La segunda vida de los objetos

Por: Ana María Flechas

La plancha de vapor, esa porcelana que nunca se rompió, los tocadiscos que fueron modernos en su momento, y los diferentes estilos que inundaron a los teléfonos caseros son algunos de los objetos que las personas amantes de lo antiguo buscan en el pulguero más conocido de Bogotá, San Alejo. Pero aunque a muchos la vida útil ya no les alcance, otras prácticas artísticas buscan que perduren dándoles una segunda vida. Aquí encontrará que es de humanos conservar lo que nos otorga memorias pero también aventurarse a crear, los procesos administrativos y creativos al conservar antigüedades y cómo el valor simbólico y su funcionalidad valorizan o desvalorizan un producto.

Mauris nec tempor eros.

El arte de la Segunda vida

Por: Ana María Flechas

Es usual que por cada casa, exista un coleccionista o amante de objetos que hicieron parte de una cotidianidad décadas atrás; algunos de estos se convirtieron en curadores, historiadores, diseñadores o artistas. No significa que este gusto defina a la persona pero su apropiación de estos productos es particular, un ejemplo de esto es Steven Ramírez, artista plástico , amante fiel de la fotografía y creador del Cincel taller creativo. Su vida y obra se concentra en darle una segunda vida a las antigüedades aunque sus protagonistas son los teléfonos de rueda y las cámaras fotográficas de antaño. Un mesón de madera de cedro, con sillas tal vez provenientes de un despacho de los años 80’s  y muchas bombillas son el entorno en el que este artista le apuesta a “tratar de revivir un pasado y devolver el tiempo, que no se puede”.

Anna Margoliner, pasante en los museos colonial y Santa clara, expresa que museográficamente, los objetos tienen la capacidad de transmitir memoria, de alimentar la narrativa de un periodo histórico en específico, y reconoce que a su vez, cumplen con la función de generar un diálogo, un lazo entre las generaciones. Esto explicando que el interés del que quiere conservar la antigûedad en su estado inicial como aquel que la interviene y le da un nuevo uso, tiene en medio un entorno de sociabilidad y creación de memoria colectiva pues el comercio o intercambio se realiza alrededor de un objeto que no pertenece a la época actual. 

Hay varios objetos como botellas, puertas, camas, cables que se convierten en marcos de obras de pintura, mesones, accesorios que permite otorgar un diseño novedoso a un objeto atemporal. Steven explica que como artista, se preocupa por no perder la esencia de algunos productos y la funcionalidad que alguna vez tuvieron; al mismo tiempo considera importante que la calidad de algunos objetos no debería desaprovecharse por lo que explica que su idea es “hacer algo más conceptual… ver que no todo es desechable y por ende puede servir más en un cuadro, en una obra que en la basura, la idea es crear… que lleve al pensamiento a la reflexión." 

También resalta Anna M. que la memoria es algo intrínseco en nosotros, estamos arraigados a los recuerdos por naturaleza y algo de supervivencia, así que cuando la respuesta a la pregunta de si guardo algo o no es afirmativa, puede que como proceso alterno se “crea conciencia, pues se recrea el contexto en el que las personas nacieron sin saber que ya habían nacido”. 

Por: Ana María Flechas

Mauris nec tempor eros.

Transformar y conservar

Por: Ana María Flechas

El mercado de pulgas San Alejo es escenario de intercambios de antigûedades desde hace más de cuatro décadas, por lo mismo se referencia como un lugar propicio para comprar y vender objetos de antaño que aún sean funcionales o no. También se reconoce como primer escenario de artistas que trabajan con estos objetos como materia prima, que los restauran, los revitalizan… procesos que se evidencian en algunos de los locales del lugar. 

Desde la teoría y la historia misma, Anna Magolier explica que en un museo, un espacio claramente distinto de un pulguero, la interactividad con los objetos es muy distinta y así mismo lo es la forma en que se conservan los objetos. En primera instancia, la decisión de intervenir o no una antigûedad depende enteramente del criterio del restaurador. Por un lado dejar la pieza en el estado en que llega al museo es una forma en que se busca reflejar el proceso y la transición que tuvo la misma a lo largo de la historia. Esto parte de un detalle importante y es el grado de riesgo de daño que represente el desgaste o afectación que tenga. 

En esa intención de que la pieza por sí sola narre los sucesos de los que ha hecho parte también se realiza un proceso llamado ‘conservación preventiva’ el cual comprende acciones como retirar el polvo o limpiar el marco. Cuidados que se caracterizan por no alterar la pieza y más bien especializarse en brindarle un cuidado particular y personalizado dependiendo de sus materiales y sus propiedades de creación, con el fin de que el objeto no se siga deteriorando. 

En otra vía, un proceso que en algunas antigûedades complementa el anterior es la ‘restauración’  el cual implica específicamente intervenir y modificar la obra. La pieza puede verse maltratada o desgastada, lo que requiere de manera obligatorio la evaluación de un restaurador para que este determine no solo las acciones o métodos de operación sino los materiales, que en muchos casos se propende porque no sean permanentes. Anna Magolier cuenta cómo algunos curadores o restauradores han encontrado detalles ocultos en obras antiguas gracias al proceso adecuado de conservación. 

Entre estos procesos que se pueden aplicar a los objetos antiguos, la creación artística sobre los mismos también ha tenido un auge y por supuesto implica una fase de producción. Steven describe al enseñar sus teléfonos modificados con variadas técnicas la transformación de la que es testigo su estudio, “puedes tener un objeto antiguo funcional o no pero la magia está en ver qué más se puede hacer, qué otra función pueden tener y las ideas estan, solo hay que trabajarlas”. 

Las ideas que menciona este artista han sido trabajadas por varios emprendedores, por lo que quisimos preguntarle si la idea de convertir estos objetos en lámparas tenía alguna relación “siempre uno piensa en la parte poética, uno debe ser una luz, tiene que brillar, no estar en oscuridad, una vida… Te enseña a absorber todo lo positivo y botar lo negativo, como que todo esto me ayuda a vivir en tranquilidad, es mi trabajo.”

Por: Ana María Flechas

Mauris nec tempor eros.

Valor y moneda

Por: Ana María Felchas

Antiguamente las obras se concebian como artesanías, diferenciandolas considerablemente de lo llamado arte, pues eran intervenidas por varios artistas, así lo explica Anna Magolier. Esto, aunque de una manera diferente, también se vive en el mercado de pulgas de San Alejo pues se perciben en algunos locales las diferentes etapas en las que un objeto se puede encontrar en su transformación, ya sea por ser conservado o restaurado. Aún así, todo esto tiene un precio, y en un mercado que se especializa en antigûedades o artículos de colección, los valores pueden variar, por ello en los asistentes se encuentran clientes que asisten en busca de promociones y otros en encontrar el objeto de interés considerando que su precio puede exceder el bolsillo. 

Steven comenta que en el proceso de trabajar con antigûedades, la compra de estas en el estado en el que lleguen, ya se regaladas o en venta, depende del material con el que hayan sido fabricadas, el estilo o generación en el que hayan sido diseñadas,  cómo se producen ahora esos objetos y cómo será más adelante en cuanto a calidad o los avances tecnológicos que alcancen, dándole unicidad al producto. 

Así como estas piezas históricas llegan a San Alejo, su tradición y función provienen de una práctica comercial informal dedicada a la recuperación, restauración y circulación de objetos con valor patrimonial; contribuyendo también con ésta práctica a la ecología social y ambiental al promover el aprovechamiento óptimo de las mercancías que cada persona y hogar consume y desecha. (esto lo dice la página oficial del mercado)

El  mismo recorrido que atraviesa una pieza, o los aspectos en los que se basan los comerciantes para adquirir o venderla también va a influir en su precio. Como consecuencia de esta rápida curaduría que se puede dar en la compraventa se pueden catalogar tres tipos de antigüedades. La primera corresponde a una antigüedad funcional, Steven dice que uno de los objetos que llegan en este estado son las cámaras fotográficas “si la cámara está bien por fuera, se manda arreglar y se vende de nuevo”  y explica que los amantes de este oficio se caracterizan por valorar las herramientas antiguas y las técnicas a las que pertenecieron en su momento.

Cámaras, micrófonos, cuadros, vinilos, también son objetos codiciados por los visitantes en este mercado. Pero tanto Anna Magolier como Steven Ramírez nombran dentro de su experiencia con estos productos, que hay otro tipo de valor que influye en el precio, y es el simbólico. Este aspecto se hace presente en el segundo tipo de antigüedades encontradas y son las que se encuentran obsoletas. Cuando se conservan utensilios u objetos que ya no son funcionales, el gusto por lo antiguo y el valor emocional o histórico que la persona le otorga a la obra es la razón con la que se justifica el atesorarla.

Por último, innovan en el mercado San Alejo y en el arte las antigüedades intervenidas, premiadas con una segunda vida. Steven explica que al ser una pieza artística que conlleva un contexto también tiene un proceso de creación, por lo que adquiere un valor económico característico aunque no siempre sea sencillo de estimar “el precio sobre las obras que uno realiza no siempre se sabe y uno debe aprender a vender su obra, sus propias creaciones”. No se deja de lado que cada artículo fue en su ocasión un avance tecnológico siendo novedoso, pues dentro del proceso de transformación de estos objetos, el aspecto novedoso no se pierde incluso cuando es intervenida. 

El arte refleja lo que sucedía en la sociedad y el tiempo que le correspondió, por ello los objetos dentro de un museo, lo cual puede aplicarse en otros ámbitos, alimentan una narrativa, la descripción de un momento histórico. Un dinàmica contemporánea en estos espacios patrimoniales ha sido el ingreso de obras dependiendo de su creador, por eso no es imposible pensarse en un futuro, en una sala especializada en el siglo xxi la exhibición de un teléfono de Steven Ramírez, o de otros artistas que mezclan su interés de perdurar un objeto con su pasión de crear y dar pues “el arte es hija de su época…”  

Trabajo realizado por Ana María Flechas y Alejandra Fajardo Arévalo