A partir del año 2012, el Colegio Calasanz Cúcuta empezó a trabajar con una parte del barrio Santo Domingo y una parte del barrio San Rafael, a través del servicio social obligatorio de los estudiantes en las instalaciones del colegio. Allí, se ayuda a 60 niños con asesorías de tareas, se llevan a cabo actividades de recreación, se les brinda alimentación y, mientras ellos se encuentran estudiando y jugando, a 20 madres y abuelas se les enseña a maquillar, a arreglar uñas, a hacer manualidades y también se les proporciona comida.
La profesora de Pastoral del colegio en los grados 10 y 11, Nora Eugenia Vásquez, coordinadora de la fundación, nos cuenta que los barrios Santo Domingo y San Rafael son zonas en las que varias familias afrontan difíciles realidades como lo son el desplazamiento y la violencia, pero confía en que con su equipo de trabajo (profesores, estudiantes, exalumnos y padres de familia) puedan transformar la vida de los niños, madres y abuelas por medio de la educación integral. Por eso, en cada una de las 4 sesiones semanales trabajan los conocimientos académicos y laborales, pero también la parte espiritual, porque la educación que buscan inculcar encuentra el balance entre el saber y el crecimiento humano de la persona, siguiendo el emblema de los colegios Calasanz el cual es “Piedad y Letras”.
Vidas transformadas
Lizeth Estupiñán, Janet Jácome y Noralba Carvajal son tres madres que han inscrito a sus hijos en la fundación, el hijo de Lizeth está hace 5 años en la obra y los hijos de Janet y Noralba hace 4 años. La experiencia de Lizeth ha sido sumamente grata para ella ya que gracias al curso de arreglo de uñas ha podido sostener a su familia debido a que, si bien perdió su empleo por la pandemia, con las habilidades que adquirió pudo empezar a trabajar arreglándoles las uñas a sus vecinos y así obtener otra fuente de ingresos.
Por su parte, Janet nos cuenta que la llena como mamá ver la entrega de los alumnos del Calasanz con los niños y que siente que la enseñanza humana que ofrece la fundación que se fundamenta en el amor, humildad y compromiso la ha hecho progresar como persona y eso mismo se lo transmite a su hijo. Para Noralba, que su hijo Erick haya ocupado los primeros puestos en su colegio San Francisco de Sales, es un triunfo que dedica y comparte con los profesores y alumnos del Calasanz en vista de que el servicio ofrecido le ha permitido a Erick comprender con más facilidad los temas de estudio y destacarse académicamente.
La ayuda durante la pandemia
Con la llegada del COVID-19 y la eventual cuarentena, las familias de la fundación se encontraron con dificultades como fallas con la conexión a internet para estudiar, realidades económicas muy arduas, falta de un ambiente propicio para estudiar y, en algunos casos, la pérdida de seres queridos.
Ante esta complicada situación, la fundación se encargó de darle a cada acudiente una donación alimenticia, un padrinazgo digital con recargas en ciertas ocasiones, disponibilidad de una impresora y materiales de estudio y, para mantener el proceso académico y espiritual, se reunieron 15 exalumnos del Colegio Calasanz Cúcuta para que apadrinaran a los niños y les colaboraran en ambos aspectos de forma virtual. De esta forma, a pesar de las dificultades, la fundación sigue dando todo de sí para que las familias sientan que la misión sigue más viva que nunca y que el amor por servir va más allá de cualquier obstáculo, porque el compromiso de Calasanz por hacer el bien por los demás siempre estará latente.