Según el Instituto de Protección y Bienestar Animal, en Bogotá hay más de 114.000 perros y gatos en condición de calle. Muchos de esos fueron abandonados por sus dueños y otros nacieron en esta situación, a su vez, sufren de maltratos, hambre y de condiciones climáticas difíciles. Aunque existen entidades públicas como el Instituto mencionado anteriormente, son tantos los casos de animales abandonados que esta entidad no da abasto, además, el presupuesto de este año fue de menos de 30’000.000, lo cual en muchas ocasiones parece ser insuficiente.
Por esta razón, personas como Lucila Carmona, dueña de la fundación para perros “San Roque Lucila Carmona”, se despiertan todos los días muy temprano para trabajar por la población vulnerable de animales que viven en condición de calle. El refugio “San Roque” queda ubicado en la vía que de Bogotá conduce a Subachoque, a aproximadamente una hora de la capital y actualmente tiene a su cuidado a más de 230 perros de todas las edades, razas y tamaños.
Para Lucila, “el maltrato que sufren los animales de la calle es terrible y más en zonas rurales. Acá he visto que los ahogan, los queman, los cuelgan e incluso los violan”. Debido a esto, Lucila tomó la decisión de iniciar con esta labor desde hace más de diez años. “Yo pienso, “si nosotros los humanos que amamos los animales no hacemos nada por ellos nadie lo va a hacer”. Ellos no pueden quejarse, ellos no tienen voz. Entonces yo siento que yo soy la voz de ellos y por eso los ayudo, los amo y los cuido bien”, concluye Carmona.
Así como esta, hay decenas de fundaciones y refugios y cientos de personas que buscan hacer que esa cifra de 114.000 perros y gatos que deambulan diariamente por las calles de Bogotá se reduzca y, que por el contrario, aumenten los capitalinos que adoptan a un compañero de cuatro patas.
Para Ana María Ramírez, voluntaria de la fundación “Peluditos con futuro”, “la financiación es complicada porque no son ingresos fijos”, es decir, las fundaciones y los trabajadores que se dedican al rescate de animales no reciben un pago mensual por su labor. Por el contrario, se deben sostener mediante donaciones o por medio de planes como los ‘apadrinamientos’, lo cual se trata de que una persona da dinero mensual (usualmente entre $20.000 y $50.000) para que la fundación pueda alimentar y atender médicamente a los animales.
Por otra parte, Lucila Carmona, propietaria de la fundación “San Roque” afirma que ellos hacen “eventos, bingos, rifas varias veces al año”. Adicionalmente suben fotos de los perros a las redes sociales para buscarles un padrino. “Por Facebook pedimos donaciones y recogemos tapas plásticas para cambiarlas por alimento, con las tapas nos ayudamos con 500.000 pesos mensuales. También vendemos materiales para reciclaje o subastamos donaciones que nos dan”, afirma Carmona.
Aún así y aunque se buscan fuentes de financiación alternativas como “empresas, universidades, colegios y ventas de artículos”, según cuenta Natalia Cristancho, administradora de la Fundación San Roque, el mayor desafío es la obtención de alimento. En el caso de este refugio, en el que actualmente viven 232 perros, se requiere de seis bultos de comida al día, lo cual significan aproximadamente 300.000 pesos diarios.
Doña Lucy es enfática cuando afirma que las fundaciones como la de ella “sienten el abandono del Estado”. Al ser preguntada sobre el por qué de su afirmación, Lucila Carmona insistió en que lo “único que hace el Estado es venir a vacunarlos contra la rabia, pero de resto no ayudan. Antes es la fundación la que ayuda a dar en adopción a los perros que abandonan y a esterilizar las hembras que viven en las fincas”. Sin embargo, entre el 2018 y el 2019 se ha buscado plantear alternativas desde lo público frente a esta realidad.
Desde la política se ha intentado favorecer a las fundaciones de perros y gatos sin hogar que contribuyen a que no haya una mayor cantidad de ellos en las calles. Una de estas iniciativas es el Proyecto de ley 079 de 2018 presentado por el Representante a la Cámara por el departamento de Santander, Fabián Díaz. El proyecto fue radicado el 9 de agosto de 2018 y en este momento está pendiente a ser discutido en el segundo debate del Senado.
Los objetivos de dicho Proyecto de ley son cuatro principalmente. El primero es establecer medidas que contrarresten el maltrato ambiental y generen una conciencia de tenencia responsable, el segundo es que se garantice que todos los municipios presten atención médica a los animales que estén bajo su cuidado, el tercero es establecer disposiciones sobre la tenencia de animales en edificios y la última es que cada ciudad y municipio deban destinar parte de su presupuesto a las fundaciones y también mejorar su infraestructura.
Para el congresista, “el proyecto de ley pretende que los municipios se puedan organizar y puedan aportarle a la problemática ayudando a fundaciones y refugios que están cumpliendo su labor”. Claramente, si esto llega a ser una realidad, las fundaciones como “Peluditos con Futuro”, “San Roque” entre muchas más, tendrían un dinero fijo. Lo anterior les quitaría, al menos en una parte, la gran carga económica con la que deben cargar.
Otra de las personas que busca hacer un cambio en pro de los perros y gatos de la calle es la recientemente elegida concejal para el Concejo de Bogotá, Andrea Padilla. La integrante del partido Alianza Verde, la cual se ha denominado a sí misma como “la candidata animalista”, dice que es necesario trabajar por la población de animales de la calle porque “la presencia de perros y gatos en las calles es muy dolorosa, es una habitabilidad que está plagada de riesgos, de carencias, de sufrimiento toda vez que son animales domésticos que dependen del ser humano para su subsistencia”.
De acuerdo con Andrea Padilla, “la aspiración sería erradicar la presencia de perros y gatos en las calles, por supuesto de manera humanitaria, ética y progresiva”. A pesar de que la meta sea ambiciosa, Padilla considera que puede llegar a ser posible “mediante la adopción de estrategias y decisiones políticas como prohibir el comercio de animales, sancionar severamente el abandono, reglamentar los criterios de tenencia de un perro o un gato y un amplio trabajo de cultura ciudadana”.
En la misma vía, la concejal no considera que se deba contemplar la eutanasia, solo en el caso de los animales que sufren y que no pueden recuperarse. Finalmente, Padilla considera que se debe mirar “más allá de una cuestión del mero bienestar”. Por el contrario, se debe “reivindicar que los animales también son habitantes de Bogotá y en esa medida deben ser atendidos por el Estado, lo cual implica inversión”, concluye Padilla.