Panini:
más allá del álbum

En las tardes y los fines de semana se reúnen una gran cantidad de personas en una esquina de la calle 147 con avenida 19 en Bogotá. El Centro Comercial Caobos es el escenario para que familias, adultos y parejas de todas las edades intercambien unos montoncitos de papeles en los que se ven las caras de diversos jugadores de fútbol. Mientras tanto, anotan con bolígrafo en mano y llevan sus propias cuentas.

En algunos instantes las personas se pasean por tres carpas verdes, cada una con un letrero donde se lee “PANINI”. Este es un espacio donde se intercambian, se compran y se venden “monas” que cada quien necesita para poder completar su álbum en cada Mundial de fútbol.

Las carpas decoradas con balones de fútbol y sobre todo con cajas y álbumes del Mundial son un negocio que se activa cada cuatro años. Aquí llegan los vendedores con varios productos alusivos a esta tradición. Es una de las opciones a las que acuden muchísimas personas aficionadas a coleccionar álbumes o aquellas que solo lo hacen una que otra vez por amor al fútbol o por simple diversión. Llenar álbumes Panini, en definitiva, es una tradición que tiene varias caras que interactúan entre sí. El negocio, los coleccionistas y el proceso de llenarlo son puntos que se unen y que llevan una historia detrás.



El negocio

Andrés López, vendedor y coleccionista de álbumes Panini, lleva 20 años vendiendo monas y álbumes del Mundial de fútbol en el centro comercial Caobos. Tanto él, como la gente que le compra, siguen con la emoción de llenar el álbum de Qatar 2022, aun cuando Colombia no clasificó.

"Yo vine aquí a los 17 años, llevo 5 mundiales con esto. Hace 20 años una caja de monas costaba 85mil pesos, los sobres estaban entre 600 y 800 pesos. Hoy la caja cuesta 364 mil y los sobres 3.500”.

“Yo vine aquí a los 17 años, llevo 5 mundiales con esto. Hace 20 años una caja de monas costaba 85 mil pesos, los sobres estaban entre 600 y 800 pesos. Hoy la caja cuesta 364 mil y los sobres 3.500. Aunque hay que tener en cuenta que el concepto del dinero era diferente”, menciona López. Según lo que relata, en definitiva, el precio de todo lo relacionado con el álbum es más caro ahora, la inflación y el valor del peso colombiano han variado, pero eso no ha impedido que su negocio prospere y le permita ganar dinero extra a su trabajo formal.

“Cuando comencé con este puesto acá, esta era mi fuente de trabajo, ahora solo vengo los fines de semana y tengo a mis socios que vienen a trabajar todos los días porque el puesto no se puede dejar solo porque nos sacan”, cuenta López. Montar un puesto de este tipo en Caobos durante 7 meses implica una alta inversión. Para empezar, se tienen que pagar tres meses de arriendo por adelantado y cada mes son 3 millones y medio, hay que comprar estantería, pagarles a los empleados y comprar mínimo 10 cajas de sobres, cada una a 350 mil pesos.

Además, el negocio de López no es único en su especie, a su lado se cuentan al menos unas tres carpas que hacen exactamente lo mismo. “Hace cinco años había 20 carpas acá, hoy solo hay cinco porque el costo del arriendo subió, todo sube y hay que sacar unos permisos”, cuenta el comerciante.

La competencia es innegable incluso en un año donde no se ve tanto movimiento. Es que los vendedores de álbumes de Panini no solo están en Caobos, sino que se sabe que en otras partes de la ciudad también hay puntos de concentración de estos vendedores, como en la calle 45, a la atura de la carrera Séptima, o cerca de la Plaza de Bolívar.

De acuerdo con el vendedor, este álbum es muy fácil de llenar, pues al comprar la caja se completa casi el 70% del álbum. “Sale muy bonita la caja, el resto depende de tu gestión para el cambio y para socializar con más gente, si no eres de esos y te da pereza, pues las compras, ahí las tenemos todas sueltas desde mil pesos en adelante”, dice.

Es aquí donde entra en juego el papel importante de los coleccionistas aficionados y de los amantes del fútbol, que se reúnen justo en los puntos de venta para intercambiar sus monas. Son ellos los que mueven este negocio.

“Nosotros acá les vendemos todo, se trata de saber lo que quiere el cliente y consentirlo”, dice López. Messi y Cristiano Ronaldo cuestan 15 mil pesos cada uno, los escudos y los equipos a 5 mil cada uno y los demás jugadores a mil pesos. Si se trata de clientes frecuentes, incluso hay posibilidad de que los vendedores les regalen algún jugador.

En este Mundial el producto estrella son los stickers extra, que en realidad no se pegan en ningún lado. “Esas las estamos vendiendo entre 250, 300 y 500 mil pesos, depende del jugador y del color del sticker”, explica López.

Diego Ruiz, coleccionista aficionado de Panini, cuenta que los stickers extra de este Mundial son algo completamente nuevo que se viene manejando desde la marca de álbumes. “Ellos manejan tanto productos a pegar, como el álbum y otros coleccionables en forma de tarjetas. Esto se empezó a ver desde el Mundial del 2014 y desde entonces se ha estado incentivando mucho”, explica.

"Para entender el precio de estos stickers hay que tener presente la región, en Colombia se está manejando un mercado distinto, si lo pones en mercados extranjeros como en Estados Unidos, están pagando entre 200 y 300 dólares por un Cristiano Ronaldo dorado dependiendo de la condición de la lámina".

Ruiz afirma también que este tipo de láminas son muy extrañas y que, al tratarse de jugadores emblemáticos, tienen mucho público. Es un producto escaso y según él, eso explica los “precios ridículos”.  

“Para entender el precio de estos stickers hay que tener presente la región, en Colombia se está manejando un mercado distinto, si lo pones en mercados extranjeros como en Estados Unidos, están pagando entre 200 y 300 dólares por un Cristiano Ronaldo dorado dependiendo de la condición de la lámina” señala Ruiz.  

Así como se venden cajas, sobres y monas individuales, también se venden los álbumes de los mundiales pasados y las láminas para llenarlos. Por ejemplo, en el puesto de venta de Panini de Andrés López, se comercializan los álbumes de los mundiales de Brasil y de Rusia entre 450 y 500 mil pesos. “También vendemos el álbum y la caja para que la gente se siente a llenarlo, o el álbum con las monas listas para pegarlas, cada uno tiene un valor diferente pero acá todo se vende”, cuenta el vendedor.

En Colombia, el álbum del Mundial de Qatar salió a la venta el pasado el 28 de agosto, desde entonces se empezó a vivir el primer pico de ventas. “Ahorita la gente ya lo está terminando de llenar y a medida que empiece octubre, empieza el pico otra vez. Hay mucha gente que no le gusta llenar el álbum tan rápido y otros que esperan porque piensan que de pronto después es más suave, pero entre octubre y noviembre seguro hay otro pico”, dice Andrés López, vendedor de Panini.



Los coleccionistas

Santiago Seidel, otro coleccionista de álbumes Panini, llenó su primer álbum en el 2006 durante el Mundial de Alemania, y desde entonces, se convirtió en su tradición. A pesar de que no cuenta con muchos recuerdos de ese momento puesto que tan solo tenía ocho años, señala que llenar el álbum de Sudáfrica 2010 fue una experiencia completamente diferente, pues era la primera vez que intercambiaba y pagaba las monas por sus propios medios.

"Fue el primer Mundial en el que yo vi jugar a Colombia, ver a tú país en el álbum y llenar a tú país es un sentimiento muy especial".

Aun así, Seidel recuerda que el álbum del Mundial de Brasil 2014, tiene un valor especial para él. “Fue el primer Mundial en el que yo vi jugar a Colombia, ver a tú país en el álbum y llenar a tú país es un sentimiento muy especial, fue un momento que me llenó bastante y por el que le tengo mucho cariño a ese álbum”, menciona.

A diferencia de él, Miguel León, también coleccionista de álbumes de Panini, recuerda que comenzó a llenar álbumes porque su papá era litógrafo y trabajaba en donde hacen las láminas de las chocolatinas jet. “Él me llevó el álbum de Jet alguna vez y ahí fue que empecé, luego ya tuve el de Italia 90, lo llené con ayuda de mis papás. Empecé solo con sobres, la caja la compré por ahí desde hace unos 3 o 4 mundiales”, cuenta León.

Miguel tiene un amplio gusto por coleccionar álbumes en general, pues esta pasión empezó cuando tenía 13 o 14 años. Por eso, no solo se ha dedicado a llenar el álbum del Mundial. “Tengo también el de Super Campeones, todos los álbumes de Jet y hasta el del Rey León”, dice. Asegura entonces que su gusto por el fútbol es una de las principales razones por las que lo hace y por las que recientemente el álbum del Mundial es el único que se ha dedicado a llenar.

Diego Ruiz comenzó a coleccionar el álbum del Mundial desde el 2002, sin embargo, su pasión es la colección de láminas individuales. “Tengo más de 100 mil láminas de colección, empecé a coleccionarlas durante la pandemia, sin duda a la que más apego emocional le tengo y quizá más valor económico tendrá también es una de Maradona del 86”, señala Ruiz.

Ruiz comenta además que llena los álbumes del Mundial porque es una tradición y es algo muy común en Colombia, pero que en realidad frente al tema de colección de láminas o stickers, es muy poco lo que se sabe en el país.

Por esa falta de información a la que Ruiz hace referencia es que él mismo solo se ha adentrado más en este mundo y ha logrado aprender todo lo que sabe sobre el cuidado de las láminas y los álbumes a través de videos en YouTube que hace gente de otros países.

Así es que Ruiz puede explicar que hay cuatro categorías de los stickers extra de este Mundial. Una roja, una de bronce, una de plata y una de oro. “Por jerarquía de colores el oro claramente es el más difícil y hay una estadística que dice que en promedio te sale un extra sticker en cada caja, eso quiere decir que sale uno cada 520 stickers. Para bronce es uno cada dos cajas, para plata sería uno cada tres cajas y el oro uno cada cuatro cajas”, cuenta el coleccionista.


El proceso de llenar el álbum

Cada quien tiene su forma particular de cumplir con la tradición de llenar el álbum. Por ejemplo, Santiago Seidel se tarda entre dos y tres semanas en llenarlo por completo. “Para todos los álbumes que tengo, desde el del 2006 hasta el de Qatar he comprado la caja, porque, aunque el álbum se puede llenar sin comprarla, es mucho más demorado y para mí no genera la misma emoción”, dice.

Para él, además de tener ya el álbum y comprar su caja, el primer paso para comenzar a llenarlo es hacer una lista. Existen múltiples formas de hacerla, hay quienes la hacen a mano y van tachando con esfero, y también quienes la organizan en un Excel y la imprimen o la guardan en su celular.

Miguel León, recuerda que la lista cuando era pequeño no tenía que llevarla porque sabía perfectamente cuáles tenía y cuáles le faltaban. Pero ahora es diferente. “Yo la hago a mano, pero ya cuando me faltan por ahí 100 o 150 porque cuando uno compra la caja todavía le faltan muchas.” explica.

A diferencia suya, Santiago es de otra generación y le gusta otro tipo de lista. “Personalmente creo que la manera en que prefiero llevar mi lista y tener claro cuántas monas me faltan es a través de una app que descubrí durante el Mundial de Rusia. Es una aplicación muy práctica que sirve mucho para esto, es más eficaz”, señala Seidel.

Comprar solo la caja nunca va a ser suficiente para completar el álbum. “A pesar de que no te salen casi repetidas, te va a servir casi el 85% de la caja. Lo que a mí siempre me ha gustado hacer es comprar 30 o 40 sobres más, así consigo más monas repetidas y es más fácil cambiarlas para llenar el álbum, pero igual al final si me faltan unas 5 o ya estoy cansado de cambiar también voy y las compró”, cuenta Santiago Seidel.

“Yo siempre voy a Caobos para intercambiar, en épocas mundialistas este lugar tiene mucha fama, siempre está lleno, no importa el día o la hora siempre hay mucha gente llenando, intercambiando, vendiendo".

Santiago tiene su lugar predilecto para cambiar monas y conseguir las láminas que le faltan para completar su álbum. “Yo siempre voy a Caobos para intercambiar, en épocas mundialistas este lugar tiene mucha fama, siempre está lleno, no importa el día o la hora siempre hay mucha gente llenando, intercambiando, vendiendo. Es un lugar al que si vas seguro vas a llenar tú álbum, encima que los trueques se hacen bajo ciertas normas o reglas definidas; por ejemplo, un escudo lo cambias por 4 jugadores y un estadio por dos”, dice Seidel.

De acuerdo con él, llenar el álbum del Mundial es algo bastante divertido de hacer, pues es una actividad que puedes hacer solo, en pareja o en familia. “Es algo bastante interesante que desde que tengo memoria me ha gustado hacer, de hecho, estuve a punto de no llenar el de Qatar, pero es algo que no podía dejar de hacer por el simple hecho de lo que significa para mí, yo soy una persona a la que le encanta el fútbol y esto es algo muy entretenido de hacer”, asegura Seidel.

Miguel León, también habla de la pasión del fútbol, pero él prefiere llenar el álbum con su familia, “ellos me ayudan a llenar y nos ayudamos entre todos. Se van enterando de cuáles me faltan y me ayudan a completar”, dice.

León recuerda que en otra época era más sencillo este proceso. “En el colegio era más sencillo intercambiar. Ahora cuando uno está trabajando pues no todos lo llenan. En el 94 estaba en la Universidad y había más posibilidades de llenarlo y no me tocaba ir a un sitio donde puedan existir personas que estén cambiando algo”, afirma.

“Me ha tocado comprar unos sobres adicionales porque así en la caja todas las que salgan sean buenas, creo que no se alcanza a completar, entonces ya teniendo más monas ahí sí empiezo a intercambiar”.

Su lugar para cambiar y comprar monas es ahora en Nicolás de Federman, donde encontró una tienda que tiene de todo, hasta las láminas de los otros álbumes que colecciona y que no son de Panini. “Me ha tocado comprar unos sobres adicionales porque así en la caja todas las que salgan sean buenas, creo que no se alcanza a completar, entonces ya teniendo más monas, ahí sí empiezo a intercambiar”, cuenta León.

León habla también de la calle al frente de la 53 y del parque de Pablo Sexto, donde se para gente vendiendo las monas. Según él, el Mundial pasado tuvo que comprar allí una o dos que le hacían falta.

Pero no se trata solo de intercambiar las monas para completar el álbum. Por ejemplo, Diego Ruiz vende sus láminas coleccionables. “En realidad el coleccionista que te diga que no ha vendido sus láminas es mentira, porque si alguien está dispuesto a pagar más del valor que tiene, sería bobo no venderlo”, señala Ruiz.

El cuidado de los álbumes también es un punto clave. Miguel León cuenta que mandó a arreglar sus álbumes para preservarlos, “yo los mandé a arreglar, unos tienen tapa dura, entonces ahí ya los tengo protegidos y es mejor para conservarlos con esa protección. No es que le haya hecho nada más ni esté haciendo mantenimiento, pero sí lo tengo cuidado”, dice.

Y de la misma forma lo hace Ruiz con sus láminas. Además de su oficio principal como vendedor de zapatos, para continuar con su afición a coleccionar, Ruiz importa plásticos que le sirven para proteger sus láminas y también los vende. “El valor de las láminas depende mucho de su estado. Hay factores como las esquinas que se afectan mucho, la diferencia entre una lámina normal y una en perfecto estado, según los criterios de estas empresas, puede ser de millones de pesos porque son muy escasas las tarjetas que están en perfecto estado”, explica Ruiz.

Todo este proceso explica por qué el negocio del álbum Panini, a pesar de florecer cada cuatro años, no se queda allí. El dinero sigue fluyendo en medio de los coleccionistas que se especializan en cuidar y revender aquello que han conseguido recolectar. Además, las relaciones emocionales que se tejen en torno a este hecho de comprar, vender, intercambiar y coleccionar, han sido un punto clave que los reúne en lugares específicos. Y finalmente, el fútbol, como línea que une a todas estas personas, también es otro de los factores que mantienen viva esta tradición.