Hay quienes deciden dedicar su vida entera a la pintura, el canto, el teatro o la danza. Aquellos que lo escogen como estilo de vida son blanco de críticas porque el arte, usualmente, no se percibe como una profesión seria. Pero esto va más allá del ocio, y los obstáculos que deben enfrentar los artistas están relacionados con la falta de valor y reconocimiento monetario que se le otorga a su labor. El Estado no ofrece oportunidades suficientes y la preparación técnica que se requiere para dedicarse al arte resulta ser tan costoso, que hay quienes deben tener trabajos ajenos al esto para poder sostenerse.
En el siguiente especial se hablará acerca del costo que conlleva el ser bailarín de cualquier género. Se presentará la historia de dos mujeres que decidieron dedicarse a la danza incurriendo en gastos económicos y físicos de diferentes maneras que las llevan a cuestionarse constantemente si es rentable seguir la danza como profesión.
Dedicarse a la danza como profesión es todo un reto en Colombia, pues es una actividad que ha sido poco apoyada por el gobierno a través del tiempo. No existe una compañía nacional de danza, aún hay algunos concursos que premian a los mejores bailarines cada año. Pero más allá de estos, el gremio de la danza no se siente respaldado por el Estado. Sara Barragán es una bailarina ha dedicado gran parte de su vida a la danza. A ella le ha sido difícil proyectarse a nivel internacional por el poco alcance que tiene la danza en Colombia.
Ella practica desde hace más de siete años. Empezó con el teatro musical a los 12 años y ahora se dedica a la salsa, la bachata y el tango. “La danza te absorbe todo el tiempo familiar y social. Tu vida se vuelve la danza”, explica Barragán. Muchos bailarines entregan la mayor parte de su tiempo a ensayos y entrenamientos, pero el tiempo no es el único inconveniente al que se enfrentan al perseguir una carrera en la danza.
El riesgo de sufrir lesiones siempre está presente y los gastos que tienen que asumir para ejercer esta actividad muchas veces son mayores a los ingresos que puedan recibir, precisamente por la falta de valor que la sociedad le ha dado a esta profesión.
Ella es autodidacta en su proceso de aprender y ejercer la danza. No ha estado de acuerdo con los enfoques universitarios que tienen que ver con la danza. Tal como ella lo expresa: “mi enfoque que es más de competencia, siento que me quita tiempo, si quiero enseñar pero no es mi enfoque por ahora”.
Sara explica que, mensualmente, gasta alrededor de un millón de pesos en profesores. Por lo tanto, gasta, por lo menos, 18 millones al año. Aún cuando ella cuenta con el apoyo de sus padres para ejercer la danza, dice que no se ha dirigido al Gobierno por ayudas estatales, pues no muestra interés en sentir el apoyo estatal.
Aunque es cierto que el sector de la danza no tiene mayor estímulo por parte del gobierno, el Ministerio de Cultura ofrece una serie de estímulos para los que deciden escoger esto como proyecto de vida. Diana Palacios, coordinadora del componente de formación del área de danza del Ministerio, dice que se tienen proyectos, programas y muchas acciones dirigidas al desarrollo y a la cualificación y dignificación de la práctica de la danza en el país. Eso sí, se debe destacar que la danza como disciplina y como campo ha tenido un desarrollo de tipo informal. Por lo tanto, la oferta que se tiene para la formación o para iniciación en este arte, bien sea por hobbie o por profesión, están en el orden de lo informal.
Según Palacios, “desde hace aproximadamente diez años para acá, se han venido creando una nuevas iniciativas en el ámbito de lo formal, que buscan darle a danza un desarrollo que se valide dentro de la sociedad como un posible proyecto de vida, como carrera profesional.”El Ministerio de Cultura también cuenta con un Plan Nacional desde 2010 que apoya las diferentes facetas de la danza en Colombia.
Este proyecto de política pública que busca establecer las acciones necesarias para cualificar y dignificar la práctica de la danza en el país. De este plan se derivan siete componentes que buscan esa atención a esta práctica de manera integral, estos componentes son: formación, creación producción, circulación, información investigación, dotación e infraestructura, gestión y asociatividad, finalmente, emprendimiento. A través de esos componentes se despliegan un conjunto de programas, proyectos y acciones, que en cada una de estas líneas busca darle atención a ciertas necesidades puntuales de la práctica.
Al día de hoy, el Ministerio de Cultura ha hecho una inversión de aproximadamente 5 mil millones de pesos en el sector de la danza a través 286 estímulos representados en becas, pasantías, premios nacionales, reconocimientos y laboratorios; beneficiando artistas, gestores, creadores, investigadores, organizaciones públicas y privadas de todas las regiones del país. En el Plan Nacional de Danza 2010 – 2020 se planteó una inversión mayor a los 26 mil millones de pesos, donde el componente con mayor inversión sería el de formación con más de 10 mil millones de pesos y por último el de investigación con menos de mil millones de pesos.
María del Pilar Quintero explica que “el Plan Nacional de Danza es un país que baila y lo que intenta ese plan es crear plataformas de circulación, de formación, de creación, que la danza empiece a hablar y empiece a sistematizarse, empiece a ser un gremio en formación”.
Alejandra Mendoza es una joven bailarina de ritmos urbanos que ha tenido que enfrentar difíciles retos a la hora de prepararse físicamente y ejercer su trabajo. Para conocer más sobre su historia, escuche el siguiente podcast.
En el país, más allá de los apoyos estatales, actualmente se cuenta con ocho programas universitarios para la profesionalización de las personas que buscan la danza como proyecto de vida, tanto en universidades públicas como privadas. Un ejemplo de esto el curso libre y la carrera de Arte Danzario de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas en Bogotá, además de la Licenciatura en Educación Básica en Danza de la Universidad de Antioquia en Medellín, y la carrera en Danza y Dirección Coreográfica de la Corporación Universitaria CENDA en Cali.
Maria del Pilar Quintero, bailarina, docente y egresada de la Universidad Distrital sede ASAB, comenta que se ha ganado tres becas del Ministerio de Cultura: una pasantía nacional, otra internacional y una de investigación y creación. Incluso, comenta que muchas veces, como bailarín o como estudiante de danza, se encuentra muy poca documentación de lo que realmente se hace en al campo artístico.
Según Quintero, “en Colombia es difícil el campo de la danza. Uno no vive de la danza, uno vive es de becas, de proyectos, de ser docente. En mi caso, el camino de la universidad fue una ruta que se me dio. Las academias también dan becas, pero esto ocurre desde hace poco. Cuando yo estaba iniciando no era así, incluso sólo le daban becas a los hombres.”
Ellas son la muestra de dos aristas para ser profesional en la danza. Por un lado, muestran aquellos que deciden formarse y subsistir académicamente en una universidad. Por otro lado, muestran aquellos que deciden formarse en academias de baile con recursos propios para competir y demostrar ser los mejores a nivel nacional e internacional.