El Teatro San Jorge ubicado en la localidad de Los Mártires solía ser un espacio emblemático de Bogotá durante los años 30 y 40, caracterizándose por su fachada color azul y las placas talladas de cuerpos femeninos que descansaban en cada una de sus tres columnas. Era una estética que representaba el modernismo de Europa propio del Art-deco.
Tras varias modificaciones entró en decadencia convirtiéndose en un espacio abandonado que no fue ajeno a los problemas del sector como la prostitución, la drogadicción, las ventas ambulantes y la gentrificación.
En 2014 el Instituto Distrital de las Artes (Idartes) adquirió el teatro para restaurarlo y crear un espacio para usos diversos en el que converjan diferentes expresiones culturales. Pero el proyecto aún no ve la luz: aunque inicialmente se esperaba que se entregase el proyecto en marzo de 2022, el contrato ha tenido varias prórrogas que han retrasado el proceso. Ahora se tiene previsto que se culmine a inicios 2023.
Este espacio cultural comenzó su funcionamiento el 9 de diciembre de 1938. Varios días antes de la apertura del teatro se había creado una expectativa enorme. Una semana antes de su inauguración en la sección de Vida Social del periódico El Tiempo ya estaba anunciando la magnificencia que prometía: una herradura ancha abría su boca hacia el escenario, acabados dorados cubrían la fachada de columnas y una silletería escalonada terminaba en los palcos más cercanos a la tarima de madera desplegada
Su construcción comenzó en 1936 y apenas dos años después, a finales del 38, ya estaba completamente terminado. El teatro era la representación de la burguesía bogotana del momento, con una aspiración a lo moderno para emular esas grandes metrópolis de mundo donde pasaban sus vacaciones las élites de la época. Por eso, en su arquitectura, estaba revestido de un azul capri y de unas perfectas líneas perpendiculares que demostraban y representaban de una manera exquisita el art déco de la belle epoque.
Tras más de 80 años de su inauguración, la fachada desgastada del teatro, sus muros resquebrajados, su interior repleto de residuos de todo tipo y sus paredes descoloridas y maltratadas muestran los vestigios de lo que en su momento fue un logro arquitectónico de alto nivel. Como indica Viviana Fonseca, antropóloga cultural experta en patrimonio, “estos lugares que antes eran epicentros culturales quedan marginados por la inutilidad, se da una desconexión total del espacio.””
A principios de los años 2000, frente al nivel de deterioro estructural y la ignorancia de su significado patrimonial para la ciudad, el lugar fue cerrado completamente, recayendo en el olvido y la indiferencia. “El teatro ya tenía una declaratoria desde el año 1998 y sin respetarla tumbaron la platea y pasaron a un proyecto para convertir el teatro en un archivo”, comenta Diego Fernández, arquitecto del Instituto de Patrimonio Cultural (IDPC).
Tras una licitación por parte de Idartes, se le adjudicó el permiso para la restauración del Teatro San Jorge al consorcio NVP bajo el contrato 1646 de 2018. El comienzo de la obra estaba previsto para agosto de 2021 con la dirección de Idartes y el apoyo del IDPC. Para esta fecha debía comenzar la fabricación de la sobrecubierta, cuya instalación estaba planeada para el primer trimestre del 2023.
En 2014, el teatro fue adquirido por Idartes como patrimonio y en 2015 presentó el proyecto para elaborar los estudios ese mismo año. El 15 de diciembre de 2016 Idartes solicitó con éxito una prórroga para postergar el comienzo de la obra por hallazgos nuevos de la estructura y en 2017 iniciaron los “primeros auxilios” relacionados con procesos de desinfección y aseo. “En la cubierta entraba todo el deterioro por la lluvia y los entrepisos colapsaron porque son en madera y se pudren”, comenta Fernández.
Frente al retraso, las entidades encargadas del proyecto no brindaron una respuesta clara. Catalina Valencia Tobón, directora de Idartes, atribuye la responsabilidad a la administración previa a su llegada en el 2020, afirmando que las obras ya venían con previa demora. “La administración anterior tuvo muchos problemas con ese teatro, apenas llegué logré destrabar todo eso que había sucedido, a empezar realmente a conseguir la plata para hacer la obra”, asegura Valencia.
“El teatro ha tenido un retraso porque es un teatro histórico, es un bien cultural y patrimonial, y eso no es menor”, complementa la directora, quien asegura que durante la ejecución de la obra hubo problemas con los cimientos y con las excavaciones dada la antigüedad del edificio.
La subdirectora María Claudia Vargas, subdirectora de protección e intervención del patrimonio del IDPC explica que, frente a las demoras, se deben tener en cuenta factores como la antigüedad del edificio, dado que es probable la aparición de sorpresas en la estructura, que terminan por retrasar aún más el proyecto. “Hacer cambios y más aún en las intervenciones en patrimonio, es muy común”, comenta.
Aunque el proyecto tomaría solo nueve meses, con la entrega prevista para el próximo año se cumplirían alrededor de 23. Según Vargas, los diferentes retrasos están relacionados a la alta adjudicación de capital que requiere, pues, la renovación cuesta unos 13 mil millones de pesos, aproximadamente, del total de 350 mil millones que se destinan al plan de desarrollo de recuperación de bienes y sectores de Interés Cultural de Bogotá.
La subdirectora del IDPC, indica que los costos serían muy altos para un privado, por lo que, “eso solo lo puede asumir alguien que pueda prestar un servicio a la comunidad desde lo público, es decir, las entidades públicas, donde de pronto la retribución no va a ser económica, sino que va a ser social”, comenta María Claudia.
El teatro se encuentra bastante deteriorado, lo que lleva a la comunidad a preguntarse si aún vale la pena restaurarlo por la zona en la que se encuentra y la finalidad que busca cumplir como centro de artes para el sector. Lo cierto es que posterior a la prórroga del convenio y después de varias visitas de la consultoría con expertos en renovación y restauración, la viabilidad del proyecto genera dudas.
Fonseca cuenta que dada las condiciones de la zona, la restauración del teatro parece producir cierto ruido en la comunidad, generando problemas en las dinámicas sociales atentando con las economías locales. “Estos procesos no solo necesitan la inversión económica, sino estudios también del contexto social del lugar en donde están. De nada sirve un patrimonio si no se puede usar en las prácticas cotidianas”, aclara Viviana Fonseca.
La ejecución de estos proyectos puede resultar conflictivos para quienes encuentran estos espacios como “invivibles”, pues, las propuestas de nuevas dinámicas para los negocios del sector generan conflictos con las dinámicas cotidianas de los habitantes de la localidad. “Los encontramos llenos de personas de condiciones económicas y sociales difíciles, y de un relacionamiento bien conflictivo con lo cotidiano: habitantes de calle, trabajadores sexuales, trabajadores, ventas ambulantes, cantidades de cosas”, afirma Sánchez.
Las periodistas de Plaza Capital recorrieron los establecimientos aledaños al Teatro San Jorge y conversaron con la comunidad acerca de lo que opinaban respecto a la restauración del edificio. Nancy Mayorca dueña de la Ferreteria La Gaitana, dice que recibe con agrado la noticia, pues afirma que este tipo proyectos permitirán mejorar el aspecto del sector atrayendo nuevos tipos de clientes. Sin embargo, una vendedora que ubica su puesto de tintos justo al frente del teatro desconoce por completo lo que allí se planea hacer y desde su punto de vista no es relevante
Dentro de las diversas preocupaciones que suscita la renovación del San Jorge está la gentrificación, que es la transformación de los espacios deteriorados en construcciones nuevas con más altura. Es una posibilidad que puede generar un incremento en el costo de estos espacios que no se corresponde con los actuales.
Los planes parciales son instrumentos que permiten vincular los objetivos del ordenamiento territorial con los usos que se le da al suelo para generar proyectos urbanos bien planificados. De acuerdo con El Plan Parcial “Voto Nacional” y El Plan Parcial “La Sabana”, la zona adoptada mediante el Decreto Distrital 2018 del 11 de abril de 2019 en el sector de La Favorita va a sufrir una transformación durante los próximos años para convertirse en un referente cultural de la ciudad.
Además, proyectos inmobiliarios como Sabana Central están en construcción de apartamentos multifamiliares y, según la página web del proyecto “Vive la Renovación del centro de Bogotá”, a tan sólo 150 metros de la estación del Transmilenio de la Sabana, se ubicará un proyecto residencial.
Pedro Sánchez, funcionario del IDPC, afirma que la renovación del San Jorge se debe, además de la intención por recuperar el teatro, a una reciente tendencia de retornar a los centros de las ciudades por parte de las constructoras como se ve en el sector de La Favorita.
Aunque es una mejora importante para la recuperación de la zona no se puede generar sin tener en cuenta las dinámicas sociales del sector y las personas que históricamente lo han habitado. Según la antropóloga Viviana Fonseca, más allá de lo que logre la renovación el impacto que tendrá será positivo para la comunidad, pues “el mayor impacto que va lograr es a nivel barrial y local, en Los Mártires, de lo que logré y lo que se pueda construir a nivel local.”
Actualmente, el proyecto de renovación del Teatro San Jorge continúa en proceso y se espera que este pueda culminarse para mediados del año 2023. Por ahora, la comunidad del sector de Los Mártires permanece a la expectativa de la apertura y transformación que tendrá este emblemático lugar y, en consecuencia, para los comercios aledaños al teatro.