Tras casi más de dos años de la reglamentación de la marihuana para usos medicinales en Colombia los pacientes aún encuentran obstáculos en su acceso, tienen tabús sobre el tema o prefieren acceder al tratamiento por mecanismos sin garantías.
Edwin Fernando Muñoz tiene casi 40 años y hace un tiempo le descubrieron cáncer en el estómago. En ese momento estaba muy avanzado y los dolores eran fuertes, casi que insoportables. Las terapias que le hacían en la EPS no estaban sirviendo, el cáncer seguía avanzando y, con ello, sus síntomas. Con el miedo de perder su vida, buscó otros tratamientos alternativos. Ya no había nada que perder. Encontró unas gotas y aceites a base de cannabis que prometían curarlo.
Así como Edwin, otros pacientes que optan por estos tratamientos tienen un recorrido largo y costoso para acceder a estos medicamentos.
Un largo y costoso camino
En Colombia, los médicos pueden formular tratamientos de marihuana medicinal desde mediados de los 80, pero de nada servía, pues no se permitía la comercialización de la marihuana con fines medicinales. Hasta agosto de 2017 se reglamentó por parte del Ministerio de Salud, un acceso seguro e informado a los tratamientos a base de cannabis, en donde también se incluyen licencias para quienes la comercializan.
Tras más de dos años de esta reglamentación, según lo consultado al Ministerio de Salud, ningún medicamento producido en Colombia tiene el registro sanitario Invima, el cual es necesario para que se pueda comercializar legalmente un producto. Además, esto le da certeza al consumidor de que el tratamiento es seguro.
Alberto Vélez, médico neuropediatra, epidemiólogo y profesor investigador de la Universidad del Rosario experto en el tema, explica que, aunque hoy hay reglamentación para el cannabis medicinal, aún no se puede hablar de un acceso completo a estos tratamientos en Colombia. Hasta ahora, explica Vélez, hay 52 empresas presentando la documentación para certificarse y tener licencias de cultivo, producción y distribución de los productos.
Hoy, el único que tiene esta certificación es un producto importado de Estados Unidos, Savitex y está indicado solo para pacientes con esclerosis múltiple. Lo que quiere decir que las personas que deseen acceder a un tratamiento, solo pueden hacerlo mediante esta marca, en el que el frasco de 10 ml puede llegar a costar $700mil; creándose un monopolio.
Vélez explica, además, que el panorama internacional no es muy diferente. “No hay muchos más medicamentos aprobados en el mundo, la FDA (agencia del gobierno de Estados Unidos encargada de regular los medicamentos) solo tiene aprobado el epidolex, que fue aprobado a mediados de julio del año pasado”, afirma Vélez.
Pero el problema de acceso va más allá de que haya pocos oferentes certificados. Para que un paciente pueda tener este tipo de tratamiento, antes un médico se los debe formular. Si es una persona de bajos o medios recursos, lo tendrá que hacer mediante una EPS. Estas están obligadas a darle todos los medicamentos que necesite una persona para curar o aliviar su enfermedad. Sin embargo, el problema real es el tiempo que se puede tardar una persona para lograr que se le formule la medicina.
Para hacer el procedimiento por la EPS el paciente primero debe pasar por un médico general. Luego, este remitirá al especialista que considere pertinente. Este es uno de los pasos que más lleva tiempo, los usuarios han reclamado que en diferentes EPS se pueden llevar hasta un año en asignar la cita. Cuando la consiguen, el médico le asigna algunos exámenes, que también se pueden demorar meses mientras se realizan y salen los resultados. Después de todo ese tiempo, el especialista decidirá si un tratamiento a base de cannabis es el indicado. Aún si el médico decide no formular los medicamentos, el usuario puede poner una tutela y, si se falla a favor, podrá acceder a este.
Consultamos a Néstor Álvarez, vocero de los pacientes de alto costo en Bogotá, quien afirmó que en estos momentos son muy pocas las personas que acceden a estos tratamientos mediante la EPS, precisamente por todos los obstáculos que se les presentan. “Uno se puede morir y puede que nunca vaya a poder acceder a los medicamentos que pidió”, puntualizó Álvarez.
Quienes tienen más recursos acuden a médicos particulares. Allí, se evitan tener que pasar por un médico general y el tiempo de espera para tener una consulta, que en la mayoría de veces, no es más de una semana. La primera cita en algunas clínicas tiene un costo de $70 mil y, si le mandan exámenes y debe volver al consultorio, debe pagar $40 mil más. Otros doctores consultados llegan a cobrar hasta $300 mil por la consulta.
Así es el caso de Marlén Sánchez, una mujer de 75 años que tiene artritis degenerativa. Los dedos de su mano derecha son los que tiene más afectados, está en una silla de ruedas y puede caminar solo con la ayuda de sus familiares. Sus allegados estaban cansados de ir en médico en médico, sin ninguna respuesta satisfactoria. Así, se unieron todos sus hijos y cada uno aportó para poder pagar la cita con un especialista particular.
Los doctores de estas clínicas suelen ser más dados a formular tratamientos como el de la cannabis, pues no están supeditados a lo que les mande la EPS. A veces solo basta con que el paciente explique su deseo de acceder a esa medicina para que el médico firme la fórmula.
Edwin Muñoz llegó a la solución para su cáncer, también por medio de un médico particular. Luego de los tratamientos tradicionales, que habían disminuido significativamente su calidad de vida y después de leer de consultar en internet sobre la medicina cannabica, decidió usarla como parte de su tratamiento.
Los precios de los medicamentos suelen ser altos y como no se consiguen mediante la EPS, los pacientes tienen que pagarlo todo. Un frasco de gotas de 15 ml con una concentración del 0,1%, que no está certificado, puede costar $80 mil pesos, según cuenta Álvarez.
El caso de Clara García es similar. Ella tiene 67 años y padece de fibromialgia y de artritis reumatoide. Desde febrero del 2017 año una médica particular le recetó una gotas a base de marihuana, que prometían calmar sus dolores. García se había cansado de los analgésicos que le daban en el médico y que de poco servían. Su yerno, que es doctor, fue el que la inició en esta medicina, al darle a probar unos brownies a base de marihuana. “Todo empezó a pasar en cámara lenta cuando me los comí, sentí una relajación total que aliviaba mi dolor”, cuenta ella. Al ver que esto funcionaba, decidió empezar el tratamiento con las gotas. “Siempre tengo la mentalidad de que habrá un día peor que el otro”, explica Clara cuando le preguntamos por qué toma menos de la dosis recetada.
Acceso vs. tabús
A pesar de que existen personas que pueden acceder a tratamientos de marihuana medicinal, muchos deciden al final no usarlos, pues tienen temores respecto a los efectos secundarios.
Cuando Marlene Sánchez, la paciente con artritis, acudió al médico particular, este le recetó unas gotas vía oral que podían aliviar sus síntomas. Sin embargo, decidió no tomarlas, pues tenía miedo a volverse adicta a estas. Carolina Vizcaíno, una de sus familiares, cuenta que para Sánchez fue determinante la forma en la que toda la vida le habían hablado de marihuana “siempre con esa relación directa entre consumo y adicción”, explica Vizcaíno. Después de eso, Sánchez se negó a volver a donde ese médico y a seguir cualquier tratamiento que este le propusiera.
Álvarez afirma que hace falta información respecto a este tema. Aunque se ha probado la eficacia de la marihuana medicinal, los especialistas creen que son mejores los medicamentos tradicionales. En un comunicado, la OMS afirmó que varios estudios han demostrado los efectos terapéuticos de los cannabinoides “para las náuseas y los vómitos en las etapas avanzadas de enfermedades como el cáncer y el sida”.
Freddy Rozo, miembro del Ministerio de Salud en el área de desarrollo humano, explicó que los efectos secundarios son pocos y, cuando se usan sus derivados y no se fuma directamente, ninguno está relacionado con la adicción. Pero hay pacientes que presentan una baja de presión, que puede causar mareos y sensación de falta de aire. Otro de los efectos puede ser la afectación a la memoria. Sin embargo, todo depende de la dosis que maneje el paciente; puede haber quienes no desarrollen ninguno de esos efectos.
Para Clara García también fue chocante cuando su yerno, quien es médico, le aconsejó el consumo de extractos de marihuana para aliviar su dolor. “Lo único en lo que yo pensaba es que toda la vida yo les había inculcado a mis hijas que eso no se hace, que no está bien”, explica García. Sin embargo, con el apoyo de su familia, García pudo derrumbar un poco los mitos alrededor de la medicina cannabica y accedió a tomar los extractos en aceite.
Una vía fácil pero sin garantías
Quienes no pueden pagar un médico particular y la EPS tampoco les responde con eficiencia, deciden acceder a tratamientos cannabicos artesanales. Estos se pueden conseguir fácilmente en plazas de mercado del país, tiendas naturistas o por internet; su precio suele ser inferior al de la medicina a base de marihuana que está registrada y avalada. Por $20 mil se consigue una pomada para el dolor que puede durar más de un mes.
Álvarez explica que como el médico no los orienta, los pacientes no saben dónde comprar los productos y todo termina siendo un voz a voz que se da en la clandestinidad. El peligro de este tipo de acceso es que las personas no conocen cuál es su dosis ideal, lo que al final no garantiza que el medicamento sea exitoso. En el peor de los casos puede causar efectos secundarios que, por no estar vigilados por un médico, pueden llegar a ser nocivos para la salud de las personas.
García es otra de las beneficiadas por estos productos artesanales que aún no tienen el registro de Invima. Ella dice que a pesar de eso “se siente muy confiada del producto”, porque además durante todo el tiempo que la ha consumido no ha tenido efectos nocivos en ella. “Yo tengo claro que esto no me va a curar, pero definitivamente ha mejorado mi calidad de vida”, sentencia.
Edwin Muñoz usó uno de estos medicamentos artesanales y hoy ya no tiene rastro de cáncer en su cuerpo. Hoy se dedica a cultivar y a procesar el cannabis en aceites y extractos, para que otras personas puedan beneficiarse, a pesar de que no esté certificado por el Invima. Su emprendimiento se llama 5ta Saroco, que hace parte también de la Asociación de Cannabicultores, productores e investigadores del cannabis en Colombia. En julio de este año el Congreso le abrió a la puertas a esta asociación, para escuchar cuáles eran sus propuestas y preocupaciones actuales, lo que dejaría ver que el país pronto pueda avanzar más en esta materia, que aunque ya regulada, sigue teniendo retos.
Así como el cannabis es utilizado para tratamientos medicinales en humanos; en Colombia se ha aplicado también en animales domésticos. Si desea conocer más sobre esta nueva forma de uso, lo invitamos a escuchar el siguiente podcast.