Los guardias de seguridad, en medio de la actual pandemia por covid-19, han tenido que enfrentar cambios en sus horarios de trabajo, ciclos de sueño y comida, alteración en los espacios para compartir con su familia, etc. para poder cumplir con su trabajo de proteger el bienestar de otras personas.
Úber Gómez es un guardia de seguridad bogotano que, al igual que muchos colombianos, la pandemia causada por el coronavirus le ha cambiado varios aspectos en su vida. Mientras se expone al contagio del virus, debe soportar jornadas laborales extensas que llevan su cansancio al extremo.En este momento, tiene nuevas asignaciones que comparte con más personas que trabajan en seguridad privada. Ahora debe estar atento a todo lo que ocurra; tener la cordialidad de atender a cada residente o visitante del lugar; tomar la temperatura; anotar cada ingreso y salida; estar presentes en cada momento y cada sitio y controlar el distanciamiento social.
Varios vigilantes en Colombia, viven una situación similar a la de Úber, sus vidas han dado un giro en el que ya no solo deben velar por la protección de personas en su trabajo, también de ellos depende el bienestar y cuidado de sus familias. Con el desmedido aumento del desempleo y sin importar a lo que se deban enfrentar, no es una opción abandonar sus empleos.
Úber, al igual que muchos guardias en Colombia, pasaron de trabajar 12 horas por turno a tener una jornada de 24 horas, para luego descansar 48. "Es un poco complicado porque yo ya estaba acostumbrado a trabajar 12 horas, a pesar de que fuera un horario extenso y salía del trabajo cansado, ahora con el incremento en el horario salgo más agotado", afirma Uber. Su trabajo es la única fuente de ingresos para cubrir con todos los gastos del hogar y de sus hijos, ya que su esposa se encuentra desempleada.
Luis Alberto Laverde, también trabaja como vigilante en Bogotá. Ahora, su horario laboral pasó de 12 a 24 horas, lo que provocó cambios en su rutina. Aunque a ellos, la empresa en la que trabajan les pidió su opinión acerca de cómo deseaban tener su jornada, asegura que soportar todo un día de turno, es pesado. Laverde, acepta que es mejor trabajar todas esas horas de seguido a tener varios turnos de 12 que se repiten tres veces a la semana, pero confiesa que es complicado permanecer despierto todo un día.
Ellos fueron uno de los pocos afortunados que tuvieron la posibilidad de elegir su nuevo horario. En el mes de mayo, un caso emblemático resonó en el país, Edy Fonseca, denunció ante los medios lo que podría ser considerado un 'secuestro'. Trabajó desde el 17 de marzo al 23 de abril todo el día por más de un mes. Sus jefes, la administradora y el presidente del consejo, le prohibieron salir, pedir ayuda o quejarse con los residentes del lugar. Su lugar de descanso era un sofá en el parqueadero del edificio. Al final, la historia termina con ella en el hospital esperando recompensar todos esos días de arduo trabajo.
Sin embargo, la empresa de vigilancia donde labora Úber y Luis Alberto, luego de un consenso con los lugares con los que tienen contrato, decidieron hablar con sus trabajadores para coordinar las horas que pensaban era mejor trabajar. Todo esto, debido a que muchos residentes de conjuntos cerrados dieron a conocer que lo mejor para los vigilantes era que no estuvieran en contacto con otros posibles portadores del virus en el transporte público.
Davíd González, profesional en salud ocupacional de la Universidad Uniminuto,asegura queen Colombia no es legal trabajar más de 12 horas al día, según el artículo 167 del código sustantivo del trabajo, y puede conllevar diferentes consecuencias físicas y mentales en el trabajador, tales como fatiga crónica, estrés laboral, depresión, trastornos del sueño y baja productividad”.
Luis Alberto, expresa estar a gusto con la medida tomada por la empresa y dice que está de acuerdo con que el transporte es el lugar donde más probabilidad de contagio hay. Usa el Transmilenio para moverse por la ciudad ya que vive un poco lejos del lugar donde labora. Estar una jornada de 24 horas los favorece y perjudica de distintas maneras, pero él prefiere este horario, que llegar a enfermarse a causa del covid-19. Es guardia de seguridad, pero ‘recorredor’, es decir, que su labor es cuidar y vigilar que nadie ingrese indebidamente, pero no en un solo puesto como lo hacen la mayoría, sino que él recorre unos trayectos para hacerlo.
En este momento, no solo se encarga de realizar el recorrido, sino que ahora tiene la obligación de ayudar a que los residentes y visitantes del lugar no hagan salidas innecesarias. Él se ocupa de recoger las basuras, sacar algunas mascotas a dar un paseo, percatarse de que se cumplan las nuevas normas de bioseguridad, entre otras labores que anteriormente no hacían parte de su trabajo. Las alteraciones que ha vivido en su jornada no son remuneradas de forma monetaria en su salario, sino que su único medio de pago es la propina de las personas a las que cuida a diario.
Ahora, a los vigilantes les toca tomar como propio el trabajo de lidiar con las restricciones impuestas por la ley. Wilson Osorio lleva 13 años trabajando en una entidad financiera, en Neiva, y asegura que uno de los aspectos más difíciles de su trabajo desde que se decretó la cuarentena ha sido el manejo de los visitantes, pues asegura que en esta época de pandemia a las personas no les gusta esperar mucho tiempo para poder entrar a este tipo de entidades. “Hay gente que pierde la paciencia esperando y se ponen bravos porque no los dejo ingresar y dentro de la oficina sólo pueden estar máximo cinco personas. Cuando la situación se vuelve incontrolable, los amenaza con llamar a la Policía”, asegura Wilson.
Para Óscar Samudio, supervisor de seguridad en la empresa de Úber y Luis Alberto, el pánico y la desconfianza, son unos de los sentimientos que más atraviesan los residentes y visitantes a la hora de tratar con los guardias de seguridad. “Hay muchos que son demasiado paranoicos, ven pasar una persona sin tapabocas y automáticamente se dirigen al vigilante. -Díganle al señor que use el tapabocas- y luego es el vigilante el grosero. Además, hay personas apáticas, con ideas revolucionarias, no creen en el virus y se ofenden por todo”, cuenta Óscar.
También recuerda que algunos residentes del conjunto miran a los vigilantes como si tuvieran el coronavirus, y de cierta forma, ellos sienten el rechazo de las personas, solo por cumplir con su trabajo. Recordarle a los guardias de seguridad que deben protegerse a sí mismos y a los demás es una función primordial de la nueva vida laboral de los vigilantes y sus supervisores.
Según el vigilante José Amaya, la empresa se rige por la Superintendencia de Vigilancia y solo puede hacer trabajar a sus empleados un máximo de 60 horas semanales. José afirma que la empresa cumple con el rango de horas estipuladas, pues de sobrepasar ese horario, podría ser multada.
Según la abogada Nohora Gil, en Colombia la Ley 1920 de mayo del 2018 que ampara las horas máximas en las que las personas que trabajan en seguridad deben laborar. “Antes de la pandemia se trabajaba 12 horas diarias. Sin embargo, si se llegase a superar ese horario se constituiría en un ‘abuso del derecho’”dice Gil. Con esas horario, se llegaba a un máximo de 60 horas, tal cual lo estipula la Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia.
De igual forma, es importante conocer cómo se ha visto afectada la salud de los vigilantes en sus trabajos, si quiere saber más sobre esto, lea la siguiente sección.
Trabajar 24 horas seguidas afecta no solo la vida laboral sino también la salud de estos trabajadores. Todos afirman terminar cansados después de su jornada pero enfatizan que es lo mejor para combatir el virus sin perder su trabajo. Sin embargo, para Mildred Bravo, médico general de la Universidad del Cauca, las afectaciones en la salud se pueden hacer presentes a corto, mediano y largo.
“Las primeras afectaciones que se empiezan a presentar son los trastornos del sueño, gastritis, colon irritable, estreñimiento, esto porque los horarios de la alimentación y el sueño empiezan a variar. A mediano plazo, el estrés y la ansiedad bajarán el rendimiento del trabajador y a largo plazo, pueden haber problemas de hipertensión, diabetes y obesidad. Su vida social también se verá afectada porque el poco tiempo libre lo dispondrá para reponer las horas sin dormir, por lo que esto conllevaría a una depresión y pensamientos suicidas”, explica Bravo.
Las compañías de seguridad privada sí han proporcionado a sus empleados los elementos necesarios para su cuidado personal, tales como gel antibacterial, tapabocas y alcohol. Sin embargo, los vigilantes por su propia cuenta también han tomado otras medidas sanitarias, dentro y fuera de sus puestos de trabajo, para sentirse más seguros ante la presencia del virus.
“El Ministerio de trabajo expide unas circulares y entre ellas está la 0029 del 3 de abril del 2020 en la que establece que los elementos de bioseguridad son responsabilidad de las empresas. Los “EPP”, elementos de protección personal, deben ser dotados por las empresas de vigilancia y a mi parecer, los lugares donde ellos trabajen deben también ayudar a la protección de los guardias de seguridad. Por ejemplo, los conjuntos o establecimientos comerciales” concluye Gil.
Wilson Osorio asegura que la empresa de vigilancia les ha dado tres tapabocas desde que empezó la cuarentena obligatoria, pero él no se siente bien con ellos. Estos son desechables y afirma que el material del que están hechos no lo deja respirar bien, por lo que optó por comprar sus propios tapabocas, y pagó por cada uno de ellos 18 mil pesos.“Los que uso en el trabajo, yo los compré y son aquellos que tienen filtro. Mi sugerencia es que la empresa de vigilancia deberían dar este tipo de tapabocas, porque uno no trabaja cómodo con los que ellos dan, esos asfixian”, manifesta Wilson.
Pero no sólo se trata de proporcionar todos los implementos de bioseguridad, para David González también es importante que las empresas tengan un control en la salud de los trabajadores en medio de la pandemia. “Las empresas deberían hacer pruebas periódicas de covid-19 para descartar el contagio y evitar que otras personas se enfermen, evitando una cuarentena que repercute en la productividad de las mismas.” asegura González.
Edil Plazas, es un vigilante que trabaja en un conjunto cerrado en Neiva, es uno de los pocos que ha recibido capacitaciones y pruebas de covid-19 como medida de prevención. “La empresa nos ha mandado a hacer tres pruebas desde que empezó la pandemia y también nos exigen asistir a reuniones de la secretaría de salud”, manifiesta Plazas
Frente a esto, José Amaya, dice que recibe correos por parte de la empresa para capacitarse frente a la actual pandemia. Él insiste en que son muchos los mensajes electrónicos que le llegan pero no pueden asistir a todas. Aunque estas son de manera virtual, en algunas ocasiones están trabajando o descansando de su larga jornada laboral. José trabaja en la misma empresa donde laboran Úber Gómez y Luis Alberto Laverde.
Si desea conocer más sobre la vida que llevan los personajes de este reportaje, a continuación le contamos cuáles son los cambios que han sufrido en su vida personal.
Según la psicóloga Camila Cruz, “una persona que trabaja 24 horas y no tiene la posibilidad de acercarse a su familia, le afecta varias dimensiones de su vida de manera psicológica, social, física. Como no tiene mucho tiempo de descanso se puede generar muchas afectaciones con consecuencias negativas, como el deterioro cognitivo generando problemas de concentración”. Igualmente, menciona Cruz que a nivel psicológico se pueden dar síntomas de depresión y ansiedad. Los niveles de estrés se incrementan y estos, a su vez pueden causar problemas de salud como los que se mostraron anteriormente.
Úber Gómez ha sentido la necesidad de proteger la salud de su familia, procura no tener un contacto cercano con sus hijos o su esposa cuando llega a su hogar. Antes de eso, él hace la debida desinfección de la ropa que lleva puesta, se baña y desinfecta otros objetos que puedan tener el virus, como las llaves, dinero, entre otros. “Me ha afectado mucho ya no poder llegar a abrazar a mis hijos, saludarlos de abrazo y de beso, ahora toca ser muy cuidadosos”, afirma el vigilante.
Por ejemplo, Luis Alberto Laverde, menciona que vive con sus hijos mayores y sus nietos, por lo cual, en su casa hay dos menores de edad a quienes cuida más de lo normal sin dudarlo. Sus nietos menores, quienes tienen 7 y 10 años, suelen preguntar mucho por su abuelo, puesto que aún no están acostumbrados a no verlo por 24 horas. Ese tipo de dudas y otros comentarios sobre el por qué no se pueden abrazar o al menos dar la mano lo hacen cuestionar sobre si en poco tiempo su vida podrá volver a ser como lo era antes de la pandemia. Luis Alberto, anhela el momento en el que pueda volver a estrechar los brazos de sus familiares más cercanos.
Una de las cosas que más recalca Óscar Samudio es la falta que le hace pasar tiempo con su familia. Recuerda que había días en los que salía a recorrer las calles en bicicletas con sus hijas e iba al cine. Dice que es un tipo de unión familiar que se ha perdido por la poca interacción que puede ahora tener con sus parientes. Salir con sus amigos e ir a tomarse una cerveza de vez en cuando, es algo que extraña. Cuenta que ahora se las toma en su casa, “ahora cuando tengo tiempo, pongo películas, adelanto Avengers, veo las que no haya podido ver en un tiempo y me tomo una cerveza en mi casa, porque no hay nada más que hacer”.