto, generó que en su hogar sintieran desconfianza para usar el agua incluso al momento de bañarse, el color y el olor eran tan fuertes que sus pendieron el consumo, para todos los habitantes de la casa, incluyendo a las mascotas.
Tello también cuenta que en las tiendas cercanas a su casa también se agotaron las bolsas y las botellas de agua, por lo que tuvo que comprar garrafones en otros sectores y dejar solo para la limpieza el agua de la llave. Julián afirmó que “Por más que el Acueducto diga que el agua es limpia y potable, no se ve como tal y uno se abstiene de tomársela”, dice Julián.
Para Fabio Suárez, exdirector de la Unidad Central de Riesgos en el área del Banco Interamericano en el Pacífico y galardonado, en el 2019, como uno de los tres mejores ingenieros civiles especializados en aguas residuales de Colombia, el líquido con el tono de color amarillo puede no ser en su totalidad potable.
Aunque el color del agua se dio en distintas zonas de la ciudad, no fue un problema común en todas las localidades. Particularmente, Suárez afirmó que estas zonas son las que se encuentran cercanas a las plantas de tratamiento de Tibitoc, Chingaza o Usme Sistema que surten a localidades como Tunjuelo, Usaquén, Engativá, Suba y Barrios Unidos.
En la siguiente línea del tiempo, se observa el cambio en los niveles del agua en el embalse de la Regadera, que surte la planta de Usme Sistema. En ella se muestra cómo, gracias a los estragos de las sequías, el flujo de agua disminuyó a principios de 2024 y se observa la acumulación de sedimentos que, debido al poco flujo, son más fáciles de ser desprendidos y acumulados en el agua.
Para Suárez, las causas varían, pero la principal es la sequía. Los efectos del fenómeno de El Niño han ocasionado que el agua en los embalses baje y esto hace que, cuando las plantas de tratamiento toman el agua, queden sedimentos y suciedad por rocas pequeñas o barro que no se pueden eliminar. Si una planta de tratamiento presenta una falla, otra entra a surtir el agua en dicho sector, pero la velocidad con la que esto sucede puede ocasionar que se desprendan químicos con los que se limpian las tuberías.
Otra de las causas, según Suarez, es la falta de mantenimiento en los tanques o en las tuberías de los edificios y de los conjuntos, lo que ha ocasionado que, al pasar el agua potable por ellas, esta se torne turbia y tome el color amarillo. Es importante aclarar que esta causa es un problema particular de los edificios o de los tanques de agua de los conjuntos y que no se puede afirmar, que esta sea la razón por la cual en distintas localidades y en diferentes barrios, se haya presentado en todos, el color amarillo en el agua.
De acuerdo con Marie José Chery, ingeniera química con maestría en ingeniería ambiental y con experiencia en sistemas de tratamiento de agua industrial, potable y residual, los sistemas de tratamiento toman agua con una característica mínima de calidad para darle a la población un recurso que pueda llamarse “potable”.
Según Chery, el agua, a lo largo del proceso y en su paso por las tuberías, disuelve todos los materiales que encuentra en su camino. En muchos casos, es posible que después del filtrado queden partículas de arcilla, grava o material que se depositó durante una limpieza y que puede generar cierta cantidad de turbiedad. También sustancias como el hierro, en ocasiones, generan distintos niveles de coloración.
Sobre el problema que se ha vivido entre la población de Bogotá, Chery concuerda con que la causa más común se relaciona con la reducción del nivel de los embalses, lo cual genera una mayor cantidad de sedimento. Por esto, es posible que en el tratamiento no se alcance a eliminar por completo el material que ha llegado hasta ese punto del proceso.
Para la experta, la potabilidad del agua es difícil de establecer, ya que solo con un análisis se podría determinar si hay algo a nivel microbiológico que pueda dañar a los usuarios. Sin embargo, es claro que debe haber un compromiso por ofrecer un servicio con niveles mínimos de calidad, lo cual incluye los aspectos estéticos. Afirma que, para el consumo directo, lo mejor es usar agua que cumpla con todas las características que por ley se requieren.
Según la Resolución 2115 de 2007 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, entre diferentes condiciones para que el agua sea potable, debe cumplir con dos unidades de turbiedad y 15 de color. Teniendo en cuenta estos dos parámetros, la experta considera que el agua, en la gran mayoría de casos estaría “pasada” en estos dos requisitos. Con lo anterior, por lo menos desde el punto de vista normativo, el agua no es potable, según la ingeniera. A pesar de esto, en diversas ocasiones el acueducto se ha pronunciado asegurando que si lo es.
Tanto Chery como Suarez, han expresado su preocupación ante la disminución en la calidad del agua, teniendo en cuenta que estas plantas de tratamiento son consideradas como las mejores de Sudamérica.
Ante esto, las recomendaciones de los expertos si ve el agua de una tonalidad amarilla, es seguir diferentes métodos de filtrado para consumir el recurso. Es necesario recordar que hervir el agua solo sirve para eliminar patógenos, temas microbiológicos, enfermedades por virus y bacterias. Estos son las principales formas en las que puede filtrar el agua en caso de coloración y si presenta sedimentos:
Además de las recomendaciones de filtrado, se le preguntó a la empresa del Acueducto de Bogotá por medio de un derecho de petición con el número de radicado de E-2024-023493, si el agua, luego de las afirmaciones y recomendaciones de los expertos, sigue siendo potable. A la fecha de la publicación del reportaje la empresa respondió asegurando que "contra la presente no proceden los recursos de Ley de acuerdo con lo estipulado en el artículo 75 del Código Contencioso Administrativo". No obstante, el recurso fue el indicado según lo estipulado en los lineamientos de la regulación legal en Colombia.