Fútbol femenino en tiempos de coronavirus

El COVID-19, otro ‘pero’ en el fútbol femenino

Loren, Adriana, Lisseth, Gabriela y María Alejandra tienen algo en común. Más allá de estar en cuarentena por la inesperada pandemia mundial del COVID-19, comparten la preocupación por su trabajo como deportistas profesionales. Esto es algo que ha afectado a millones de deportistas a nivel nacional e internacional por la cancelación de los espectáculos deportivos y la situación de los deportistas. Ellas cinco son futbolistas profesionales que hacen parte de la Liga Profesional Femenina de Fútbol de Colombia que está suspendida actualmente.

Cumpliendo con las medidas tomadas por el gobierno colombiano, los jugadores de la Liga BetPlay (liga masculina) fueron enviados a sus casas con las prestaciones que conlleva tener un contrato de trabajo. Caso opuesto sucedió con la liga femenina, que iba a iniciar el 10 de abril, después de varias reuniones entre jugadoras y la Dimayor.

Como lo había manifestado el presidente de la Dimayor, Jorge Enrique Vélez, la Liga Femenina no encontraba un patrocinador comprometido que pudiera darle durabilidad al torneo e invitaba a las empresas a que le apostaran seriamente al fútbol femenino. Con esta contingencia el panorama es aún más difuso.

Equipos como América de Cali, Atlético Nacional, Millonarios, Santa Fe, Atlético Huila, Once Caldas y Cúcuta Deportivo ya habían iniciado trabajos de pretemporada y procesos de veeduría para escoger a las futbolistas que jugarían. De esta forma, llegar a la competencia con la mejor preparación, en busca del cuarto título femenino. Aunque los entrenamientos estaban cursando de la mejor manera, sólo tres equipos firmaron contratos con sus 25 jugadoras, cantidad máxima por club. Los otros decidieron que, al iniciar la competencia, firmarían contratos con cada futbolista.

América, Atlético Nacional e Independiente Santa Fe son los equipos colombianos que alcanzaron a firmar contratos y enviaron a sus futbolistas a casa con el 50% de su salario, sesiones de entrenamiento virtuales, además de necesidades básicas.

Cuando se avisó la suspensión de la liga, los equipos enviaron a casa a sus jugadoras, pero quienes no tenían contrato quedaron sin apoyo de sus clubes deportivos durante la medida de aislamiento.

María Alejandra Peraza es una jugadora venezolana con un caso especial. Ella ya había participado en las contiendas nacionales como jugadora de Millonarios, pero su visa de trabajo como futbolista había sido expirada desde que terminó su última contienda deportiva en la tercera edición de la Liga Femenina el año pasado y por lo que estaba ilegalmente en Colombia.

Cuando se aseguró que habría Liga Femenina, tras una reunión entre la Dimayor y futbolistas el 14 de febrero, la incertidumbre por la realización del torneo parecía que había desaparecido para muchas jugadoras. María se enteró que un club estaba convocando jugadoras, dejó su domicilio en Bogotá para vincularse con ese nuevo equipo. Comenzó a entrenar y parecía que por fin después de pasar por trabajos que no la satisfacían, como ser mesera, volvería a jugar fútbol de manera profesional. Su contrato incluiría su visa de trabajo, pero no logró firmar el contrato y por lo tanto quedó aplazada, y sin un contrato formal con el club.

Ese equipo ha cumplido con el pago de cada una de sus jugadoras durante la cuarentena nacional, pero María Alejandra por su situación de visado no está recibiendo salario normal como sus compañeras. Ella puede unirse a las sesiones virtuales de los entrenamientos, pero en este momento no es considerada jugadora del club y es la única jugadora que no tiene salario durante la cuarentena.

“Me cayó como un balde de agua fría”, dice María Alejandra ante la llegada del COVID, pues ella no se lo esperaba y si todo seguía con normalidad podía por fin concretar su situación de extranjera. La pandemia complica mucho más su estado, pese a tener el contrato, no podría jugar por el tema del visado.

María Alejandra mantiene que esto conlleva varias dificultades como tener que depender de su pareja económicamente pues el no aportar es una preocupación latente. Por parte del club, le han notificado que una vez se arregle la situación, se encargarían de ayudarle con el tema del visado para que pueda desarrollar su actividad deportiva, pero todo está a la expectativa en la decisión de la Dimayor para dar a conocer el regreso de la liga.

La historia de María Alejandra no es la única complicada en esta época de pandemia. Ella es una de las 350 futbolistas profesionales que, en este momento, no cuenta con un contrato ni tampoco con un salario ante la emergencia del COVID-19.


Problemáticas en el fútbol global por el COVID

Con la llegada del virus a los países, los espectáculos deportivos han tenido que suspenderse y hasta tomar medidas drásticas para solventar la coyuntura. Los torneos en la mayoría de continentes han sido cancelados hasta nueva orden, no sólo los masculinos, sino también los femeninos, y éstos con problemas más grandes por las pocas garantías que las jugadoras tienen frente al club masculino.

Los jugadores del FC Barcelona decidieron reducir sus salarios en un 70%. Las futbolistas se solidarizaron con el club y también bajaron sus sueldos en el mismo porcentaje que los hombres. En contraposición al fútbol masculino, el balompié femenino cuenta con sueldos y garantías menores a los hombres.

Pese a estas problemáticas, ningún club ha adoptado por cancelarles los contratos a sus jugadoras.

Sin embargo, la situación en Europa ha estado evolucionando, pues equipos de la Frauenliga (liga alemana) han notificado a sus jugadoras para volver con los entrenamientos; así como la Liga Iberdrola (liga española); pero todo supeditado al cumplimiento de los requisitos sanitarios en los respectivos países.


En Colombia, situación contractual y laboral

Por otro lado, en Colombia, sólo Independiente Santa Fe, Atlético Nacional y América de Cali tienen todas las jugadoras con contratos. Enviaron a sus futbolistas a sus casas con todas las prestaciones, mientras que los otros 15 equipos no firmaron contratos con sus jugadoras que fueron enviadas a sus casas sin remuneraciones.

Félix Burgos, abogado dedicado al Derecho Deportivo y Profesor de la Universidad del Externado, mantiene que estamos acostumbrados a que los contratos sean el gran problema en cualquier contexto en el fútbol femenino en el país, siendo la estabilidad contractual el primer tema legal. “El torneo dura tres o cuatro meses como máximo, los 18 equipos que participan pactan contratos supremamente cortos en función del tiempo que dura el torneo, hay otros que cuando el equipo queda eliminado, les quieren cancelar el contrato”.

Varios equipos han buscado fórmulas para paliar la crisis como la reducción de los salarios de los jugadores y cuerpo técnico. De esta manera compensar los ingresos de los otros empleados vinculados a estos clubes o la suspensión de contratos el cual ha sido criticado por la opinión pública.

Félix explicó esa noción de la suspensión de contratos, una medida que han tomado algunos clubes como Santa Fe, “la suspensión tiene dos efectos. Primero, que el empleador no está obligado a pagar el salario, segundo, que el trabajador no está obligado a prestar el servicio, en este momento lo que está es en un suspenso, toca esperar a que se reactive, pero el vínculo contractual sigue ligado en la medida de que el empleador todavía tiene que cumplir con sus obligaciones de cotizar en seguridad social de ese trabajador”.

Si bien el tema contractual es una de las problemáticas que se ha visto mermada durante la pandemia, esta no es la única. Esta situación implica el abandono de los clubes de sus jugadoras, quienes no gozan de un contrato, la subsistencia es mucho más dura. Loren Sánchez, futbolista colombiana señala que “la situación al principio se asume con tranquilidad, pero después se nota el desespero porque de una u otra forma la mayoría aportamos con nuestros salarios a nuestras familias”.

Desde la perspectiva de Loren, hay fe de que pronto habrá fútbol, su club les ha dado la palabra a sus jugadoras que sí habrá liga femenina. Por esta razón, las futbolistas siguen entrenando desde casa, en solitario, sin instrucciones del club.

En Colombia el panorama para algunos de los equipos fue complejo, como el caso de Millonarios, uno de los clubes más grandes en Colombia, que firmó contratos con sus jugadoras el 9 de marzo y siete días después, el club llamó a las jugadoras para terminar de mutuo acuerdo los contratos de trabajo, tal como lo permite la ley colombiana. Lisseth Moreno, jugadora del club, mantiene que tras la situación, su estado contractual es desempleada con la gran dificultad de manejar la economía durante la cuarentena.

De acuerdo con Félix, este tipo de terminaciones de mutuo acuerdo se realizan bajo un tipo de presión, “lo de Millonarios es muy extraño, porque fue en cuestión de días que se realizó esa terminación de ‘mutuo acuerdo’. ¿Por qué América, Nacional y Santa Fe sí mantuvieron los contratos con la misma problemática económica que les traerá la situación? Que lo redujeron, sí, pero se pusieron de acuerdo”.

Sobre estos casos en los que los dirigentes toman estas decisiones, Félix dice que, “hay que entender las decisiones de los dirigentes, pero para eso hay concertaciones y más en este caso cuando se trata de algo laboral, toca sentarnos a dialogar. En Argentina por ejemplo, la Federación ha ayudado a los clubes con los contratos y así se puede apaciguar a las jugadoras, al fin y al cabo están para entenderse, claro, pero hay dirigentes que no les importa para nada la estabilidad de sus jugadoras”.

En Millonarios recibieron la noticia con mucha preocupación por el cambio económico que repercute en los pagos a las jugadoras y por eso la decisión de terminar contratos, pero como dijo Félix, otros equipos con mismas obligaciones económicas hacia su personal y jugadoras mantuvieron los contratos reduciendo los salarios a un 50%, Millonarios perfectamente también pudo haber actuado de la misma manera. El club todavía apoya a sus jugadoras y cuentan con ellas para cuando se confirme retomar la Liga, para volver a concentrar a sus futbolistas.

Una semana antes de que iniciara la medida de aislamiento en Colombia, Atlético Junior iba a iniciar el proceso de firmar contratos. Aunque no lograron definir el estado contractual, el club de Barranquilla no dejó solas a sus jugadoras.

Adriana Ojeda, jugadora del Junior de Barranquilla, confirmó que el club barranquillero también decidió proteger a sus futbolistas durante esta pandemia, “nos encontramos cumpliendo con la cuarentena y nuestra institución nos ha brindado el 50% de lo prometido con la parte contractual”.


Acolfutpro, una ayuda al fútbol femenino

Otro equipo que logró firmar con sus 25 jugadoras es Independiente Santa Fe, el club se hace responsable de cumplir lo que conlleva tener contratos. Sin embargo, el pasado 7 de abril, salió un comunicado de prensa que decía las normativas del club durante este aislamiento preventivo. El punto cinco señaló que “para el plantel profesional femenino, los contratos de trabajo se suspenden por mutuo acuerdo y se hará entrega de un auxilio que les ayude a cubrir el mínimo vital mientras se supera esta penosa situación”.

La decisión que tomaron con los hombres fue “la remuneración salarial para el plantel profesional y para los funcionarios administrativos se pagará de manera parcial, mientras dure la emergencia sanitaria que se vive a nivel mundial”. En la opinión pública estas decisiones impactaron negativamente por la desigualdad en la institución entre hombres y mujeres.

Gabriela Huertas, capitana de Independiente Santa Fe aclaró la situación. “Hubo un malentendido, mucha gente relacionó la palabra suspensión con cancelación, los contratos nunca se cancelaron, somos jugadoras del club”. La principal diferencia entre suspender y cancelar un contrato de trabajo es que la cancelación implica dar por terminado definitivamente la relación laboral existente entre el trabajador y el club, en este caso, mientras que suspender se refiere a mantener el contrato sin pago de salario. Además, explicó que sí están recibiendo parte de su sueldo, lo cual en términos legales significa que continuó el contrato con una reducción de salario, “mi salario se redujo a un 50% de lo que habíamos pactado, pero estoy recibiendo algo”.

Tras las situaciones de las jugadoras, Acolfutpro (Asociación de Futbolistas Profesionales) sacó un comunicado en donde concluyó que la actualidad del fútbol femenino pasa por un momento negativo. “La mayoría de los clubes inscritos en la liga femenina, lejos de ser consecuentes con la solidaridad que piden para afrontar la crisis generada, no dieron la menor muestra de solidaridad con las futbolistas, quienes fueron enviadas a sus casas sin ninguna garantía laboral, salario y sin cobertura de seguridad social para que pasen la cuarentena en sus hogares sin ninguna protección”, aseveró la asociación.

Acolfutpro, en su comunicado concluye que, “las mujeres futbolistas en Colombia necesitan unas mejores condiciones de trabajo, salarios dignos para poder ejercer su actividad como profesionales”.

El fútbol femenino ha visto una gran ayuda por parte de Acolfutpro y el Ministerio del Deporte en cabeza de Ernesto Lucena. Estos dos entes se han unido para entregar un total de 101 mercados e hidratación a las jugadoras que se encuentran con mayores dificultades económicas y no han tenido cómo afrontar el periodo de aislamiento preventivo obligatorio, que les ha impedido devengar sus salarios y la regularidad en la competencia.

La liga femenina siempre ha sido una incertidumbre en Colombia. Aunque se confirmó que iniciaría el 10 de abril, llegó algo peor e inesperado que trancó la continuidad de la cuarta edición: la pandemia. Un virus que desestabilizó a los clubes y terminó con todas las competencias deportivas hasta nueva orden.